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Keith Haring y las líneas y los colores como herramientas de activismo

A propósito del mes del orgullo, presentamos la historia del artista estadounidense Keith Haring, quien se destacó durante la década de 1980 por sus obras públicas llenas de color y dinamismo, además de su activismo para crear conciencia alrededor del sida.

Andrea Jaramillo Caro

16 de junio de 2025 - 06:50 p. m.
Keith Haring nació el 4 de mayo de 1958 en Reading, Pensilvania.
Foto: AP - AP
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Keith Haring comenzó a dibujar a los cuatro años. Solía decir que lo hacía como cualquier otro niño que en su infancia crea pequeños dibujos. Sin embargo, los suyos lo llevaron a la fama internacional y a la consignación de su nombre en la historia del arte. El estilo visual que creó Haring hizo que sus obras fueran fácilmente reconocibles, con figuras dinámicas y colores vivos, el artista capturó la atención del mundo desde la década de 1970 con la influencia del pop art, los grafitis del metro neoyorquino y diferentes temáticas como el amor, la muerte y causas sociales de fondo.

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Nació en 1958, en un pueblo pequeño en Pensilvania. En una conversación que sostuvo con Andy Warhol, Halston y Philip Johnson, que fue publicada en la revista Interview en 1984, dijo: “Crecí en Pensilvania, en un pueblo pequeño. Muy pequeño, con solo un instituto y un cine. Bueno, había una universidad estatal, eso era lo único bueno. Lo simplificaba todo, excepto que todos te conocían y sabían todo lo que hacías. Y para mí eso no era bueno, porque empecé mi infancia siendo un niño muy bueno: iba a la iglesia, sacaba las mejores notas, jugaba en un equipo de ligas infantiles. Y luego, a los 15 años, quería ser hippie…”.

Cuando Warhol le preguntó qué lo había motivado a querer tomar ese camino, respondió que fue el haber leído la revista Life, ver el festival de Woodstock y la convención demócrata que se dio en Chicago a través del televisor. Durante su infancia fue un estudiante de primera, su relación con el arte rápidamente trascendió los dibujos infantiles que hacía con apenas cuatro años y fueron evolucionando con la asistencia de su padre. “Desarrolló un amor por el dibujo a una edad muy temprana, aprendiendo habilidades básicas de caricatura de su padre y de la cultura popular que lo rodeaba, como el Dr. Seuss y Walt Disney”, se lee en la biografía publicada por la Keith Haring Foundation. Incluso en la conversación publicada en la revista Interview, aseguró que durante sus estudios universitarios soñaba con trabajar en Disney.

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El arte se lo empezó a tomar en serio hacia los 17 años, en 1975, cuando dejó de ver sus dibujos como caricaturas. Fue a esa edad que vendió su primera obra. Era un dibujo a tinta, un mapa del Berks County, por el que recibió US$135. Para comenzar sus estudios universitarios, en 1976, se inscribió en el Ivy School of Professional Art en Pittsburgh para un programa de arte comercial. Sin embargo, rápidamente perdió el interés en el tema.

El mural “Crack is wack” fue creado en 1986 y se encuentra en Harlem, Nueva York.
Foto: Corbis via Getty Images - James Leynse

Duró apenas un año en el programa, aunque continuó viviendo en Pittsburgh. Durante ese periodo fue autodidacta, hasta que en 1978 comenzó a ver los frutos de su trabajo con su primera exposición en solitario en el Pittsburgh Arts and Crafts Center y ese mismo año se mudó a Nueva York, donde estudió en el School of Visual Arts. En la ciudad que nunca duerme conoció a Jean-Michel Basquiat. “Fue una de mis principales inspiraciones para hacer grafitis. Durante un año no supe quién era Jean-Michel, pero conocía su obra”, dijo en 1984.

Para 1980, Haring ya había comenzado a pintar los metros neoyorquinos con su estilo característico. Dibujos en tiza comenzaron a aparecer en las estaciones y en muros a lo largo y ancho de la ciudad, mientras que el alcalde de Nueva York le declaraba la guerra a esta forma de expresión.

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“Todo tipo de personas se detenían a contemplar el enorme dibujo, y muchas estaban ansiosas por comentar sus impresiones. Esta fue la primera vez que comprendí cuántas personas podrían disfrutar del arte si se les diera la oportunidad. Estas no eran las personas que veía en los museos ni en las galerías, sino una muestra representativa de la humanidad que trascendía todas las fronteras”, dijo.

