El Magazín Cultural

Günter Grass: "Mataban a gente que yo conocía o la llevaban a campos, y yo miraba hacia otro lado"

En una especie de atril descansa una máquina de escribir de las de antes, con cintas de colores. Una auténtica Olivetti Letera, su favorita. “¡No, no es una pieza del museo! ¡Yo las utilizo!

Kim Manresa y Xavi Ayén
04 de junio de 2018 - 02:00 a. m.
Günter Grass, premio Nobel de literatura en 1999.  / Kim Manresa y Xavi Ayén
Günter Grass, premio Nobel de literatura en 1999. / Kim Manresa y Xavi Ayén
Foto: unknown

Tengo varias: una en mi casa de Portugal, donde paso el invierno, otra en la isla danesa de Mon, para el verano, y otra en Behlendorf. Están en una posición elevada porque escribo siempre de pie. Para mí, escribir no es tan diferente de pintar o esculpir; escribo en bruto, como si trabajara con arcilla: introduzco irregularidades en el manuscrito y luego las voy moldeando”.

(…)

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“Primero, no confesé de repente lo de las SS. Nunca presumí de antifascista, nunca oculté que fui voluntario en la guerra. Y, hasta los años 60, cuando me preguntaban, siempre admitía que había estado en las SS. Luego, cada vez me costó más aceptar esa parte de mi pasado, me lo quería ocultar a mí mismo por vergüenza. Yo sabía que en algún momento volvería sobre eso… Sí, lo hice tarde, pero, a la vez, nunca es tarde para esas cosas. Lo que no quería, de ningún modo, era maquillarlo”.

“¿Quiere saber de lo que realmente me culpo? No es de haber callado durante cuarenta años algo que ya había dicho antes. Lo que más me duele (y, curiosamente, nadie me ha criticado por ello) es todo lo que no hice y podría haber hecho durante aquella época: cuando a un tío mío lo fusilaron, muy al principio de la guerra, cuando se llevaron a un compañero de clase y a un maestro de mi escuela, cuando un soldado que era testigo de Jehová y se negaba a coger el fusil también desapareció… No moví un dedo por nadie, ni siquiera hice preguntas, no quería verlo, no quería saber. Mataban a gente que yo conocía o la llevaban a campos, y yo miraba hacia otro lado. ¿Se da cuenta? Ese es el dolor más grande que tengo, un dolor que ya no me abandonará jamás”.

Por Kim Manresa y Xavi Ayén

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