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José Luis Garcés y su segundo volumen de la trilogía sobre el Sinú

El escritor y colaborador de El Espectador en Montería acaba de publicar la novela “Las espadas en receso del Conde de la Quimera”. Reseña.

Redacción Cultura
29 de septiembre de 2021 - 05:18 p. m.
José Luis Garcés González nació el 28 de agosto de 1950 en la ciudad de Montería, Córdoba. Se licenció en Ciencias Sociales y su obra incluye géneros como cuento, poesía, novela, ensayo y guión. Su escritura estuvo detrás de recordadas telenovelas como "Caballo viejo" y "Música maestro".
José Luis Garcés González nació el 28 de agosto de 1950 en la ciudad de Montería, Córdoba. Se licenció en Ciencias Sociales y su obra incluye géneros como cuento, poesía, novela, ensayo y guión. Su escritura estuvo detrás de recordadas telenovelas como "Caballo viejo" y "Música maestro".
Foto: Archivo particular

Sobre José Luis Garcés González el profesor Germán Grajales dijo, durante un reciente homenaje que le hizo la Universidad del Valle al escritor monteriano, que “lo más importante de su escritura es el concepto de ‘sinuanología’, el cual se define en relación con la cultura que existe en los alrededores del río Sinú”. La perspectiva del mundo desde allí es lo que representa a Garcés, destacó, e insistió en que con la fundación que él hizo del grupo El Túnel ha logrado proyectar desde las instituciones culturales esa “sinuanología”, concepto consolidado desde 1975 a través de talleres literarios, actividades permanentes, concursos y un periódico. (Recomendamos un texto de José Luis Garcés sobre el sombrero vueltiao).

Pues Garcés acaba de publicar la novela Las espadas en receso del Conde de la Quimera, ediciones El Túnel 2021, segundo volumen de la trilogía sobre el Sinú, que reivindica lo dicho por Grajales: “Garcés pone a la cultura de Sinú, Córdoba y Montería o ‘San Jerónimo de los Charcos’, como él la llama, dentro de los ejes de su escritura, siendo así no sólo un escritor sino también un gestor cultural y un conservador de la tradición misma, donde la oralidad es fundante en las demás prácticas”. (Más: Un viaje por el Sinú, tras la obra de Manuel Zapata Olivella).

Clinton Ramírez, escritor de Santa Marta, ya leyó el nuevo libro y opinó: “Me encanta leer novelas, sin importar el paginaje. Las aventuras del género me tienen en primera fila. El juego de narradores, de intercambio de voces de tu novela, me sedujo de salida. Suma a ello la facha del Conde y de sus secuaces y acompañantes de reparto. Agrega, la convivencia de discursos de una novela que se cuestiona, que admite de frente sus filiaciones y enfatiza su condición anárquica, coral, de invención, de juego amistoso. Cuando encuentro en una novela esta mezcla de síntomas e ingredientes mi naturaleza de lector activo apura caminos, no duda en comprar boletos para la fiesta”.

En 2020 Garcés había publicado Analectas psicológicas y literarias, un compendio de reflexiones sobre la literatura y crónicas que ha publicado en los últimos años en El Espectador. También incluyó ensayos en los que revisa la obra de clásicos como George Orwell, Albert Camus y Umberto Eco, así como la de colombianos como Gabriel García Márquez y Manuel Zapata Olivella. Garcés, además, es conferencista y catedrático universitario y sus cuentos han sido publicados en francés, inglés, alemán y eslovaco.

Enseguida un fragmento de Las espadas en receso del Conde de la Quimera:

“Yo soy o debo ser el personaje central de esta novela, o de pronto lo son otros y mis pretensiones no tienen asidero. Bueno, quizá eso no importa. Lo cierto es que en ella han metido la mano varios sujetos, y algunos han querido desviarla de su cometido. Que para mí era y es solemnemente humano. Me fue imposible conducirla en una dirección única, y de eso se han aprovechado algunos personajes, casi siempre invisibles. Hay varias voces narrativas. Intrusas voces. Hablo yo, pero de pronto alguien me desplaza: tercera persona o narrador omnisciente. O las confusiones verbales: con frecuencia se mezclan el presente indicativo con el pretérito indefinido o con el copretérito. Y entonces aparece la afirmación de Cortázar, hecha en una carta fechada en 1980 y enviada a Felisberto Hernández, muerto en 1963: ‘A los dos nos gustó siempre trasgredir los tiempos verbales’. Así somos en la vida y así somos en la escritura. No se alarmen. No es desorden. A la hora de la verdad, la vida es así. Y, como se sabe, muchas manos es mucho veneno”.

Por Redacción Cultura

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