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Cuando asesinaron a Federico García Lorca ante un pelotón de fusilamiento en el camino granadino que lleva de Víznar a Alfacar, las letras españolas se quedaron sin uno de sus grandes referentes. Para ese momento García Lorca ya tenía una prolífica obra entre poemas, obras de teatro y canciones.
El año pasado, el equipo de investigadores que ha buscado en Alfacar (Granada) la fosa en la que podrían haber yacido los restos de Federico García Lorca, junto a otros tres fusilados, cree que la han encontrado y conjeturan que sus restos fueron exhumados en fechas próximas a su asesinato, han explicado hoy en Madrid. (Federico García Lorca: el pulso herido que presiente el más allá)
Los investigadores presentaron un informe final de sus pesquisas, promovidas por la asociación cultural Regreso con Honor, en el que afirman que han encontrado un pozo con tierra removida y restos de una bala y de un casquillo en el Peñón Colorado, en el término de Alfacar. Han admitido que dado que no hay "ni huesos ni ropas" es muy posible que desenterraran los restos de García Lorca, del maestro republicano Dióscoro Galindo y los banderilleros anarcosindicalistas Francisco Galadí y Joaquín Arcoyas, fusilados y enterrados, supuestamente, junto al poeta en la madrugada del 17 al 18 de agosto de 1936.
La verdad sobre la muerte de García Lorca y sus compañeros, han apuntado los investigadores, "no se sabrá" mientras no vean la luz unos informes que realizó el policía de Granada José Mingorance sobre la muerte. El investigador principal, Miguel Caballero,denunció que "hay falta de voluntad política para dar a conocer esos informes", que él ha solicitado y que "deberían estar" en los archivos del Ministerio del Interior aunque, ha admitido, "no hay constancia" de que se encuentren allí. (Lea aquí: El último verano de Federico García Lorca)
Alba
Mi corazón oprimido
Siente junto a la alborada
El dolor de sus amores
Y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
Semilleros de nostalgias
Y la tristeza sin ojos
De la médula del alma.
La gran tumba de la noche
Su negro velo levanta
Para ocultar con el día
La inmensa cumbre estrellada.
¡Qué haré yo sobre estos campos
Cogiendo nidos y ramas
Rodeado de la aurora
Y llena de noche el alma!
¡Qué haré si tienes tus ojos
Muertos a las luces claras
Y no ha de sentir mi carne
El calor de tus miradas!
¿Por qué te perdí por siempre
En aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
Como una estrella apagada
Deseo
Sólo tu corazón caliente,
Y nada más.
Mi paraíso, un campo
Sin ruiseñor
Ni liras,
Con un río discreto
Y una fuentecilla.
Sin la espuela del viento
Sobre la fronda,
Ni la estrella que quiere
Ser hoja.
Una enorme luz
Que fuera
Luciérnaga
De otra,
En un campo de
Miradas rotas.
Un reposo claro
Y allí nuestros besos,
Lunares sonoros
Del eco,
Se abrirían muy lejos.
Y tu corazón caliente,
Nada más.
Despedida
Si muero,
dejad el balcón abierto.
El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo veo).
El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo siento).
¡Si muero,
dejad el balcón abierto!