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Honorio Alarcón, primer gran intérprete internacional colombiano

Uno habría podido esperar que, en un país donde la memoria de los héroes culturales tiende a desaparecer —en especial si se trata de músicos—, el centenario de la muerte de Honorio Alarcón el pasado mes de mayo pasara desapercibido.

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David Feferbaum
09 de junio de 2020 - 11:37 p. m.
Honorio Alarcón estudió en Europa. A su regreso, ocupó el cargo de director general de Bandas Nacionales.
Honorio Alarcón estudió en Europa. A su regreso, ocupó el cargo de director general de Bandas Nacionales.
Foto: Archivo Particular
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No obstante, para mi sorpresa, el 30 de mayo en la sección “Hace 100 años” de El Tiempo se recordaron las honras fúnebres que en memoria del músico hubo en la capital: “Todos los músicos y cantores de Bogotá han convenido en tributar en esta ocasión un homenaje a la memoria del inolvidable maestro Honorio Alarcón, reconocido pianista nacido en Santa Marta y que falleció el pasado 19 de mayo. Por tal motivo, se escuchará en Bogotá, por primera vez, la misa del compositor italiano Magri(*), en la iglesia del Convento de Santo Domingo”.

Uno de los problemas que tenemos en Colombia es que las fuentes e investigaciones sobre muchos de los principales actores de nuestro desarrollo musical, son relativamente pobres. En el caso de músicos cuya participación e influencia histórica es anterior a 1950, la fuente más amplia son las publicaciones de José Ignacio Perdomo Escobar, en especial la primera versión de 1938(1). Muy poco se han ampliado los contenidos de Perdomo y, en casi todo lo publicado, lo único que cambia es la redacción. Obviamente, hay excepciones —que destaco por su valor y cubrimiento— como los trabajos de Egberto Bermúdez, quien más ha profundizado en el estudio de nuestro patrimonio musical.

La información disponible sobre Alarcón es un ejemplo de lo expuesto, por lo que resulta necesario citar a Perdomo, además de que la cuarentena nos impide emprender otras búsquedas, en particular documentos físicos. En su obra —y subrayo el año de publicación: 1938— Perdomo registra que:

En 1905 encargó de la Dirección [de la Academia Nacional de Música] el General Rafael Reyes, a don Honorio Alarcón, el más grande pianista que tuvo Colombia en su época. Era natural de Santa Marta. Sus primeros estudios los hizo bajo la dirección de su padre, don José C. Alarcón, un gran músico.

A los 22 años Alarcón se presentó a concurso en el Conservatorio de París, en competencia con 50 aspirantes a tres vacantes en dicho plantel, e ingresó a uno de ellos, pese a tener más edad de la requerida y ser extranjero.

La pieza escogida para este concurso fue la Fantasía cromática y fuga de Bach, que, por exigencia del jurado, que encontró sumamente interesante su ejecución, hubo de tocarla íntegra. Allí fue discípulo de Mathias(2) y de D´Indy(3).

Un año después pasó al Conservatorio de Leipzig, donde completó los estudios de piano, armonía, contrapunto y fuga, bajo la dirección de Reinecke(4) y Jadassohn(5).

En 1885 alcanzó un resonante triunfo en el certamen del Conservatorio de Leipzig, celebrado en la sala de la Gewandhaus, donde ejecutó el Concierto en Do mayor, No. 3 de Reinecke, siéndole otorgado por el jurado compuesto por el mismo Reinecke, Jadassohn, Otto Cunter, Heirich Behr, Emil Trefftz y doctor Wachsmuth, el Diploma Directorial”.

Cabe mencionar que luego de su ingreso al Conservatorio de Leipzig en 1883, Alarcón obtuvo en 1885 el Premio Mendelssohn-Bartholdy, que ningún americano había recibido hasta entonces. El pianista argentino Arturo Berutti, considerado padre de la lírica argentina, pionero en sus creaciones operáticas y traductor del Tratado de Armonía de Jadassohn, escribió en el diario La Libertad de Buenos Aires: ”No he oído nada mejor como pianista en los conciertos del Conservatorio de Leipzig que un joven colombiano llamado Honorio Alarcón”.

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De regreso a Colombia, en 1905, Alarcón ocupó las cátedras de contrapunto y fuga, y salvo una breve interrupción en 1908, cuando lo reemplazó su alumno Andrés Martínez Montoya, estuvo al frente de la Academia Nacional de Música hasta 1909. Así mismo, dirigió la orquesta e incluso llegó a montar el primer acto de la Flauta Mágica, que fue suspendido, al parecer por veto del arzobispo Bernardo Herrera que “vio mal la actuación de señoritas bogotanas en la escena y quizás por el argumento masónico de la obra”.

En 1909, cuando viajó de nuevo a Europa, fue nombrado en su cargo Jorge W. Price (1853-1953) que, en ese mismo año, sería reemplazado por Guillermo Uribe Holguín (1880-1971), recién llegado de Francia, luego de estudiar con Vincent D´Indy.

Rápidamente, en su ausencia, la propuesta de Alarcón para su proyecto educativo fue intervenida de manera significativa. Esto lleva a que, en 1912, se produzca una acalorada polémica entre Alarcón y Uribe Holguín. El primero defendía el modelo pedagógico de la escuela alemana, y el segundo el de la escuela francesa. Cabe destacar que la polémica no se limitó a las publicaciones hechas por ambos músicos, sino que se proyectó y contó con la participación de altas esferas tanto gubernamentales como intelectuales. Parecería que el país le otorgaba en ese momento una importancia significativa al curso de la educación musical… (¿todo tiempo pasado pudo ser más interesante?).

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Considerando que estamos hablando de finales del siglo XIX, cuando el liderazgo musical de Leipzig era indiscutible y las plazas disponibles en los grandes centros musicales eran sin duda limitadas, y si el lector ha revisado en las notas la trayectoria resumida de los maestros de Alarcón, no es exagerado afirmar —hoy, a 100 años de su fallecimiento— que ningún otro interpreté colombiano ha logrado formar parte de un entorno musical tan alto como Alarcón. Y a esto, desde luego, hay que agregar su actividad docente y la nómina de alumnos suyos determinantes en nuestro desarrollo musical.

Este listado incluye, entre muchos otros, a Eliseo Hernández (1869-1944), Daniel Samudio (1885-1952), Andrés Martínez Montoya (1870-1933), Emilio Murillo (1880-1942), Lelio Olarte (1885-1940), Jerónimo Velasco (1885-1963), Gustavo Escobar Larrazábal (1890-1968) y en forma muy destacada, por lo que será su impacto a partir de los años 30, Gustavo Santos Montejo (1892-1967) y Antonio María Valencia (1904-1952).

En su libro Canciones y Recuerdos, Jorge Añez (1892-1952) cita a Arturo Manrique —director del incomparable Mundo al día (1924-1938), que llegó a publicar 226 partituras de 115 músicos— con motivo de la muerte de Alarcón: “Pocos músicos en Colombia han alcanzado el título de maestro con más popularidad y más justicia que Alarcón porque en él residía el alma del artista, del profesor, del hombre bondadoso…”, y concluye que, luego de haber alcanzado los más altos honores, “fue lamentablemente olvidado por el Gobierno de su patria: ni el Ministerio de Instrucción, ni entidad alguna, honraron su memoria de gran colombiano y gran artista, siquiera con la vacua fraseología de uno de sus decretos que prodigan a tantas mediocridades de la política…”.

(*) Pietro Magri (1873-1937)

(1) Boletín Interamericano de Música, Bogotá 1938

2) Georges Mathias (1826-1910). Concertista y profesor de piano que estudió, entre otros, con Frederick Chopin y tuvo de alumnos destacados, como Teresa Carreño, Erik Satie y Alberto Williams.

(3) Vincent D´Indy (1851-1931.) Notable compositor y profesor francés, enseñó tanto en el Conservatorio de París como en la Schola Cantorum, que fundó en 1894. Su docencia se reconoce por haber formado a numerosos músicos, entre ellos Arthur Honegger, Darius Milhaud, Albert Roussel, Erik Satie, Cole Porter, Georges-Ëmile Tanguay y, en nuestro caso, Guillermo Uribe Holguín, con quien tuvo una estrechísima relación (además de ser su padrino de matrimonio), Antonio María Valencia y Gustavo Santos.

(4) Carl Reinecke (1824-1909). Compositor, director y pianista alemán, que cuenta entre sus estudiantes, tanto de composición como de piano, a Edward Grieg, Charles Villiers Stanford, Isaac Albeniz, Felix Weingartner, Max Bruch. También fue director, por más de tres décadas, de los conciertos de la orquesta del Gewandhouse de Leipzig, donde estrenó numerosas obras, como el Réquiem Alemán de Brahms y, si bien su producción como compositor no es muy amplia, ella incluye una ópera, sinfonías y conciertos para violín y para piano. Al final de sus días hizo numerosas grabaciones para “piano roller”.

(5) Salomon Jadassohn (1831-1902). Además de compositor, fue reconocido profesor de piano y composición, entre cuyos alumnos se cuentan: Edvard Grieg, Ferruccio Busoni, Frederick Delius, Richard Frank, Emil Reznicek y Felix Weingartner. Se dice que Jadassohn y su música no fueron más conocidos debido a la preeminencia de su contemporáneo Reinecke, compositor, gran virtuoso del piano y también profesor en el conservatorio de Leipzig. Ambos fueron directores de la orquesta de Leipzig.

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Por David Feferbaum

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