La creación del Ministerio de las Culturas se concibió como un deber del Estado para dignificar el trabajo artístico y cultural, un campo que históricamente ha sido relegado en las agendas de los gobiernos en el poder.
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Gustavo Petro, desde su llegada a la presidencia, se abanderó de la causa y puso a la cultura como uno de los puntos en los que se enfocaría su gobierno. Y, a pesar de los primeros desafíos, como la vacante en el liderazgo del ministerio tras la renuncia de Patricia Ariza, el nombramiento de Juan David Correa fue considerado por muchos como una decisión acertada.
Este gobierno ha mostrado ese compromiso con los recursos destinados a la cultura, con el ministerio obteniendo en 2024 el presupuesto más alto desde su creación: $1.4 billones. Aunque para 2025 el monto se redujo a $1.09 billones, sigue siendo una cifra considerable comparada con años anteriores. Sin embargo, como se ha señalado en varios espacios, existen problemas burocráticos y estructurales que, al igual que en otros gobiernos, aún no se han resuelto. Estos obstáculos afectan la ejecución de los proyectos y complican la experiencia de quienes están involucrados en ellos. Un claro ejemplo de esto ha sido el Programa Nacional de Estímulos (PNE) de 2024, que experimentó retrasos en la publicación de resultados y en la asignación de recursos.
Catalina Valencia, exsecretaria de Cultura de Bogotá y actual coordinadora de la línea de cultura de la Fundación Pares, reflexionó sobre estas dificultades en un conversatorio organizado por El Magazín Cultural el 31 de enero. En su intervención, Valencia destacó que los procesos públicos deben garantizar la transparencia total, pero la burocracia ha generado problemas para que los artistas desarrollen proyectos creativos. “El trabajo creativo no se puede realizar en un mes. El conflicto entre los procesos burocráticos y lo creativo es complejo”, afirmó.
En 2023, a través del PNE, se convocaron los Salones Regionales de Artistas, una iniciativa que busca fomentar proyectos artísticos que representen y reconozcan las diversas culturas regionales. Los proyectos se organizaron en diferentes zonas geográficas: Caribe, Oriente, Centro Occidente, Pacífico, Sur, Orinoco-Amazonía y Centro.
Los curadores seleccionados disponían de dos años para ejecutar sus proyectos. El primer año se destinaba a la investigación curatorial, y en el segundo semestre de 2024, el Grupo de Artes Plásticas y Visuales debía asegurar la producción de los proyectos y la participación de los artistas, así como las exposiciones y eventos propuestos.
Si bien los proyectos curatoriales se mantuvieron en marcha durante el primer año, la situación cambió en el segundo. El 11 de septiembre de 2024, todos los integrantes de uno de los salones presentó su renuncia colectiva al desarrollo del “18 Salón Regional de Artistas Centro Occidente”, programado para iniciar la última semana de septiembre de ese año. La decisión fue tomada en medio de la falta de formalización en los procesos de contratación y la ausencia de recursos por parte del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.
En una carta dirigida a Alejandra Sarria, asesora del grupo de Artes Plásticas y Visuales del Ministerio, todos los integrantes del proyecto expresaron su sorpresa por la falta de claridad en los procesos y plazos necesarios para llevar a cabo el proyecto. A pesar de haber entregado toda la documentación requerida cuatro semanas antes, no hubo avances en la formalización de la contratación.
La carta mencionaba: “Han pasado siete meses y estamos exhaustos. Hemos de ser coherentes y honestos con el proyecto y apostar por la política de los cuidados que proponíamos en la investigación”.
