De la misma manera como Virgilio le ayudó a César Augusto a crear una obra poética fundacional en el pueblo romano, Ovidio, al igual que lo había hecho Hesíodo en la Teogonía en el siglo VII a. de C., presenta una epopeya en latín que se encarga de narrar la historia del mundo y sus dioses. Son 15 libros en los que el poeta yuxtapone la mitología con la historia grecorromana.
Se trata de una de las obras más importantes de la antigüedad, no solo por su calidad poética y literaria, sino porque constituye una de las principales fuentes mitológicas de las que se han servido todas las artes desde su publicación, en el año 8 a. de C. hasta nuestros días. La pintura renacentista italiana, por ejemplo, es constante en representar los diferentes mitos narrados en Las metamorfosis. Los trovadores medievales, la gran mayoría de los poetas y novelistas del Siglo de Oro español utilizan las narraciones de Ovidio para sus referentes clásicos. Cervantes, Quevedo, Góngora, Shakespare, La Fonatine, De Zayas, Hallmann y otros se nutren de los versos ovidianos para sus creaciones dramáticas. También el siglo XX recrea los mitos descritos por el poeta romano de forma constante: Pygmalion, de G. B Shaw, o incluso obras recientes contemporáneas, como Circe, de Madeleine Miller; la música, el teatro, la danza clásica y moderna… en fin, ha sido una inspiración constante desde una variopinta gama de expresiones culturales de todos los tiempos.
Publio Ovidio Nasón nació en Sulmona (Italia) en el año 43 a. de C. y murió en Tomis (hoy Constanza, en Rumania) en el 17 a. de C. Proveniente de familia pudiente, logró un nivel alto de educación. Estudió retórica, leyes y política en Roma y luego viajó por muchos lugares de la Grecia antigua, lo que le permitió dimensionar la herencia griega y su fusión con la creciente cultura latina. Se familiarizó con la poesía y la versificación, admiró y leyó con sumo interés a Homero, a Virgilio y a Horacio. Por algunos años se dedicó a la política, pero luego de recibir su cuantiosa herencia se entregó de lleno a la poesía.
Las metamorfosis se debaten entre la épica y la didáctica a través de poemas en hexámetros que retoman las leyendas y mitologías que relatan las transformaciones de los dioses, diosas y mortales que han quedado plasmadas en diferentes obras literarias. Probablemente tenía la intención de competir con la obra de Virgilio, y en esa medida utiliza numerosos elementos narratológicos de este último. Sin embargo, las diversas historias que comprenden la obra no son tan solemnes, como sí lo es la Eneida. Por el contrario, en los poemas ovidianos se nota la broma, el humor, la pasión y la fuerte influencia helenística. Pero también se exalta a los últimos gobernadores romanos y los eleva a la categoría de deidades.
Si le interesa leer más de Cultura, le sugerimos: Beatriz González o el relato nacional
La obra inicia con la ordenación del caos, la consecuente creación del universo y sus posteriores transformaciones paulatinas hasta el diluvio universal, que se presentan como repercusión de las doctrinas filosóficas estoicas. Posteriormente, la aparición de los dioses, las diosas y los primeros seres humanos. Al igual que Hesíodo, se refiere a la guerra de los titanes y a la victoria de los dioses olímpicos. Después del diluvio solamente sobreviven Deucalión y Pirra, y con esta pareja de sobrevivientes Ovidio da inicio a los relatos mitológicos sobre dioses, divinidades menores y mortales, hasta llegar a la guerra de Troya. A partir de ahí comienza el ciclo romano con la llegada de Eneas a Italia, después de la destrucción de Troya.
Dentro de los episodios mitológicos más recreados en Las metamorfosis encontramos, por ejemplo, el de las cuatro edades de la humanidad: la edad dorada donde rige la lealtad, la rectitud, no hay armas, no hay guerras, no hay agricultura y el clima es siempre primaveral; viene luego la edad de plata, en la que con la llegada de Júpiter encontramos estaciones, agricultura y vivienda; le sigue la edad de bronce, cuando ya aparecen las armas y las herramientas, aunque no hay crimen; por último, llega la edad de hierro, que se caracteriza por la iniquidad, la ambición, la guerra, el crimen, la otredad y la navegación para conquistar otras tierras.
De los mitos más representados por el arte tenemos el de Dafne, convertida por Apolo en árbol de laurel; el de Narciso, enamorado de su propia figura; el Ío, que se convierte en vaca; aquel de Argos, el monstruo de 100 ojos que vigilaba a Ío y que huye a Egipto y que luego es identificada como Isis, la diosa egipcia. En literatura y arte es recurrente el mito de Medea y Jasón. Uno de los argonautas debe buscar el vellocino de oro, y para esto Medea le da un ungüento que lo hace invulnerable; el mito de Príamo y Tisbe, quienes se amaban a través de una grieta de sus casas y tras huir Príamo se mata creyendo que a su amada la ha devorado una leona; el gran mito de Heracles o Hércules, el mortal que tenía la fuerza de un dios, y que es representado en numerosas películas. La narración incluye también los mitos exclusivamente romanos, como el de Rómulo y Remo, los fundadores de Roma que habían sido criados por una loba.
En fin, son cerca de 250 relatos que retoman la mitología griega esparcida en diversas fuentes, incorporan las fusiones y adaptaciones romanas, y sirven como referente fundamental para la producción de arte, literatura, cine y todo tipo de expresiones culturales que se mantienen vigentes desde la publicación de la obra hasta nuestros días. Es, pues, una obra sin precedentes en términos de relevancia para la historia de la literatura.