El Magazín Cultural
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José Saramago

Este diario entrevistó a Saramago en febrero del año pasado.

Nelson Fredy Padilla
20 de junio de 2010 - 01:59 a. m.

Y a pesar de haber sido un hombre de izquierda, descalificó la “revolución de las Farc” al tiempo que habló del “maravilloso” cruce de su vida con la del ex diputado colombiano Sigifredo López, a quien le dedicó un texto de su blog por leerlo desde el colegio y por haber hecho referencia a su novela El Ensayo sobre la ceguera el día que fue liberado por la guerrilla. Con su ayuda y la de López escribimos la crónica “El cerrajero redimió el encadenado”, que se puede leer en nuestra página de internet www.elespectador.com. Transcribimos apartes de la charla, que cobra vigencia.

¿Qué mensaje les envía a quienes siguen secuestrados en Colombia?

Que sientan que no están solos, que nadie en el mundo que se considere humano aprueba el secuestro de personas para alcanzar objetivos políticos. No podemos liberarlos, podemos mandarles nuestra solidaridad y nuestra impotencia. Pero, quién sabe, muchas impotencias juntas tal vez hagan una potencia: está bien que nos manifestemos todos. Para consolar, para presionar, para salvarnos de la humillación que supone que haya gente secuestrada.

¿Y a la guerrilla de las Farc?

Que si el secuestro y la muerte son los métodos para cambiar la sociedad, las Farc no nos ofrecen más que lo que el poder ha venido haciendo siempre, a lo largo de la historia: ejercer fuerza contra los débiles. Actuar como en las guerras medievales, como en todas las guerras, en las que mueren los soldados rasos de un lado y otro y arrasan por donde van pasando, no es ninguna buena señal de futuro. Con esta base ¿qué garantía de respeto por el ser humano presentan? Si en el futuro tuvieran capacidad para gobernar el Estado, ¿lo harían manteniendo el secuestro y la muerte como línea de actuación? ¿Para eso es necesaria una revolución? ¿No es eso lo que el poder hace en tantos lugares del mundo? ¿No actúan de forma tan criminal como Bush? ¿Qué diferencia hay entre los secuestros de Guantánamo, las guerras preventivas contra Irak, las torturas de las cárceles secretas y lo que ellos hacen? ¿Que unos son Estado y otros grupos militarizados? Para los muertos, secuestrados y arrasados, ¿cómo se les explica que uno es terrorismo de Estado y otro terrorismo revolucionario? Yo no puedo.

¿Cómo puede Colombia alcanzar la paz?

Sólo si la gente se empeña. Si votan a quienes están por la paz y exigen la paz. Si rechazan frontalmente toda violencia, sin distinciones jesuíticas de violencia revolucionaria o represión capitalista.

¿José Saramago podría ser mediador para lograr más liberaciones de secuestrados o para el inicio de un proceso de paz?

No creo que pueda aportar nada que los mediadores colombianos no hayan intentado. No hace falta que vaya nadie de fuera, ahí hay gente muy empeñada en alcanzar la paz. Usando el sentido común, que se convierte en el instrumento más revolucionario en este mundo de locos que es el de la violencia.

¿Por qué la literatura es el refugio al que acuden algunas víctimas del secuestro?

La literatura no es el único refugio: la esperanza de recobrar la libertad, la solidaridad de otros, escribir la propia experiencia, la religión para algunos, las familias, y sí, también la literatura, han podido ser espacio de belleza o de compasión o de inteligencia donde estar cuando se ven privados de un bien precioso: la libertad, la que queremos y reclamamos para todos y en todos los países y circunstancias. La que no se puede conculcar bajo ningún argumento. ¿Quitar la libertad ahora para ofrecer libertad en el futuro? No nos tomen el pelo, por favor...

Luego, en agosto del año pasado, José Saramago y su esposa, la periodista española Pilar del Río, además presidenta de la Fundación Saramago, que mantendrá viva la memoria del escritor, accedieron a hablarle a El Espectador de un tema que parecía vedado: su historia de amor. También se puede leer la historia completa en nuestro punto com. Ella nos dijo, por ejemplo: “Dos adultos se conocieron y decidieron compartir su vida. Desde entonces han pasado 23 años y necesitamos al menos otros 23 para realizar los proyectos y los sueños que hemos ido concibiendo. No estoy detrás de los libros de Saramago, como cualquier otro lector, o lectora, los tengo delante... Eso sí, soy una lectora privilegiada, leo cada día lo que Saramago escribe y traduzco al español”. ¿Cómo se imagina su mundo familiar cuando falte José Saramago? “Eso no lo imagino”. Y el Nobel agregó: “No voy a morir, la presidenta no me lo permitiría”.

Por Nelson Fredy Padilla

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