El Magazín Cultural
Publicidad

“En lugar de ser negro en Colombia, me hubiera gustado ser hutu o tutsi”

Plu con Pla, agrupación de Tumaco que ha fusionado ritmos tradicionales del Pacífico sur con los afrourbanos, lanzó a finales de marzo “Agua”, el quinto sencillo de su álbum “Pura actitud”. Entrevista con Hárold Tenorio, su director.

Danelys Vega Cardozo
13 de abril de 2023 - 12:00 p. m.
Durante su experiencia en África, Hárold Tenorio convivió con personas que se dedicaban al arte. / Manos Visibles.
Durante su experiencia en África, Hárold Tenorio convivió con personas que se dedicaban al arte. / Manos Visibles.

Usted es antropólogo, pero después quiso formarse como músico. ¿Por qué?

Inicialmente, mi formación empezó en mi casa desde niño, a través de la música, la danza y todos los aspectos culturales del Pacífico sur. En 1998, cuando ingresé a la universidad, me trasladé a Bogotá y allí me siguieron interesando tanto los aspectos de danza como de música, sin dejar a un lado lo académico. Hacia el 2009 o 2010, me fui a París. En esa ciudad estuve en contacto con músicos africanos. Luego también viajé a África, a Burkina Faso; eso hizo que se agudizara mi interés por la música. Por eso, cuando estaba buscando mis estudios en posgrados en París, apliqué a Musicología. Mi interés era musical, pero desde el campo de lo social, no necesariamente desde la interpretación instrumental.

¿De dónde surgió ese interés por lo social?

Viene por mi familia. De alguna manera, a través del arte, hemos estado vinculados con la población vulnerable y nosotros también hemos sido pobres: mi mamá es de origen campesino y mi papá viene de un sector vulnerable de Tumaco (el barrio Panamá). Ambos tuvieron situaciones económicas muy difíciles en su familia. Mi papá creció en un ambiente muy complicado y fue allí en donde empezó su trabajo como líder, haciendo procesos culturales y deportivos. Siempre estuve viendo a personas del campo social trabajando e investigando con él, desde sociólogos hasta antropólogos, quienes estaba interesados en la cultura. Creo que todo eso me fue perfilando.

De hecho, sus padres son los directores de la Fundación Escuela del Pacífico Sur Tumac, que ofrece formación musical a niños de barrios vulnerables de Tumaco. ¿Hay transformación social sin cultura?

No, eso es imposible. Creo que mi familia, junto a otras, cumplen de alguna manera esa función de conservación, difusión y recreación en Tumaco. Considero que está subvalorada la transformación social de lo que hacemos, porque se menciona, pero, realmente, la apuesta por la cultura no viene de las instituciones, sino de la misma comunidad; nosotros mismos nos encargamos y somos los interesados por que perviva. Entonces, ellos no se dedican al fortalecimiento real de los grupos artísticos; a nosotros nos llaman es para entretener y presentarnos en espacios de eventos o reuniones que tienen con políticos u otras personas. El apoyo siempre es superficial y no corresponde a una apuesta institucional. Pienso que revolucionaría a este pueblo una apuesta real en los barrios para hacer música, danza urbana o tradicional.

Le invitamos a leer: Olga Burgos: “La fotografía de interiores es un arte, pero no un desahogo”

¿Cómo sería esa apuesta real?

Habría actividades artísticas y culturales en todos los barrios de Tumaco. En las tardes y en las mañanas, dependiendo de la jornada en la que se encuentren los estudiantes, habría dos o tres instructores en cada sector. Los fines de semana se realizarían eventos y barriales comunales. Se distribuirían muchos instrumentos a toda la comunidad, que no solo estén disponibles en dos o tres centros. En Tumaco solo hay sola sala de baile y tiene las tablas podridas. Por eso, a la gente le toca bailar en los parques; para mí eso es vergonzoso. La gente lo ve como algo bonito, pero eso es descuido; es una señal de que no hay una apuesta real tanto para lo comunitario como para quienes quieran dedicarse al arte de manera profesional. Uno debería tener una sala con todos los requerimientos para dedicarse a la creación, producción y formación de alto nivel, pero eso no pasa.

¿Qué le dejó la experiencia de África?

Eso fue un proceso soñado que se hizo realidad gracias a la Corporación Cultural Afrocolombiana Sankofa y el maestro Rafael Palacios. Él decidió llevar a un grupo de jóvenes hasta allá para hacer una pasantía. Durante muchas etapas de la vida, nosotros como afrocolombianos soñamos con volver a África por distintas razones; siempre hemos escuchado la historia sobre nuestros orígenes. Cuando uno está encaminado hacia el liderazgo, se hace más fuerte esa pregunta de cómo hubiera sido haber nacido y crecido allá. Me cambió en muchos aspectos de mi vida el haber estado en contacto con africanos. Lo que más me marcó fue ver la sabiduría que tienen ellos desde muy pequeños, gracias a la tradición oral, la formación y las bases de sus grupos étnicos. Me parece que acá hay mucha ingenuidad o ruido, entonces, a veces, los jóvenes pueden estar muy perdidos; explorando o buscando qué hacer, allá eso no sucede: la gente tiene una filosofía de vida y un arraigo muy fuerte como comunidad.

¿Le hubiera gustado haber nacido y crecido en África?

