El Magazín Cultural

Jugar: una rebeldía de infancia (I)

“En el principio Dios iba a la escuela y se ponía a jugar fútbol con sus amigos hasta que llegaba la hora de irse a sus salones. Aunque Dios sabe muchas cosas, quiere aprender más y hacer cosas nuevas. Un día Dios dijo: “Hoy trabajé mucho y es hora de ir a recreo”. Dios y sus amigos se pusieron a jugar fútbol y Dios chutó tan duro la pelota que cayó en un rosal y se ponchó. Al explotar la pelota, se creó el universo y todas las cosas que conocemos”. (Rodrigo Navarro Morales, niño de siete años, en “Dios es redondo”, de Juan Villoro).

Juan Carlos Rodas
20 de noviembre de 2018 - 01:00 a. m.
Cortesía
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Recientemente me invitaron para que dijera algunas palabras en relación con el deporte y la felicidad. Era para un encuentro nacional de universidades organizado por Ascun Deportes. Para el efecto decidí escribir un texto que voy a compartir con los lectores y espero hacerlo en varias entregas, porque hay cuatro ideas o posturas que se irán desplegando gradualmente. Esto fue lo que escribí:

"Cuando me invitaron para que conversara sobre deporte, me ilusioné y me sentí muy cómodo porque, pensé, me gusta hablar de fútbol y todavía, aunque no lo crean, juego fútbol, pero también me gusta hablar del deporte en general. El asunto se complicó un tanto cuando me dijeron que el apellido del nombre deporte era felicidad.

"Aquí tuve que acudir a los autores del mundo griego, quienes se inventaron el concepto y luego lo llenaron de sentido. La palabra “deporte” viene de deporto, que significa “distracción”. Se supone que hay actividad física desde que hay seres humanos y la misma es inherente a la condición humana, que, como dice Johan Huizinga, es naturalmente competitiva.

"Voy a defender cuatro principios que se describen de la siguiente manera como una reflexión que comparto para que me ayuden a seguir rumiando posibles perspectivas. 1. Definir estos conceptos es muy complejo. Es imposible e innecesario hacer una definición de ambas. 2. El camino que conduce a la felicidad no es la victoria ni la gloria. Este camino está lleno de dolor y derrota. 3. Hacer deporte es una manera de rebeldía al capitalismo y la producción en serie, es recuperar la infancia. 4. Los deportistas tienen unos rayones extraños que los hacen dignos.

Hay deportes en los que no se necesita una pelota para jugar o competir: atletismo, hípica, caminata y trote. Cuando aparecieron las pelotas, el mundo del juego se enriqueció y logró consolidarse en términos de los deportes de conjunto. Antes de que hubiera nociones para llamar al deporte o a la felicidad hubo pelotas y las pelotas, después, se convirtieron en el artefacto para que hubiera más deportes y más momentos de felicidad.

Después de que hubo pelotas los seres humanos nos inventamos el juego de la pelota y, posteriormente, nos inventamos las palabras para dar cuenta de las acciones humanas. Ser feliz es recuperar la infancia y la fantasía.

Por Juan Carlos Rodas

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