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Huellas y memoria de una Nación

A partir del 8 de mayo, el Canal Caracol emitirá 25 documentales con historias inéditas de Colombia.

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Redacción Cultural
17 de abril de 2010 - 09:00 p. m.
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Desde la infancia, no hay colombiano al que en las aulas del colegio no le hayan enseñado la historia del florero de Llorente y el Grito de Independencia del 20 de julio de 1810. Pero pocos saben que el hecho fundacional de nuestra cronología bicentenaria no fue un acontecimiento espontáneo. Todo estaba planeado y en un tenso ambiente con pasquines que circulaban en las calles o consignas escritas en los muros de Santa Fe de Bogotá, se fueron ajustando los códigos secretos de una rebelión que hoy puede ser contada desde otra orilla, la de la gente y sus memorias.

Esta es la idea que unió al Ministerio de Cultura y al Canal Caracol para poner en marcha su proyecto ‘Viaje a la memoria, la huella de una Nación’, una serie de 25 documentales que se empezarán a emitir desde el próximo 8 de mayo y que fueron creados con un objetivo estético: que el modelo denso y discursivo de la televisión cultural se fusione con los formatos modernos de la televisión comercial y, sumándose al espíritu bicentenario, recobren fantásticas historias que, de generación en generación, siguen viviendo en el legado colectivo de Colombia.

La vibrante historia del Túnel de la Quiebra, orgullo de los antioqueños, que en agosto de 1929 logró concretar el ideal de un pueblo y de paso insertó el país en la era de la ingeniería civil al romper la montaña para que Medellín llegara a Puerto Berrío a través del Ferrocarril de Antioquia. O la resistencia del líder indígena Agustín Agualongo, desde Ecuador a Nariño, quien se convirtió en la piedra en el zapato de los ejércitos patriotas de Simón Bolívar hasta que fue fusilado en Popayán en 1824, y murió gritando “Viva el Rey”, como lo siguen contando en las aulas de Pasto.

Son 25 narraciones sin un presentador que las asuma, sino un viajero que recorre los lugares donde se dieron los hechos y, escuchando testigos o dejando contar a quienes conservan la memoria oral, regresa al presente la intensidad de esas historias. El primer vuelo de un avión a Pamplona (Norte de Santander) en 1923, pilotado por el pionero de la aviación en Colombia, Camilo Daza, que terminó estrellado en un cerezo en medio de los aplausos; o el primer viaje en carro que hizo el presidente Rafael Reyes desde Bogotá hasta su tierra natal, Santa Rosa de Viterbo.

Episodios insólitos y deslumbrantes de nuestra Colombia mestiza, negra, indígena o de raíces hispánicas, que a lo largo de 200 años han venido construyendo la memoria de la gente. La saga libertaria de Benkos Biohó, esclavo africano vendido en Cartagena qué lideró la primera rebelión negra hasta que fue ahorcado en 1621, y cuyo ejemplo dio origen al Palenque de San Basilio, primer territorio libre de América en 1713. Una historia recorrida por la presentadora y periodista Mabel Lara, quien encontró que sus ancestros del Pacífico son los mismos de la cultura Caribe y sus luchas heroicas.

A cada región llegó un viajero, no siempre conocido o resonante. Por ejemplo, Mario Muñoz, vocalista de la banda Doctor Krápula, es el protagonista en Riosucio (Caldas), descubriendo la extraña metáfora del mestizaje entre colonos e indígenas que explica las tradiciones que se viven en su entrañable Carnaval del Diablo; o el libretista y cineasta Dago García lo hace en las calles antiguas de Santa Fe de Bogotá, porque en este recuento de sucesos impresos en el imaginario de Colombia no era posible prescindir del 20 de julio de 1810, que al fin y al cabo es la fecha que justifica la fiebre bicentenaria.

En otra esquina del país, el escritor y guionista Pedro Claver Téllez explora la génesis de uno de los capítulos más recordados en los Llanos Orientales. La guerrilla liberal de Guadalupe Salcedo, que en los años 50 del siglo XX recorrió las sabanas de Casanare y Meta comandando a más de 2.000 combatientes que se declararon ajenos a las Fuerzas Armadas y al Gobierno y únicamente adeptos a las Leyes del Llano. O la alucinante epopeya de la migración alemana en Santander que forjó la leyenda de la culebra Pico de Oro, y que regresa al presente con un descendiente de estas bravías tierras: Christian Hederich.

Fueron dos años de trabajo continuo en las regiones buscando relatos representativos. “Inicialmente se quería que la serie incluyera una historia por departamento, pero en la medida en que se avanzó en la pesquisa, fueron cobrando sentido ciertas narraciones que identifican a las comunidades. Esa es la esencia de este trabajo: recuperar pasajes que todos creen saber pero no están contados con la estética y el aporte narrativo que permite la fusión entre la televisión cultural y la pública”, señala Germán Franco, director de comunicaciones del Ministerio de Cultura, uno de los gestores de este proyecto.

“No son historias de la violencia ni alrededor de las víctimas, son hechos que marcaron la vida de la Nación en diferentes regiones, tanto que la gente las recuerda o las invoca con motivo de orgullo”, agrega la productora ejecutiva del seriado, Claudia Cárdenas, quien pone como ejemplo un suceso que marcó a los caleños: la explosión de diez camiones cargados con más de mil cajas de dinamita, que arrasó varios barrios de la capital del Valle en agosto de 1956 y dejó más de 1.300 muertos. Es muy probable que muchos colombianos no conozcan esta tragedia, pero valía la pena recontarla, esta vez siguiendo los pasos del fotógrafo Stephen Morris.

El director general del proyecto es el escritor y documentalista antioqueño Juan Diego Mejía, además autor de varias novelas, quien cree fundamental y necesario que la memoria del país quede retratada en las historias que identifican a sus pueblos. “De alguna manera, todos los colombianos tenemos unos imaginarios de nuestros próceres y hechos determinantes. Simón Bolívar, su caballo blanco, su victoria en la Batalla de Boyacá, pero también es hora de reconocernos en otros hechos”, insiste. Y exalta, por ejemplo, la huelga de Betsabé Espinal y las textileras de Bello (Antioquia) en 1920, que abrió camino a luchas obreras en Colombia.

Los documentales serán emitidos los sábados en el tradicional espacio Entre ojos, del Canal Caracol, y se prolongarán hasta el mes de octubre. Con la participación adicional de ocho investigadores y de varios realizadores y guionistas para cada una de las historias, se trata de un esfuerzo encaminado a revelar valores ocultos de la sociedad colombiana, destacar libertades que hoy son derechos adquiridos, mostrar cómo las comunidades han hecho del dolor parte de su cultura, reconocer cómo el país ha asimilado sus procesos tecnológicos y, en síntesis, recobrar la memoria de una Nación que aún tiene mucho que ver y que contar.

Por Redacción Cultural

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