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“Cada vez que partía una torta me estaba casando”
Judy Garland
Esta es la vida de una actriz que esconde los peores pecados de Hollywood en ese espectáculo circense, de estrellas infantiles arrojadas al brillo de las luces y las cámaras de manera precoz, apelando a los intereses de una productora de cine con un discurso de voz en off:
“Eres la mejor y serás grande; tienes que perseguir un sueño al que pocas, muy pocas, tendrán acceso en toda su vida, eres única y para ello, deberás cumplir algunos pequeños requisitos como privarte de dulces o comida chatarra, te mantendremos a dieta constantemente, y el consumo de tabaco te quitará el apetito. Verás, querida Frances Ethel Gumm - (Judy Garland), te auguramos cinco matrimonios fallidos, dos abortos y tres hijos, tu hija mayor será la gloriosa Liza Minelli…”. Allí podrías haberte detenido querida Judy, y permanecer tras la sombra de Liza, pero para entonces, ya tu adicción no te permitiría percibir la diferencia entre la realidad y la ficción.
Judy Garland, tenías la mejor voz del mundo pero estabas fuera de control, te derrumbabas en el escenario, que venía siendo la pista de un circo, donde el público te aplaudía o te apabullaba si olvidabas la letras de tus reconocidas canciones o te tardabas en iniciar “Somewhere over the rainbow” esa especie de himno, de la valentía y porque no, del orgullo gay. Además de agotarte es posible que intentes suicidarte un par de veces, cortándote las venas pero las heridas se camuflan casi inmediatamente y seguirás cantando porque debes pagar las cuentas de una vida de excesos, tus parejas no van a quererte porque serán tan ególatras como tú; no tendrán espacio para quererte porque todas sus emociones están concentradas en sí mismos, envidiarás, no obstante, y quién lo creyera, la vida de las personas comunes y corrientes, aquellas que van al mercado y tienen cenas familiares, ahora sí lo recuerdas, en tu juventud, tampoco tuviste una cita de verdad. Ni siquiera ese primer beso en el que los labios se encuentran con el primer amor, porque el beso, ese primer beso, estaba escrito en el guion: y quizá, lamentamos informarte, querida Judy Garland, que tus parejas románticas serán idealizadas en tu memoria infantil; buscarás en ellos al amor de tu padre, buscarás más que sexo, comprensión y ternura; o una especie de héroe, alguien que te salve y lleve las cuentas de la casa, seguirás siendo una niña y eso es algo con lo que ninguna de tus parejas podrá lidiar.
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No nos interesa que seas feliz, confórmate con ser famosa. Y para que no vayas a desplomarte en el camino a la fama, ofrecemos a tu alcance ilimitado anfetaminas para mantenerte despierta e inapetente, barbitúricos para dormir y un coctel de antidepresivos para evitar el llanto. Puedes consumirlos con agua o sorbos de vino blanco, desde que abras los ojos hasta que los cierres, agotada, llevada en brazos, ebria, convulsionando, delirando, o por qué no, perdiendo la conciencia nuevamente y casándote.
No olvides que para mantenerte en la gloria, deberás acatar sin reparos las cláusulas de cada contrato, tu vida nos pertenece porque descubrimos tu talento, esa es nuestra especialidad, y aquí, en Hollywood, no hay nada que odiemos tanto como la obesidad o la vejez, tampoco nos gusta tu cabello oscuro y preferimos evidentemente la piel muy blanca y los ojos claros. Si te comportas de acuerdo con nuestros criterios, te prometemos una vida de lujos; con todo un equipo de trabajo a tu entera disposición, ¿qué puede ser más importante para una actriz que ser rica y famosa?
Por supuesto, nos inquietan ligeramente tus adicciones. Pensando en ello, te ofrecemos una variedad de espacios retirados de desintoxicación, clínicas psiquiátricas donde podrás pasar alguna que otra temporada para recuperarte. Hemos observado que tienes tendencia al suicidio y para revertir tu propensión al pánico escénico, aumentaremos la dosis de antidepresivos y el acceso al licor, así, mientras sales de una crisis a otra, tendrás tiempo para realizar presentaciones aunque es posible que debas refugiarte en tus últimos años en Londres donde todavía no habrán llegado las noticias de tu estado de salud y tu quiebra económica.
Invertimos en ti, querida Judy; y en unos años serás recordada por una Biopic (Biografía y película), en la que la gente saldrá del cine pensando lo peor de nosotros, pero realmente solo cumplimos con nuestro trabajo, que no es nada distinto al negocio del espectáculo, y gracias a ello, actrices desconocidas, como tú, salen al escenario y se convierten en estrellas que el público glorifica.
¿Que pierdes en ello tu vida privada? La verdad es que tu vida nos pertenece desde que firmaste nuestro primer contrato de exclusividad, ahora, si insistes en tomar decisiones no concertadas, diremos que no es responsabilidad de nosotros, y cancelamos tu show. Te adelantamos que vas a quedarte en la ruina, porque aunque te dimos clases de baile, canto, dicción y actuación, jamás hubo algún tutor en economía y como te pagábamos cada excentricidad, pensarás que el dinero es una cuenta bancaria ilimitada. A estas alturas, ya podrás constatar que solo nos interesan actrices y cantantes jóvenes y ojalá inocentes, entusiastas y dispuestas a sacrificarse en función de la fama y el éxito fácil.
Cuando ya las arrugas de tu rostro comiencen a ser evidentes, cuando parezcas, no sabemos cómo decirlo sin que pueda sonar ofensivo, cuando empieces a envejecer, serás libre. Te dejaremos a tu albedrío. Allí te darás cuenta de que fuera de esta fábrica de sueños no eres más que una frágil mujer que nunca aprendió a vivir fuera del set.
Firmado: MGM (Hollywood - 1935)