Hay una parte de mí, muy grande, a la que sí le hubiera gustado. En lugar de ser negro en Colombia, me hubiera gustado ser hutu, tutsi o burkinés, porque allá es importante no el color de piel, sino el grupo étnico al que perteneces, mientras que acá uno entra en una categoría de racismo; uno nunca deja de ser negro en Colombia (lo primero que va a pasar cuando a uno lo ven es que uno va a sentir la presión, el rechazo, la aceptación o la integración). Allá, como la mayoría son negros, tiene que ver más con su grupo étnico, con una afiliación con sus padres. Ellos tienen muchas lenguas a la mano; la mayoría de los jóvenes hablan cuatro o cinco lenguas. Además, el poder bailar y tocar tantos ritmos, tener tanta información con la tradición, me parecería una riqueza que me hubiese gustado tener.

Le recomendamos leer: Esteban Cruz: “Todos los seres humanos somos potencialmente malvados”

Plu con Pla ha fusionado ritmos tradicionales del Pacífico Sur con los afro-urbanos como el reggae y el dancehall, con el fin de que las personas, en especial los jóvenes, vuelquen la mirada hacia lo tradicional. ¿Por qué esa preocupación?

Porque creemos que los jóvenes tienen oportunidades desde los estímulos culturales (música, danza, etc.), que no van a tener en otros espacios, al menos no en Tumaco. Entonces, pensamos que mientras la gente tenga ese plus, se puede integrar más fácil en la sociedad cuando le toque irse a estudiar afuera o llegar a otros espacios; a través de estos elementos pueden tener un perfil más completo y amplio. Por ejemplo, yo soy antropólogo, pero también tengo otras herramientas que me permiten conectarme en distintos niveles con diferentes grupos de persona. Queremos que los jóvenes y niños de Tumaco, cuando lleguen a otras instancias de su vida, tengan esa base desde la cultura y sus territorios; eso es importante y va a marcar la diferencia de nosotros como seres humanos.

El año pasado Plu con Pla lanzó “Somos inmarcesible”, una canción que reescribe el himno nacional de Colombia. “Nunca cesó la horrible noche para quienes te defendieron ni la libertad es sublime. Indígenas y negros les creyeron, comunidad entera que entre cadenas gime”, dice una parte de la letra. Para usted, ¿qué es la libertad?

La libertad es algo que no hemos alcanzado; seguimos en lucha en este país. La abolición de la esclavitud se supone que se decretó en 1851, pero desde mucho antes la gente venía luchando por su libertad, escapándose, construyendo territorios y palenques. Desde 1851 hasta 1990, este país tiene una ley para reconocernos como sujetos de derecho, como una comunidad distinta que tiene derecho, supuestamente, sobre los territorios, pero a la fecha eso no se ha reglamentado. Entonces, ¿de qué libertad estamos hablando con territorios en conflicto, con gente que le toca apartarse de sus redes comunitarias y su familia?

Y a pesar de eso, ¿no hay libertad interior?

No, no hay ninguna forma de libertad. Nosotros porque somos rebeldes, irreverentes, vivimos luchando, enfrentándonos a la imposición, porque hay gente que está aquí que tiene su poder político, entonces siempre van a poner sus propias visiones culturales, lo que se debe y no trasmitir. Las personas ahora se enorgullecen del viche y la música del Pacífico, pero la verdad es que eso siempre ha sido relegado y mal visto (cosas de pobre, de salvajes, de negros). Aunque parezcan así, nosotros somos un grupo al margen, de pueblo. Eso somos Plu con Pla: un grupo en la periferia diciendo cosas que sentimos, que puede ser interesante para un tipo de público, pero que no corresponde al sentir de la masa de este país. La lucha va y va bien, porque cada vez tenemos más espacios, pero son muy peleados. La libertad de expresarnos nos la conseguimos constantemente.

Le puede interesar: El festival de la Belle Époque tuvo más de 15 mil asistentes en Bogotá

Pero si eligen conservar su identidad es porque la gente tiene poder de decisión. Entonces, ¿sigue sin haber libertad?

Yo creo que la libertad es un espacio garantizado de expresión. Si la gente tiene que luchar para decidir y hacer es porque está en un lugar de opresión. No estoy en un escenario de libertad si a mí me cuesta expresarme y cuando lo hago sé que cerré muchas puertas. Por ejemplo: yo por tener mis rastas he pagado el precio de que crean que soy marihuanero, aunque no lo juzgo, pues no fumo marihuana ni tampoco soy rastafari. Pese a mi formación académica, mis espacios de trabajo siempre están más ligados al arte, donde hay más cabida para personas que no anden con un cierto estilo.

¿Por qué pagar ese precio?

Para mi tranquilidad y emoción. Para mí esa es la única forma de existir. Yo por agradar o ganar espacios no voy a ceder en eso; no puedo, está en mi educación.

Danelys Vega Cardozo

Por Danelys Vega Cardozo

Comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana con énfasis en periodismo internacional y comunicación política, y un diplomado en comunicación y periodismo de moda. Perteneció al semillero de investigación Acción social y Comunidades, bajo el proyecto Educaré.danelys_vegadvega@elespectador.com

Temas recomendados:

 

Gerardo(epsdn)13 de abril de 2023 - 11:41 p. m.
Muy interesante conocer y aprender de un joven dedicado a expresar un nuevo concepto de la tan vapuleada y manoseada "cultura". Inteligente por lo que es como Ser Humano. Su liderazgo musical es muy importante destacarlo como lo hace este reportaje.
Pedro(12700)13 de abril de 2023 - 01:06 p. m.
Este joven y su grupo tienen un gran valor esta contando a través de la música la historia de Tumaco , que los otros no se atreven a contar. Francisco su padre sigue luchando por conservar nuestros ritmos y que nuestros niños y jovenes no olviden de donde venimos. Eso es quitarle espacio a la violencia
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar