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La Berlinale, al alcance de un clic

El Festival Internacional de Cine de Berlín celebró su primera fase telemática y premia a la “película escándalo” con toda la razón.

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Janina Pérez Arias
09 de marzo de 2021 - 02:00 a. m.
Céline Sciamma, con la película “Petite Maman”, presentó una delicada exploración sobre la muerte, la relación materno-filial y el miedo a la ausencia de un ser querido.
Céline Sciamma, con la película “Petite Maman”, presentó una delicada exploración sobre la muerte, la relación materno-filial y el miedo a la ausencia de un ser querido.
Foto: Archivo particular
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Hace tiempo que no pisamos una sala de cine. Extrañamos ver películas en una pantalla más grande que el televisor casero o la computadora, como echamos de menos todo lo que representa una escapada al cine. Los suspiros son largos mientras se juntan estas palabras.

Como en muchos países, en Alemania la actividad cultural está paralizada desde hace varios meses, lo que ha obligado a que el Festival Internacional de Cine de Berlín, uno de los más antiguos y relevantes de Europa, se realizase en dos fases, la primera de ellas en marzo en forma online (tanto para prensa como para el mercado cinematográfico) y la segunda en junio, para el público y en salas.

Se alberga la esperanza de que para el verano se reanuden las actividades culturales, siempre y cuando el gobierno de Berlín y el virus mutante lo permitan, porque como bien sabemos en estos tiempos los planes se deshacen o reinventan en un dos por tres.

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Acaba de concluir, pues, la Berlinale online, atípica y rara, sin el frío de la capital alemana colándose por las rendijas no visibles de los abrigos, sin el contacto cara a cara con los cineastas, actrices, actores y colegas periodistas.

Solo el jurado (esta vez carente de presidente) estuvo presente en Berlín viendo las 15 películas seleccionadas para la competición principal -con una notable ausencia de producciones estadounidenses-, mientras que los compradores del mercado virtual y los periodistas le dábamos al play desde casa con la sensación de estar en una maratón de películas y series, ya que solo contábamos con 24 horas para ver la programación del día. Entre los filmes y las entrevistas virtuales, demás está decir que durante esa semana de Berlinale se aparcó la rutina casera. La vida monótona pandémica pareció esfumarse como por arte de la ficción.

Porno amateur

Si bien este año ninguna producción colombiana optaba por uno de los Osos, en la sección “Forum Expanded” fue seleccionada Bicentenario, de Pablo Álvarez Mesa, una película donde se cruzan las hazañas independentistas de Simón Bolívar y la quema del Palacio de Justicia provocada por la guerrilla en 1985.

Ya se conocen los ganadores de la edición 71° de la Berlinale, la cual contó con una selección conformada por filmes de diferentes culturas, que en su mayoría cuentan historias íntimas o locales, pero con las que logramos establecer ciertas conexiones.

Obviamente nos vinculamos de inmediato con la mexicana Una película de policías (de Alonso Ruizpalacios), un documental ficcionado sobre una pareja de policías en una ciudad de provincia. Esta producción de Netflix, la única hispanohablante en competición, reconocida con el Oso de Plata a la contribución artística por el montaje de Yibrán Asuad, disecciona la disfuncionalidad del sistema policial y de la sociedad mexicana.

También nos identificamos con la indignación y el estupor de la profesora Emi, protagonista de Bad Luck Banging or Loony Porn (de Radu Jude), cuando un video íntimo de ella y su esposo se cuela en la red y es visto por padres y alumnos. Sin que le tiemble el pulso, Radu Jude usa el humor y lo grotesco para poner en evidencia a la sociedad rumana actual con su doble moral, hipocresía, corruptelas, discriminación, microfascismos, misoginia, entre otros males presentes en muchos países independientemente de su nivel de desarrollo y localización geográfica.

Llámese desahogo, revancha o espejo, con esta historia se aplica el consabido “parte de lo local para convertirte en global”. En él se condensa un cúmulo de sentimientos y sensaciones universales, por eso no es de extrañar que esta producción haya conseguido el Oso de Oro como mejor película. Sí, fue “el filme escándalo” de la Berlinale, pero en definitiva es la historia que mejor nos representa como humanidad, sobre todo en esta época de pandemia.

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Pero, ¿conseguirá Radu Jude que su filme se vea en las salas de cine con la escena inicial de porno amateur o tendrá que ser reeditado?

