El Magazín Cultural
Publicidad

La ardua tarea de iluminar un siglo

La Enciclopedia, de Diderot, fue una de las apuestas editoriales más arriesgadas de la historia. Sus 17 tomos, de los que participaron, entre otros, Voltaire y Rousseau, fueron perseguidos durante los 20 años que duró el proyecto.

Alberto Medina López
15 de agosto de 2020 - 11:40 p. m.
Perfil de Diderot, quien en su definición de "hombre" en "La enciclopedia", jamás mencionó a Dios como su posible creador.
Perfil de Diderot, quien en su definición de "hombre" en "La enciclopedia", jamás mencionó a Dios como su posible creador.
Foto: Archivo Particular

En 1749, poco antes de que saliera el primer tomo y como si se tratara de una advertencia, Diderot fue a parar a una celda del castillo de Vincennes bajo los cargos de libertinaje, blasfemia y desprecio a la religión.

Fernando Savater asegura en el prólogo de la Breve antología de la enciclopedia, publicada por Random House, fue “el final del respeto” con los dogmas tradicionales.

Confrontar a la poderosa Iglesia católica, protegida por el Estado francés y dueña absoluta del modelo de enseñanza, era una empresa que obligaba a actuar con cuidado para no morir en el intento.

Los enciclopedistas escribían con cautela cuando se referían a Dios o al Rey, y los ignoraban cuando sus textos hablaban de la vida y los hombres.

“Las entradas más anticatólicas y anticlericales de la obra corresponden a términos aparentemente inocentes, en los cuales viaja el mensaje prohibido”, escribió Savater.

En la definición de “hombre”, por ejemplo, escrita por Diderot, nunca se menciona a Dios como su creador. “HOMBRE. Ser pensante, sentimental, camina libremente por la tierra y parece estar a la cabeza de todos los animales que domina, vive en sociedad, ha inventado las ciencias y las artes, posee una bondad y maldad particulares, elige a sus maestros y se impone leyes”.

En la misma definición, Diderot lanza una frase que puesta en contexto no tiene nada de inofensiva. “La distribución desigual de los beneficios divide la sociedad en dos clases: los que tienen demasiado y los que sufren privaciones”.

En aquellos años solo la nobleza tenía plenos derechos y accedía a los cargos públicos. No por nada, Antonio Caballero tituló ese capítulo de su historia de Occidente con el nombre “La subversión de la a la zeta”.

La enciclopedia fue prohibida por Luis XV, sus autores y editores fueron excomulgados y la obra entró al índice de libros prohibidos de la Santa Iglesia.

En vista de la censura y para no perder la inversión, el impresor decidió aplicar la tijera a decenas de artículos de los últimos diez volúmenes. Diderot se disgustó, pero siguió al frente de un proyecto que convirtió su siglo en una inmensa luz sobre el conocimiento.

Por Alberto Medina López

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar