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¿Cuál fue el momento en el que se dio cuenta de que debía contribuir a la lucha contra el cambio climático?
Yo he sido amante de la naturaleza desde siempre. He vivido muy cerca de ella y he visto su degradación provocada por el calor extremo, las sequías, por todo lo que ha causado este caos climático derivado del calentamiento global. Sin embargo, nunca había tenido ese tema en el centro de mi actividad, hasta que en 2018 se juntaron dos cosas muy importantes: por un lado, nació mi primer hijo, y cualquiera que haya sido padre sabe que eso le cambia a uno su lugar en el mundo, porque uno se vuelve responsable del futuro de otra persona. Por otro lado, justo en ese mismo año se publicó el informe del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático, en el que se advertía —con una crudeza extrema— lo que estaba ocurriendo y el escenario al que íbamos si no reducíamos las emisiones a la mitad para 2030. Ese informe me activó muchísimo: me hizo entender hasta qué punto era real que la ventana de oportunidad se estaba cerrando y que el tiempo de actuar era ahora mismo, no dentro de cinco o diez años.
¿Por qué decidió hacer esto a través de lo audiovisual?
Abrí este canal porque me frustraba muchísimo ver que toda la información científica del más alto nivel no se trasladaba a los medios de comunicación, ni a los debates políticos, ni a la sociedad en general. Era una impotencia muy grande ver que se estaba hablando del último conflicto partidista en el Parlamento, cuando eso es algo que resulta absolutamente irrelevante si se compara con la urgencia de frenar el cambio climático a tiempo. Así que comencé a traducir la información científica para las redes sociales con el objetivo de motivar acciones concretas para frenar esta crisis. Nunca imaginé que esto tendría el recorrido ni el impacto que tuvo. Lo hice por necesidad de hacer algo, y fue muy sorprendente ver cómo la gente lo acogió desde el primer video.
Usted decidió enfocarse en la agricultura regenerativa. ¿Por qué?
Este enfoque de la regeneración, de repensar la forma en la que hacemos las cosas en todos los sectores, busca que, además de generar los productos y servicios que necesitamos, el modo en que los producimos repare lo que está roto, restaure los ecosistemas, cree más vida para el futuro, consiga retener el agua en los paisajes y genere justicia. Este cambio de paradigma —el de la regeneración— es, para mí, el campo más estimulante en el que uno puede sumergirse, porque es algo que se está levantando a pulso con el esfuerzo de millones de pioneros: investigadores, agricultores, ganaderos, científicos, ingenieros de todo el mundo… Todos están logrando que la humanidad pueda aspirar a un futuro de prosperidad y equilibrio con la naturaleza, donde nuestras actividades generen un impacto positivo sobre las demás especies con las que compartimos este planeta.
¿Qué lo ha inspirado de hacer esta docuserie?
Ver personas corrientes que han transformado la forma en que hacen las cosas, han tenido éxito y, por ende, se han convertido en un faro para el mundo, porque se están provocando cambios en su sector por un efecto imitación. Son personas que están restaurando la vida de la Tierra al mismo tiempo que generan prosperidad económica. Esos ejemplos, uno detrás de otro, te retan, te invitan a sacar tu mejor versión, a hacer más, a formar parte de esta ola de regeneración. Creo que es un ejercicio muy bonito centrarnos en las soluciones, en todo lo que podemos ganar. Además, es un enfoque que rompe completamente con la polarización. Es decir, hay muchos ganaderos y agricultores en Estados Unidos, que pueden ser negacionistas del cambio climático porque son seguidores de Trump, y aun así están apostando por la agricultura regenerativa, porque es una práctica que restaura sus suelos, reduce sus facturas y aumenta sus ganancias, mientras les permite conservar y regenerar un paisaje del que también se sienten custodios. Nadie quiere destruir la naturaleza.
¿Se considera más optimista o pesimista con el estado de esta lucha?
Yo creo que no podemos no ser optimistas en la lucha contra el cambio climático. Estamos en los años cruciales en los que corremos el riesgo de activar puntos de inflexión irreversibles en los sistemas climáticos, esos que sostienen nuestro bienestar. Una vez que se produzca ese giro, ya no habría vuelta atrás. Entonces, lo que hagamos en estos años va a dejar una huella durante siglos. Por eso insisto: no tenemos derecho a no ser optimistas, a no ser positivos, a no hacer todo lo que esté en nuestras manos en este tiempo.
¿Qué significa para usted participar en “Summit Regeneradores 2025”, en Cali?
Para mí es un evento que me hace muchísima ilusión, sobre todo por lo acertado del objetivo y la ambición del horizonte: son tres millones de hectáreas de campos agrícolas convertidos a regenerativos, a las que apunta la iniciativa Paisajes Futuros y Regeneradores. Me parece que esa es justamente la clase de ambición que necesitamos en este momento. Estos encuentros, en los que confluyen todos esos pioneros que conforman cada una de las piezas del nuevo sistema agroalimentario, permiten un aprendizaje mutuo, discusiones enriquecedoras que elevan el horizonte común. Es una especie de ágora donde se comparten conocimientos, experiencias, ilusiones, y del que uno sale más fuerte. Además, porque se trata de construir una red de redes, un micelio que conecte las experiencias más punteras con las demás y las nutra, para que todos podamos avanzar más rápido. Creo que es una gran iniciativa y me siento muy feliz de poder formar parte de ella.