El movimiento y dinamismo ya era una de sus preocupaciones, un niño emitiendo rayos de luz, perros y corazones se convirtieron en elementos identificables de su iconografía. Siguiendo su idea de que el arte debía ser accesible, durante el inicio de su vida en Nueva York participó en exhibiciones en espacios alternativos. “Entre 1980 y 1985, Haring produjo cientos de estos dibujos públicos con líneas rápidas y rítmicas, creando a veces hasta cuarenta ‘dibujos del metro’ en un solo día. Este flujo continuo de imágenes se hizo familiar para los viajeros neoyorquinos, quienes a menudo se detenían a charlar con el artista cuando lo encontraban trabajando. El metro se convirtió, como dijo Haring, en un ‘laboratorio’ para desarrollar sus ideas y experimentar con sus líneas sencillas”, se lee en la página de la Keith Haring Foundation.

Durante la guerra contra el grafiti fue arrestado más de una vez, acusado de vandalismo “por un policía que se dio cuenta, para su consternación, de que los otros policías en el recinto son mis fanáticos y estaban ansiosos por conocerme y estrecharme la mano”, afirmó.

“Sin título”, 1982, litografía.
Foto: Cortesía

Durante la década de los 80 alcanzó la fama internacional y presentó sus obras en diferentes países y eventos como la Bienal de São Paulo, la Bienal de Venecia y Documenta, en Kassel. A pesar de su éxito, continuó esparciendo su filosofía de que el arte debía ser accesible para todos, por lo que prefería realizar murales públicos a comisiones privadas, pues así más personas podrían apreciar su obra. En 1986 presentó una pieza por la que recibió muchas críticas desde el mundo del arte. Bajo el título de Pop Shop abrió una tienda que él mismo decoró con sus murales característicos, en la que se enfocaba en vender objetos como camisetas y juguetes a bajo costo, de manera que el mundo pudiera tener acceso a su arte de manera cotidiana.

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Su ascenso a la fama y los altos precios que alcanzó su obra durante esos años solo hicieron que Haring redoblara sus esfuerzos para que más personas pudieran acceder al arte. Disfrutaba obsequiando sus piezas y murales a ciudades e instituciones, usualmente con mensajes acerca de causas sociales. “Produjo más de 50 obras de arte públicas entre 1982 y 1989, en docenas de ciudades alrededor del mundo, muchas de las cuales fueron creadas para organizaciones benéficas, hospitales, guarderías infantiles y orfanatos. El ahora famoso mural Crack is Wack de 1986 se ha convertido en un punto de referencia a lo largo de FDR Drive de Nueva York. Otro de sus proyectos insignia fue un mural creado para el centenario de la Estatua de la Libertad en 1986, en el que Haring trabajó con 900 niños. También realizó talleres de dibujo para jóvenes en escuelas y museos en Nueva York, Ámsterdam, Londres, Tokio y Burdeos, y produjo imágenes para muchos programas de alfabetización y otras campañas de servicio público”, escribió la fundación.

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Entre las temáticas que abordaba en sus obras se encontraban su interés por crear conciencia alrededor del sexo seguro y el VIH, en un momento en el que este diagnóstico era sinónimo de una sentencia de muerte. Haring vio a muchos de sus amigos morir debido a complicaciones por esta enfermedad. Él mismo fue diagnosticado con este virus en 1987, a los 29 años, tras notar problemas con su respiración y una mancha morada en su pierna. “Una vez que Keith recibió el diagnóstico, prácticamente lo intensificó todo; trabajó y trabajó, trabajó y trabajó, y creó muchísimo arte”, señaló su amiga Julia Gruen a PBS. “Viajó como un loco”.

Su activismo solo incrementó tras su diagnóstico. Donó miles de dólares a organizaciones y para la planeación de eventos que crearan conciencia alrededor de este tema. Además, en 1989, “Haring expuso toda la historia de su vida y cómo fue vivir con VIH en un artículo de la revista Rolling Stone de 1989, para desafiar el silencio y el estigma que rodeaban la enfermedad”, según escribió Liz Fields para PBS. Ese mismo año, estableció la Keith Haring Foundation para “proporcionar financiación e imágenes a organizaciones contra el sida y programas infantiles, así como ampliar el público de la obra de Haring mediante exposiciones, publicaciones y la cesión de licencias de sus imágenes. Haring utilizó sus imágenes durante los últimos años de su vida para hablar de su propia enfermedad y generar activismo y concienciación sobre el SIDA”, se lee en la página de la fundación.

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Keith Haring falleció el 16 de febrero de 1990, tras sufrir complicaciones relacionadas con el VIH, a los 31 años. Su legado sigue siendo admirado alrededor del mundo y sus obras continúan capturando la atención de millones.

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com
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