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“La vida es una lucha, por eso escribo realismo sucio”: Javier Castellanos

“En eL MaNiCoMiO” es la cuarta novela del escritor bogotano Javier Castellanos, publicada por CLU Editores. Entrevista con el autor que adora el punk y a Charles Bukowski.

Juan Sebastián Lozano

10 de marzo de 2025 - 06:06 p. m.
Javier Castellanos ha publicado otros libros como “Esquizofrenia” y “Vasectomía”.
Foto: Cortesía
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Javier Castellanos es un escritor bogotano muy particular en el contexto de la literatura colombiana. Su origen es obrero; el género que explora es el realismo sucio, es un hijo de Charles Bukowski y Pedro Juan Gutiérrez en el altiplano; se identifica con el punk, su narrativa es ágil e incorrecta como la de este estilo musical. Se podría decir entonces que es un escritor salvaje, rabioso y urbano, no relacionado con la academia, pero no es así, también es un lector juicioso de clásicos. En lo suyo está presente Cervantes y Unamuno, y su estilo narrativo no es como una traducción de Anagrama, más bien en este hay una exploración del lenguaje bogotano popular, una recreación de cierta oralidad de la capital del país y la búsqueda de un ritmo propio.

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“En eL MaNiCoMiO” es su cuarta novela. Es la historia de Joyita, un escritor y profesor de literatura alcohólico que está en caída libre en un abismo de adicción, depresión y ansiedad, y es recluido en un hospital psiquiátrico. Allí reflexiona sobre su presente y pasado, vive algunas aventuras y conoce a otros pacientes que lo obligan a salirse de su neurosis. El libro tiene algunos juegos metaficcionales y cierta paranoia sobre la realidad, a lo Philip K. Dick. En lo formal, el estilo tiene algunas rispideces, pero sobre todo es gracioso, hay muy buenos momentos; la historia fluye en un carro quemándose.

Háblenos de sus inicios en la lectura y en la escritura.

En el contexto en el cual crecí y viví hasta hace pocos meses, un barrio popular ubicado en Ciudad Bolívar, no era precisamente que se viviera en la meca de la literatura. Allá se lee la realidad para poder sobrevivir, mas no es que se estimulara la pasión por la lectura de libros. Sin embargo, fue en ese barrio en donde un mancito, que por alguna razón llegó a mi vida, me incitó a leer. En mi casa había una pequeña biblioteca. Esa persona dijo que, aunque había pocos libros, algunos de ellos eran muy buenos. Hablaba de Dostoievski, Camus, Poe, Sartre, Nietzsche y José Ingenieros. No me aventuré a abordar al ruso ni al argentino, por el volumen de páginas, era un adolescente, pero sí lo hice con “El extranjero”, “La náusea”, “Narraciones extraordinarias” y “El Anticristo”. En ese entonces cursaba undécimo grado. Ese fue el inicio de lo que poco a poco se convirtió en un hábito. En cuanto a la escritura, poco antes de ingresar a la universidad –a la edad de 24 años lo hice, ya que hasta esa edad conseguí un trabajo que me permitía pagarme los estudios– me había aventurado a escribir algunos cuentos. Ya en la universidad me arriesgué a escribir una novela, luego otra, así de corrido. Más tarde, cuando me echaron de ese trabajo (por darle prelación a mi vida bohemia) y quedé en vilo para seguir sosteniendo mis estudios, juraba que esos manuscritos se convertirían en mi tabla de salvación, ja, ja. Aunque eso no ocurrió, fue gracias a esos textos que me animé a seguir escribiendo.

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Qué escritores lo han influenciado.

Camus, Nietzsche, Sartre, Dostoievski, Balzac, Gogol, Hesse, Bakunin, Auster, Kropotkin y Malatesta. Cuando encontraba un autor que me gustaba buscaba en las bibliotecas lo que más pudiera encontrar y devorar. La lectura de muchos clásicos me nutrió sobremanera. Más adelante me gustó mucho la obra de Fernando Vallejo, ¡fue una enorme sorpresa saber que en Colombia alguien se atrevía a escribir de esa manera! Y, por supuesto, me fue más grato aún conocer a un señor que por pura casualidad vi en una foto en las redes. Estaba como con un micrófono dentro de una emisora y tenía en sus manos una botella de vino; era Bukowski, eso me abrió la puerta al realismo sucio y allí me sumergí. Me gusta mucho también Pedro Juan Gutiérrez. La música que escucho también me influenció. Me gusta el punk, y todas mis obras tienen citas de canciones de ese género.

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En el libro se siente la influencia de Bukowski, pero también hay referencias a la literatura española clásica y a clásicos de filosofía.

Estoy convencido de que la buena literatura y los buenos escritores deben nutrirse de la literatura clásica. A autores como los que mencioné en la pregunta anterior de alguna manera los tengo siempre presentes cuando escribo. Como homenaje a ellos, en mis libros intento incluir escenas intertextuales o narraciones del mismo talante. Por ejemplo, en la novela “En eL MaNiCoMiO” se cita a Unamuno y su obra “Niebla”, ya que mi novela mezcla el realismo sucio y la metaficción.

El libro parece escrito “a tumba abierta”, como decía Roberto Bolaño, como una descarga, de manera rápida y fluida.

Así fue, una descarga, un salto al abismo, un descenso en picada para ver hasta dónde era capaz de llegar. Lo escribí en tres meses, más o menos. Lo que suelo hacer es sentarme a escribir cuando tengo ese impulso. La versión que revisé después de terminarlo no cambió casi en nada respecto a la primera. Es como cuando voy en motocicleta por una carretera y se puede subir la velocidad, así fue. Generalmente me ocurre así, y no solo con este libro. Es como una pulsión, una cita con la ruleta rusa.

Hay una frase que recorre el libro: “Algunos escritores nacieron para escribir la vida de otros; los verdaderos escritores mueren para poder escribir su propia vida”.

Esta frase fue tomada de otra novela que ya tengo escrita, pero no se ha publicado. A su vez, se basa en la frase de Nietzsche: “De todo lo escrito yo amo solo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú con sangre, y te darás cuenta de que la sangre es espíritu” … Si bien considero que la literatura desde el momento mismo en que la idea se plasma en la pantalla o el papel, ya es ficción, creo que es más auténtica si esa narración es honesta y en ella se siente el espíritu del escritor: una idea, una forma de abordar la existencia, de hacerle frente; la vida es una lucha, al menos la mía lo ha sido, por eso escribo realismo sucio, porque el realismo sucio y sus personajes batallan día a día para poder vivir en medio del caos putrefacto... Creo que la mayoría de cosas que en esas narraciones están expuestas no serían tan verosímiles si el autor no hubiera sentido el riesgo de andar al filo de la navaja en su propia vida… Tratar de plasmar, por ejemplo, una escena saliendo del Bronx sin realmente haber sentido ese vértigo, sin haber experimentado los olores que allí se respiraban, el hedor que parecía filtrarse por los poros; tratar de plasmar una escena con una prostituta sin haber experimentado lo que se siente estar en ese ambiente oscuro, sucio, peligroso de los prostíbulos… No digo que no se pueda hacer, pero no sería tan auténtico.

Por Juan Sebastián Lozano

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