El Magazín Cultural

Historia para animales carnívoros

Inspirada en una historia prohibida, llega a escena una obra que habla de igualdad, amor y libertad.

Argenis Leal
08 de septiembre de 2021 - 05:51 p. m.
“Historias para Animales Carnívoros" es una obra para desprenderse de los prejuicios, tabúes y paradigmas con respecto a las formas de experimentar el amor.
“Historias para Animales Carnívoros" es una obra para desprenderse de los prejuicios, tabúes y paradigmas con respecto a las formas de experimentar el amor.
Foto: Juan Pablo Acosta

La oscuridad y el silencio ahogan un último suspiro pasional e intenso que deja en sincronía el corazón de los dos personajes en la escena. Así termina Historia para animales Carnívoros, del director y actor Juan Pablo Acosta, una pieza teatral que toma como punto de partida la novela El beso de la mujer araña, del escritor argentino Manuel Puig, publicada en 1976 y la película del mismo nombre, que fue llevada al cine en 1985 por el director Héctor Babenco. Una historia prohibida en la década de los setenta, que sigue siendo referente y se mantiene más vigente que nunca, la cual narra la relación de dos presos que conviven en la misma celda.

Ahora llega a la escena teatral en una corta temporada que culminará el 11 de septiembre y se llevará a cabo en La Otra Guarida, un espacio no convencional, pequeño e íntimo (que mantiene las medidas de bioseguridad), con el público alrededor de los actores, quienes navegan por relatos de películas, recuerdos de los días en libertad, así como la privaciones y sufrimiento de la cárcel.

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Valentín es un preso político con ideales de igualdad y libertad, fiel a la “causa”, aunque en este caso no se sabe cuál: chilena, colombiana o argentina (la dictadura militar de Argentina de 1970 fue la inspiración para la novela de Puig), pero en este caso, el director no precisa el espacio geográfico o el tiempo: “Decidí sacarla de Argentina a un contexto Latinoamericano, puede aplicar para cualquier país. Siento que, en este momento tan convulsionado de la historia, no podemos ser rígidos, debemos buscar entendernos y aceptarnos, considero que hablar de “luchas” desde el sesgo está sobrevalorado y no podemos quedarnos en las disputas de clase, género, raza o religión”, afirma Acosta.

Valentín es interpretado por el actor Juan Luna, su actuación es pausada y contenida, en total sincronía con el carácter del personaje: un hombre idealista, reservado y racional. Cada moviendo trasmite el dolor de un cuerpo lastimado, adolorido por horas de tortura física y emocional. La obra narra sus últimos días y cómo, en ese momento de su vida, poco a poco va perdiendo el control de sus pensamientos que navegan hacia distintas direcciones: sus compañeros de causa, los recuerdos de la mujer que ama y la naciente, pero intensa relación que surge con su compañero de celda, Molina.

Molina es interpretado por Manuel Báez. El personaje es sensible, sentimental y algo ingenuo. Catalogado como homosexual, ha sido víctima de un trato despótico y violento por aquellos que lo rodean y la sociedad en general. Personaje que surge de referentes femeninos como Blanche DuBois, de un Tranvía Llamado Deseo, entre otras luminarias del cine y el teatro, indagación que se ve reflejada en la escena a partir de un trabajo corporal minucioso y la ubicación del personaje en el espacio. “Molina es un ser que está más allá del género” afirma su interprete.

Con movimientos delicados y cadenciosos recorre la celda narrando antiguas películas francesas para escapar de la realidad. Su espíritu femenino aterrizo en un cuerpo que no le correspondía y, arrastrado por las circunstancias (como aquellas mujeres de labios rojos, cuerpo esbelto y trajes hermosos de sus historias) dará la vida por el hombre que ama. Pero esta obra no narra su muerte, esta obra habla de cómo dos seres humanos, en circunstancias extremas, se encuentran a sí mismos y pueden amar libremente, sin etiquetas ni prejuicios: porque en la intimidad de un cuarto sin salida se fusionan ideales y sentimientos.

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Historias Para Animales Carnívoros, además, utiliza elementos técnicos como el diseño sonoro, el juego de luces y coreográfico para resaltar el estado de ánimo o el destino de los personajes. “Molina representa la fragilidad, la feminidad y el hecho de saberse vulnerable por pensar y sentir diferente en una sociedad machista y heteronormativa. Y Valentín es esa heteronormatividad que se va quebrando en la medida que reconoce su humanidad y acepta otras perspectivas y formas de relacionarse en el mundo”, concluye el director.

Por Argenis Leal

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