Jorge Valdano en claroscuro

El exfutbolista, referente intelectual en el mundo del deporte, en una entrevista con el escritor y periodista antioqueño Gonzalo Medina, habla de sus influencias literarias y de la importancia de leer y escribir en la vida.

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Gonzalo Medina
09 de febrero de 2017 - 06:30 p. m.
Jorge Valdano, quien a decir de Daniel Samper Pizano, habla como si ya estuviera editado.  / Archivo
Jorge Valdano, quien a decir de Daniel Samper Pizano, habla como si ya estuviera editado. / Archivo
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Jorge Alberto Valdano Castellano ha recorrido las distintas escalas de la gradación propia del fútbol, pero, a diferencia de otros deportistas de su nivel, trascendiéndola con lujo de detalles, entre otras cosas porque es un autodidacto en el sentido estricto de la palabra: del “leproso” Newlls Old´s Boys, de Rosario, al Tenerife, luego al Zaragoza y posteriormente al Real Madrid, estos últimos, españoles, aunque el tercero es el club de sus afectos y realizaciones, porque con él fue campeón en toda clase de torneos, como jugador y como técnico. Al mismo tiempo ganó el campeonato mundial con la selección de Argentina en 1986. De igual manera, Valdano comenzó a imponer su estilo de intelectual como colaborador de publicaciones académicas, autor de libros y de antologías en torno al fútbol y la literatura, lo mismo que en la administración deportiva.

Vino luego su etapa como manejador general del Real, en la cual estuvo hasta cuando le pareció al entonces técnico portugués José Mourinho, quien se la puso sin rodeos al presidente Florentino Pérez: “se va Valdano, o me voy yo”. Mourinho siguió dirigiendo.

Aprovechando su primera visita a Medellín, cuando dio una de sus conferencias sobre la importancia del trabajo en equipo, quisimos incursionar en facetas poco conocidas de Jorge Valdano. Les compartimos este va y viene con el hombre que no solo ha jugado con el balón, sino que también lo hace con la palabra:


¿Cuál fue su primera sensación al llegar a Medellín, teniendo en cuenta que la visitaba por vez primera y, al mismo tiempo, lo que ella significa en la historia de su país? ¿Pasó Gardel por su mente? ¿Y junto con Gardel irrumpió el ritmo del tango? ¿O es poco amante de la llamada canción ciudadana?

Me encanta el tango y me encanta Gardel. Dio la casualidad de que justo el día en que visité por primera vez Medellín, hablo de octubre de 2012, llegó la confirmación de que Gardel había nacido en Francia. Pero la figura de Gardel fue secundaria en este viaje. Me impresionó la vitalidad de Medellín. Hay ciudades que te reconcilian con la clase política y Medellín es una de ellas. Me dejó la sensación de ciudad pujante, bella y orgullosa de su identidad.

¿Qué destaca de su pueblo, Las Parejas, en la provincia de Santa Fe? ¿Hubo algo de él que lo marcó para el resto de su vida?
 
Se trata de un pueblo ubicado en medio de la pampa argentina, lo que es lo mismo que decir en medio de un mar de tierra. Bien visto, cuando miraba el horizonte, semejante llanura me remitía a un campo de fútbol de mil kilómetros cuadrados. Clásico pueblo en donde uno encuentra en su casa la seguridad, en el colegio la obligación y en la cancha la libertad. Tengo recuerdos muy felices de mi infancia. Lo que me marcó para toda la vida fue el ejemplo de mi madre. Mi padre falleció cuando yo solo tenía cuatro años.

¿Quién le regaló su primer libro? ¿Cuál fue?
 

Me lo regalé yo mismo. Compré una Colección de la Editorial Salvat, cuyo primer título fue “El Retrato de Dorian Gray”, de Óscar Wilde, que me impresionó mucho. Ahí empezó mi marcha de lector autodidacto y desordenado.

¿Qué papel ha jugado su familia en su vocación lectora? ¿O en ello sobresale alguien en especial de su familia?

No. Aquel libro de Salvat inauguró la biblioteca de mi casa. Debo decir que yo ya me había marchado de mi pueblo detrás del sueño futbolístico, cuando la Municipalidad abrió la primera biblioteca.  
 

¿Cuál fue el primer libro sobre fútbol que leyó? ¿Alguna enseñanza?

“Literatura de la pelota”, de Roberto Santoro. Era una recopilación de canciones, poemas, artículos y cuentos de fútbol. La enseñanza fue comprobar que se había escrito de fútbol mucho más de lo que yo imaginaba. Hablamos de la primera mitad de la década de los setenta. Santoro fue asesinado por la dictadura pocos años después y me emociona mucho contar que su familia me regaló un libro de aquella primera edición. Ahora se acaba de reeditar.  

¿Cómo y por qué se complementaron en su vida la lectura y el fútbol?

El fútbol fue siempre mi pasión y la lectura, una afición. Hay diferencia entre pasión y afición. Pero a la lectura tengo que agradecerle muchos momentos felices. También enseñanzas, por supuesto.

¿Hubo algún técnico que lo animó a leer? ¿Le recomendó algún título en especial?

No. Menotti ha sido el único con una sensibilidad que ponía en valor la cultura. Encontré a más entrenadores preocupados por mi afición a la lectura. No entendían para qué le servía la lectura a un futbolista. Seguramente para jugar al fútbol no sirve, pero sí para vivir.

¿Qué y cuándo escribió por primera vez? ¿Se publicó?

Siempre tomé notas como un ejercicio personal y sin intención de publicar. La primera vez que escribí un artículo fue a pedido del Director de Deportes del diario El País, a raíz de un partido de Copa de Europa entre el Nápoles y el Real Madrid. Aprovechando que se enfrentaban Butragueño y Maradona, lo titulé "Dos pibes de mil años", parafraseando al tango. A partir de ahí empecé a publicar regularmente.
 
¿Cuál es el cuento de fútbol que más le ha gustado? ¿Por qué?

Cualquiera de "El Negro" Fontanarrosa. Porque tiene un talento extraordinario para bajar lo simbólico al terreno de lo real. Fontanarrosa amaba el fútbol, sintonizaba como nadie con el lenguaje popular y era un observador portentoso. Además era una persona maravillosa.
 

¿Y de la novela?

"El área 18" del mismo Fontanarrosa y "Fiebre en las Gradas", de Nick Hornby.
Sobre poemas, debo decir que no ha habido ninguno que me haya marcado. Pero hay mucho y buenos. En España se acaba de publicar una recopilación de poemas muy interesante: "Un balón envenenado", de Jesús García Sánchez y Luis Montero.

¿Futbolistas cuya manera de jugar la considere como el mejor de los poemas o el más excelso de los cantos?

Maradona y Pelé eran jugadores muy plásticos. En cada toque habitaba la poesía. También Zidane era un jugador fascinante al que le bastaba parar un balón para  transformar el fútbol en un soporte artístico.

¿Impera hoy la prosa en el fútbol, o estamos ante un cierto texto confuso y difuso?
 
Prosa pura y dura. Pero siempre hay algún artista que reivindica lo mejor del pueblo. Guardiola es la última prueba. Guardiola es al fútbol lo que Steve Job es a la empresa: innovador, atrevido, de fuerte impulso estético y con la pasión de un niño. La frase vale para un entrenador como Guardiola, o para un artista.
 

Por Gonzalo Medina

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