“Histeria”: el miedo lo domina todo

La obra, escrita por Carlos Carvajal y Jimmy Rangel y protagonizada por Alejandra Borrero, es una imagen angustiosa de la vida de una mujer.

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Karen Rodríguez Rojas/ @KarenRRodriguez
30 de julio de 2017 - 02:00 a. m.
Alejandra Borrero interpreta a Laura en “Histeria”, una mujer que se enfrenta a la oscuridad.  / Andrés González
Alejandra Borrero interpreta a Laura en “Histeria”, una mujer que se enfrenta a la oscuridad. / Andrés González
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Todo es oscuridad. A lo lejos se escuchan unos pasos; parecen ser los de una mujer. De repente una luz se centra en su rostro. Su mirada al infinito, como si estuviera perdida. Está desesperada. Ella es Laura, una mujer de 43 años que ha perdido la visión y se enfrenta a vivir en medio de la oscuridad. Rápidamente todo vuelve a la penumbra. En el ambiente queda la sensación de la histeria de Laura por no ver nada.

***

Hace casi tres años Jimmy Rangel llamó a Carlos Carvajal para decirle que quería escribir una obra sobre una mujer que pierde la visión. Hablaron sobre el teatro ciego —un tipo de representación escénica que se caracteriza por llevarse a cabo en un espacio absolutamente oscurecido— que apareció en 2008 en Argentina, cuando Martín Bondone y Gerardo Bentatti fundaron el Centro Argentino de Teatro Ciego.

Se imaginaron casos concretos de cómo iría una persona ciega al mar o al bosque. En su mente crearon imágenes de lo que sería la vida de una mujer que se enfrenta al duelo de perder un hijo y cómo su dolor la lleva a sufrir una ceguera histérica, condición que se presenta por una disminución visual que puede ser variable en su intensidad: puede ir desde una visión borrosa leve hasta una ceguera total en personas que biológicamente están completamente sanas.

“La obra no se creó a través del conflicto sino por varias imágenes. Una, me acuerdo, fue la de la gaviota. Las gaviotas se quedan ciegas cuando se clavan de picada al mar y mueren así, no pueden comer, se mueren de hambre. Esta es una metáfora de una mujer que se queda ciega después de una pérdida muy fuerte”, comenta Carvajal.

Para Rangel, este fue un asunto experimental, una búsqueda más escénica que dramática. Quiso hacer de esta propuesta una experiencia sensorial que combina lo narrativo con tecnologías que permiten la inmersión total de los asistentes.

“Sólo tardamos dos meses en escribir Histeria. Fue un proceso orgánico. Carlos se encargaba de poner en palabras lo que necesitábamos, pero cuando iba a ponerlo en escena me daba cuenta de que no era tan sencillo como lo imaginábamos, que teníamos que darle otra vuelta. Fue todo un reto ponerla en escena y buscar que el asunto sensorial no se perdiera”, agrega Rangel.

En 2014 llevó al Teatro Nacional esta obra como director. En ese momento quería que fuera una experiencia íntima: que no más de 50 personas pudieran entrar a una función. Se contactó con la actriz Ana María Sánchez. Leyeron la obra. A ella de inmediato le brotaron las lágrimas y aceptó ser Laura. Estaba frente a un texto que había sido escrito especialmente para ella.

Después de dos temporadas en el Teatro Nacional, de ser invitados a festivales y otros teatros, Rangel y Carvajal por fin aceptaron llevar la obra a un espacio en el que hubiera más de 400 personas. Esta vez Alejandra Borrero interpretaría a Laura y la sala Arlequín, de Casa E, sería el lugar donde el dolor, la rabia y la impotencia de la protagonista perforarían, además, a los espectadores.

“Del primer estreno a ahora no hemos ahondado en la investigación de la ceguera histérica, lo que ha ocurrido es que las actrices han sido quienes le ponen un tono completamente distinto. La obra sí es dramática, pero son ellas las que le dan voz a este personaje. Por ejemplo, Ana María era mucho más explosiva, estaba impulsada en sacar todo, en estar al borde. Mientras que Alejandra está en un momento que quiere darle la vuelta y ser más intimista y reflexiva”, dice Rangel.

Las actrices han sido tocadas por esa oscuridad que para el director es la vida misma. Esa histeria es la necesidad de exorcizar el dolor y el sufrimiento más profundo, es esa posibilidad de gritar, soltar y sacar. Para Carlos Carvajal, “la oscuridad tiene que ver con los propios miedos, traumas e inseguridades por las cosas que queremos ver. De ahí que la histeria, vista desde lo que es en Colombia, porque en otros países tiene otras definiciones, es casi un acto de furia impulsiva.

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Laura está sentada hablando por teléfono con una oftalmóloga. Le dice:

—En esta oscuridad en la que me encuentro todo es posible.
“Laura, te escucho. ¿Hace mucho calor?”.
—No. Tengo frío. Hace mucho frío aquí. (...) El agua domina la tierra. Y Amanda me domina a mí, ella es más centrada. Doctora, yo a veces nado. Pero no sé para dónde voy.

El texto de Jimmy Rangel y Carlos Carvajal es una narración llena de descripción en la que el espectador viaja al lugar donde está Laura: ese mundo oscuro y temerario. “Hay momentos en los que se describe exactamente lo que ella siente, por ejemplo, cuando ve incendios, llamas, nubes grises. Es la narración de lo que está sintiendo cuando está ciega”.

Histeria es la unión de metáfora y locura. Es una imagen prolongada de la angustiosa vida de una mujer. La búsqueda de la verdad que hay detrás de una oscuridad que ha aparecido por temor a ver lo dolorosa que puede ser la realidad. En la obra “la oscuridad olvidó el silencio”, porque en esa nada aparecen ruidos capaces de devolver la luz.

Por Karen Rodríguez Rojas/ @KarenRRodriguez

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