“Hoy en día, las sobras de información no satisfacen el deseo de los lectores de saber cómo hace las cosas la gente. (...) Las historias cotidianas que nos hacen penetrar en la vida de nuestros vecinos solían encontrarse en el mundo de los novelistas, mientras que los reporteros nos traían las noticias de lejanos centros de poder que a duras penas afectaban nuestras vidas. Los periodistas literarios reúnen las dos formas”, escribe Norman Sims en el prólogo del libro reeditado por Editorial Aguilar Los periodista literarios o el arte del reportaje personal.
A pesar de que el género ha sido muy popular en Estados Unidos y de que se puede pensar que es un modelo americano, escritores en Alemania, Europa del Este y Rusia en los años 30 ya hacían periodismo literario. George Orwell, Ryszard Kapuscinski, Oriana Fallaci y Gabriel García Márquez, por ejemplo, también han sido grandes exponentes de este estilo.
Sims, quien ya ha publicado varios libros de su autoría y ha sido asesor de diversas publicaciones, es en la actualidad profesor de periodismo en la Universidad de Massachusetts. Fue reportero de United Press International y sus escritos, ensayos y crónicas se publicaron en las revistas Journalism History y The Quill. El Espectador lo entrevistó.
¿Por qué cree que el periodismo literario ganó tanta fama alrededor del mundo?
Porque tiene acceso a mundos que rara vez son penetrados por las noticias tradicionales gracias a la reportería de inmersión. Estos universos son de gente ordinaria como uno, no son celebridades, ni políticos, ni criminales. Pienso que el periodismo del cotidiano resulta a veces más interesante, más satisfactorio y mejor escrito. Se pueden vivenciar estos mundos a través del texto.
¿Piensa que aún en los periódicos de hoy en día hay cabida para este tipo de periodismo?
Eso espero. Me encanta el periódico y me temo que este compañero algún día se irá de mi vida. Como lo veo, muchos periódicos americanos no son buenos contando historias. Los artículos de noticias tradicionales proporcionan la información más importante en forma resumida. Eso, a veces, funciona pero es una manera terrible de contar una historia. Es como empezar un chiste con la línea final.
¿Puede existir el periodismo literario en internet? ¿Cree que el medio de presentación afecta el modo de escribir?
Por supuesto que puede existir en la web. La pregunta, sin embargo, es cómo pagaría la internet por ello. El periodismo literario toma tiempo para reportarlo, para escribirlo y se extiende en sus palabras. En general, a la gente no le gusta leer largas historias en sus pantallas de computador. El mayor problema es el dinero. El modelo de publicidad del periódico impreso no funciona en internet para apoyar al periodismo.
En todos esos años enseñando periodismo literario, ¿ha encontrado nuevas voces?
Cuando se publicó este libro, conocí a muchos jóvenes talentosos. Ted Conover y Adrian Nicole LeBlanc son mis favoritos. El primero es un observador que usa las técnicas de la reportería de la antropología pero escribe como un periodista literario. Él vive y trabaja sus temas por largos períodos. Escribió un libro, Coyotes, sobre inmigrantes mexicanos ilegales que venían hacia Estados Unidos y él se unió a sus viajes. LeBlanc escribió un libro, Random family ( Familia al azar) sobre las novias y esposas de los traficantes de drogas que están en prisión, con las que tuvo contacto durante siete años.
Después de reunir a todos estos escritores en este libro, ¿qué puede decir acerca de la ficción en el periodismo?
Para mí lo más importante en el periodismo literario es la exactitud. Hay mucho campo para la imaginación, para estructuras creativas y para tomar múltiples puntos de vista. Pero la ficción está fuera de los límites. Esto se trata sobre la vida real y sus personas. Tenemos que respetarlo.
¿Qué publicaciones recomienda por tener buen periodismo literario?
En Estados Unidos, pienso que The New Yorker sobresale como una de las mejores. Esquire, GQ, y a veces Harpers, The Atlantic, New York, Outside y Rolling Stone tienen trabajos de buena calidad. Pocos países tienen una publicación como The New Yorker. De pronto en Francia, una nueva revista llamada XXI ha intentado llenar ese espacio.
El tono del periodismo literario
Según Norman Sims, Estados Unidos tenía un mercado para el periodismo narrativo que comenzó en los años 30 con la revista The New Yorker. En los 60, la competencia entre revistas americanas como Esquire, Playboy, Rolling Stone y New York le dieron al nuevo periodismo de esa época un impulso, una emocionante forma para atraer lectores. Este tipo de periodismo funcionaba bien en tiempos complicados, incluidos la Depresión, la Segunda Guerra Mundial y los represivos años de la Guerra Fría. Después vinieron la lucha de los derechos civiles, la Guerra de Vietnam en los 60 y el florecimiento del periodismo literario.
Aquellos tiempos requerían estructuras más complicadas y más inmersión en la reportería. “No estoy seguro, pero es probable que el periodismo convencional haya escapado de ciertos temas (la antiguerra, el feminismo, el homosexualismo, por ejemplo) y que los escritores hayan usado experiencias más personales para cubrirlos”, sostiene Sims.