En una conferencia de prensa posterior al anuncio de los premios del festival, la productora de esta película, Ada Solomon, se preguntaba por qué aún se acepta la violencia extrema, pero se condenan la desnudez y el sexo. Sería una lástima que la irreverente Bad Luck Banging or Loony Porn se sometiese a las tijeras de la censura.

Conectados por las emociones

Con varios de estos filmes también nos conectamos emocionalmente. Tal fue el caso de la producción japonesa Wheel of Fortune and Fantasy, galardonada con el Gran Premio del Jurado. Escrita y dirigida por Ryusuke Hamaguchi, cuenta en tres episodios sobre las jugarretas del azar y de cómo nos puede cambiar la vida en cuestión de segundos, para bien o para mal.

Asimismo, toca fibras sensibles el ganador del Premio del Jurado Mr. Bachmann and His Class (de Maria Speth), un extraordinario documental de tres horas y media que nos mete en el salón de bachillerato del Sr. Bachmann en un pueblo en el estado federado de Hesse (Alemania) con un alumnado de origen extranjero. Migración, perspectivas de futuro, de cómo se incentiva la empatía, del amor y la aniquilación del odio. Este es un filme que aborda casi todo lo que nos construye y preocupa como seres humanos sin sofocar ni resultar aleccionador.

También sentimos cercana la historia de I’m your Man (de Maria Scharder, conocida por la serie Unorthodox), sobre la posible relación entre un robot humanoide (interpretado por el conocido actor Dan Stevens) y una mujer independiente, profesional y con un sentido particular de las relaciones afectivas, planteando la difícil pregunta de si una máquina puede llegar a convertirse en el ser (¿viviente? ¿humano?) ideal. Su actriz principal, Maren Eggert, obtuvo el Oso de Plata por mejor interpretación en rol protagónico, un galardón que por primera vez no distingue el sexo de los actores.

I’m your Man, con su notable balance entre comedia, romance y drama, fue alabada por la crítica y los periodistas cinematográficos, y sus posibilidades comerciales son palpables a diferencia de lo que se puede pensar de Natural Light, cuyo director, Dénes Nagy, fue premiado con el Oso de Plata por mejor dirección. El primer largometraje de este director húngaro está centrado en la Segunda Guerra Mundial, se trata de un drama introspectivo de una estética apabullante, muy representativo de lo que reconocemos como cine de autor, una “especie” que ahora más que nunca no debemos permitir que desaparezca.

El futuro

Un premio en un festival como la Berlinale ayuda en el recorrido comercial de un filme, pero somos conscientes de que no garantiza un éxito de taquilla. Son muchos los factores que entran en juego; a veces hemos visto películas que no logran entrar en el cuadro de honor de los premiados, pero que reúnen todas la posibilidades para llamar la atención del público, llegar a una plataforma de streaming o a las salas comerciales.

Este es el caso de Petite Maman, de Céline Sciamma. La directora francesa aclamada por Retrato de una mujer en llamas (2019) presentó una delicada exploración sobre la muerte, la relación materno-filial y el miedo a la ausencia de un ser querido. Las alabanzas por parte de la prensa y la crítica fueron unánimes, aparte de cerrar contratos de distribución en varios países.

En el contexto actual vale la pena preguntarse sobre el futuro de las películas que compitieron en la Berlinale. Cuántas de ellas podrán verse, cuándo y dónde. Estos son los grandes interrogantes que nos ocupan después de esos intensos días de frenético consumo cinematográfico.

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Las consecuencias del descalabro económico que está sufriendo la industria audiovisual se hacen sentir cada día. Alrededor del mundo cierran salas de cine, empresas productoras y distribuidoras, se paralizan rodajes y desaparecen puestos de trabajo. Se intensifica la incertidumbre de cara a un porvenir que no parece muy alentador, de allí la importancia de los movimientos del mercado cinematográfico como el europeo, celebrado en estos días de la Berlinale, donde no solamente se cerraron tratos con los filmes en competición y de las otras secciones, sino también con diversos proyectos que se encuentran en diferentes etapas de producción, algunos hasta en fase embrionaria.

Después de cinco días de actividad, la revista Variety anunciaba en un reportaje los resultados sorpresivamente optimistas, resaltando el entusiasmo de compradores de los mercados latinoamericano y europeo.

Será entonces que no todo está perdido.

Por Janina Pérez Arias

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