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Juan Camilo Castillo: de rechazo en rechazo hasta llegar a la “Triple frontera”

El actor colombiano hace parte del elenco de “Triple frontera”, película recientemente estrenada en Netflix. Su carrera, que se inició en Misi Producciones, lo condujo a ser el elegido por J.C. Chandor para actuar junto a figuras como Ben Affleck.

Laura Camila Arévalo Domínguez- @lauracamilaad

12 de abril de 2019 - 09:00 p. m.
Juan Camilo Castillo tuvo su primer reto artístico a los 13 años, cuando participó en un musical. / Getty Images
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Hoy, su mamá le cuenta a Juan Camilo Castillo, actor de la película Triple frontera, que cuando era niño dormía profundo hasta que a sus oídos llegaban los comerciales. El bebé se levantaba, con los ojos entreabiertos y la marca de la almohada en el cachete, a bailar los intermedios de alguna novela o un noticiero. Lo cuenta para explicar desde cuándo y con qué intensidad comenzó a acercarse al arte. Según él, ni siquiera pudo decidir: “A mí me eligieron y escuchar ese llamado fue la mejor decisión que pude tomar”.

Castillo es moreno, alto, tiene el cabello castaño oscuro y unos dientes que parece que hubiese sacado de una caja de chicles. Su sonrisa es generosa, le ocupa las dos mejillas hasta casi convertirse en la frontera entre su cara y sus orejas. Me contó que adoraba bailar y que ahora estaba en clases de flamenco. Le pregunté qué tipo de música le gustaba y me respondió: “Inglés, Britney Spears, pop”. Después soltó una carcajada que se mezcló con el ruido de la mía.

A Triple frontera llegó porque su mánager le programó una audición a la que se presentó intimidado. Había actores con mucho más prestigio que él: “Un tipo no tan popular. El casting me gustó. Hay unos que no me gustan y otros que sí. De ese salí satisfecho y lo solté”, me dijo, cuando le pregunté si sus prevenciones lo condujeron a la torpeza propia de los nervios.

Mientras habla, se coge las manos. Si lo que está contando lo emociona, se las aprieta con fuerza. Se ahoga los dedos y no se los suelta hasta que termina de hablar. Hace eso o aprieta los dientes. El día en que nos conocimos se veía tranquilo, hasta que yo, con alguna pregunta que lo condujo a los temas que sin saber le recordaron el éxtasis o la tristeza que ha experimentado gracias a su trasegar por las artes, logré estremecerlo. No tuve ningún mérito, solo me di el permiso de indagar hasta donde sintiera un freno que él jamás pisó. Castillo, vestido con una camiseta negra, un jean y unos tenis blancos, abrió los brazos, la boca y el cerebro para dejarme escarbar dónde y cómo quisiera.

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Sobre su carrera me contó que es actor porque durante su infancia no paraba de brincar para saludar a María Isabel Murillo, la directora de Misi Producciones, a quien descubrió porque escuchaba Colorín ColorRadio, una emisora infantil por la que emitían las canciones de la compañía. Desde ahí no dejó de ir un a ningún concierto o presentación. Después de seguirlos con juicio, un día Murillo lo miró y le dijo: “Venga, muchachito”. Él corrió y ella le preguntó que dónde estaba la mamá, que necesitaba al adulto responsable, así que imaginó que iban a reprenderlo. Cuando las dos mujeres se encontraron, la directora de la compañía le dijo a su madre: “¿Por qué no inscribe al niño?, tráigalo que yo sé que tiene talento”.

Misi no se equivocó. Desde los siete años, Castillo dividió su vida entre los ensayos y el colegio. Después de pasar las audiciones de canto, baile y actuación, entró a Misi Producciones, compañía en la que permaneció durante 23 años. Reconoce su ambición, acepta que el apetito fue y sigue siendo voraz, y desde que se convirtió en miembro del lugar quiso formarse para llegar a las “presentaciones grandes”. Con una pierna cruzada y acomodándose constantemente, como si los gestos fueran lo más importante, lo que él quería que yo viera antes que escuchar sus palabras, me contó que, para él, llegar a Misi fue la oportunidad de su vida, y que aún no se recupera de la muerte de María Isabel Murillo.

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Castillo es hijo único. Con su padre nunca tuvo una relación cercana, pero la vida o Dios (porque cree mucho en Dios), le regalaron dos mamás con las que nunca padeció los vacíos propios de una ausencia: Misi y Marina Castillo, su madre.

El primer musical de Castillo fue Victoria. Tenía 13 años. Ese día, antes de entrar en un miniataque de nervios y emoción al entender que ya iba a salir, que estaba en una obra grande, que tenía la línea de un guion para él solo, entendió que sus adicciones tenían que ver con la vida que solo puede inyectar el arte. El día del estreno de la obra coincidió con su graduación, así que recibió el diploma por ventanilla. “‘Cuatro bananos’, fue lo que tuve que decir (risas). Esa fue toda mi aparición, pero yo me sentía el más importante de esa obra”, me dijo. Y así, de obra en obra, de rechazo en rechazo, llegó al momento en el que el director J.C. Chandor lo eligió para actuar junto a figuras como Ben Affleck, Oscar Isaac, Adria Arjona y Charlie Hunnam.

El proceso para saber si había sido elegido para actuar en Triple frontera fue largo. Después de la audición, que hizo sin la presencia del director, lo volvieron a llamar para que se midiera en muchas más por medio de videollamadas. Le dijeron mil veces que ya, que pronto vendría Chandor a conocerlo. Solo pasó cuando por fin, y después de que muchas veces se consolara diciéndose que no siempre podían elegirlo, que estaba bien, que ya llegaría otra puerta o ventana de esas proporciones, entró a una sala de juntas en la que el director de sus sueños lo abrazó y le gritó: “Congratulations, see you in three months!”.

“Yo quedé ahí solo. No me dijo que sí, que había quedado, pero sí me explicó las escenas y lo que yo tendría que hacer, así que medio entendí, pero todavía nada era seguro. Después entró un colombiano y me dijo ‘¿ya?’ y yo le respondí: ‘¿ya qué?’ ‘¿Quedé?’. Le dio risa y me dijo que sí, que era yo. Salí de ahí y créeme, me moría de la emoción así como ahora ves que te estoy contando esto. Me fui a buscar un whisky y grité como loco en la mitad de la calle”.

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Por Laura Camila Arévalo Domínguez- @lauracamilaad

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