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Fahrenheit 451, el nombre de la novela de Bradbury fabricado con la respuesta, relata cómo una brigada de bomberos en un país imaginario tiene como misión provocar incendios. Su tarea consiste en eliminar libros para dominar la mente del hombre y liberarlo de “pensamientos malignos”.
Montag, el bombero protagonista, cumple la misión, pero le gana la curiosidad de saber qué esconden los libros como para ser condenados a la hoguera.
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“Quizás algún hombre necesitó toda una vida para reunir varios de sus pensamientos mientras contemplaba el mundo y la existencia, y entonces me presenté yo y en dos minutos, ¡zas!, todo liquidado”.
El caso de una mujer dispuesta a morir por su biblioteca le dejó una reflexión definitiva. “Tiene que haber algo en los libros, cosas que no podemos imaginar, para que una mujer sea capaz de permanecer en una casa que arde”.
En su curiosidad, Montag escondía ejemplares para leerlos en la oscuridad. Su compañera, alienada, lo sorprendió y lo denunció. Cuando los bomberos se movilizaban para quemarlo todo, el protagonista escapa y se une a un grupo de vagabundos dedicados a memorizar los libros para protegerlos del olvido.
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La novela fue publicada en 1953, en pleno macartismo, la era oscura de la Guerra Fría que se convirtió en cacería de brujas en Estados Unidos contra los llamados sospechosos de profesar el comunismo.
En la ficción de Bradbury fueron quemados los ensayos de Bertrand Russell, Los viajes de Gulliver, las comedias de Aristófanes y miles de libros más. En la realidad del macartismo fueron retirados treinta mil libros de bibliotecas y librerías, por considerarlos enemigos públicos.
El fuego que consume libros en la obra de Bradbury alcanzó con el tiempo a Fahrenheit 451. La escritora Susan Orlean escogió esa novela, por recomendación de su esposo, para prenderle fuego como experimento emocional.
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Su intención era comprender lo que sintió el hombre al que señalaban de encender la cerilla que acabó con la Biblioteca Pública de los Ángeles en 1986, eje de su libro La biblioteca en llamas.
Su experimento fue “la constatación de lo rápido que se puede hacer desaparecer algo preñado de historias humanas”.