El grupo había estado trabajando en el proyecto desde febrero de 2024, construyendo una red de apoyo con instituciones y personas comprometidas. No obstante, después de varios meses de frustración, decidieron que no podían seguir adelante bajo las condiciones actuales. En su carta, también subrayaron la importancia de una política de cuidados en el trabajo cultural y la devaluación que sentían hacia su proyecto. Destacaron que el apoyo mutuo y el cuidado son esenciales en un contexto cultural donde las exigencias de producción y la lógica capitalista prevalecen.
ferranElOtro, el curador del proyecto del Salón Regional Centro Occidente, habló con El Espectador sobre la situación. Fue claro en señalar que no se podían hablar de compromisos incumplidos, ya que el ministerio nunca los asumió. “Las condiciones siempre fueron ambiguas. El ministerio fue cauteloso al no definir unos cronogramas claros, como ocurrió con las becas. Al no adquirir compromisos claros, no incumplen procesos. Propician unas condiciones laborales precarias en las que cuando se desembolsan los recursos los proyectos deben ejecutarse en unos tiempos muy limitados, lo que repercute directamente en la calidad final de las propuestas”, explicó ferran.
A pesar de que las bases del proyecto especificaban que todo dependía de la llegada de los recursos, ferran señaló que le parecía “extraño” que no se hubiera definido y previsto una partida para la producción y el desarrollo de los proyectos desde la fase de investigación. Además, mencionó que a pesar de haber presentado la investigación curatorial y toda la documentación solicitada por el ministerio en la fecha que este había solicitado para el pago del 20% final del estímulo dentro del año 2023, el pago no llegó hasta febrero del año siguiente.
“La comunicación con el ministerio también fue compleja. Cuando enviábamos correos para solucionar dudas o pedirles información, rara vez teníamos respuesta o se demoraban semanas, pero cuando nos escribían para solicitarnos documentación y/o información, solicitaban que las respuestas llegaran en tiempos muy limitados.”, comentó.
Finalmente, tras meses de incertidumbre, en febrero recibió un correo confirmando que su proyecto avanzaría, aunque sin una fecha definida. A partir de ahí, realizaron una primera adaptación del proyecto ajustándolo al presupuesto de producción asignado y elaborando un cronograma con la prevision de empezar en el mes de mayo, a pesar de no contar con un operador asignado. Un cronograma que se tuvo que readaptar de nuevo con posterioridad cuando se asigno el operador a finales de julio, lo que dificultó aún más la ejecución del proyecto.
A pesar de haber realizado toda la preproducción del salón, los contratos nunca se firmaron a tiempo. Cuando finalmente llegaron, estaban llenos de errores, lo que imposibilitó la ejecución de la primera actividad del salón: el taller AlElOpAtÍA del proyecto de Margarita Pineda. Además, aunque la cláusula de los contratos estipulaba que los pagos se realizarían en 15 días, los pagos dependían del flujo de caja, por lo que no había certeza de que los fondos estuvieran disponibles.
“A pesar de que la comunicación con el ministerio fue complicada, el proyecto siguió adelante, y todos los involucrados en el el salón regional invirtieron su propio tiempo para llevar a cabo la investigación de los proyectos a desarrollar, gestionar y confirmar todas las sedes donde se iban a desarrollar las actividades y todos los colaboradores que iban a participar en las diferentes actividades del salón”, relató ferran y como se puede ver detallada en la web del proyecto (https://cac-co.ferranelotro.info/).
El equipo se vio obligado a ajustar el cronograma repetidamente debido a los constantes retrasos por parte del ministerio. Los contratos propuestos resultaron riesgosos, pues firmarlos implicaba comprometerse a realizar el proyecto sin garantías de fechas concretas de pago. A pesar de los múltiples correos enviados, no recibieron respuestas, lo que generó una gran frustración.
“A parte de la falta de claridad y la ausencia de recursos, otra de las razones importantes de nuestra renuncia fue el poco interés que percibimos del ministerio con el proyecto. Uno de los momentos más decepcionantes fue cuando nos cancelaron la reunión programada con los diseñadores y la editora de la publicación del proyecto, a un minuto de que ésta empezara. Llevábamos trabajando con Latitud Estudio y Daniela Serna durante semanas en la imagen y el diseño de los elementos de comunicacion del salón y la reunión la organizamos para ver como podía convivir la propuesta en la que habíamos trabajado durante varios meses con la imagen general de los salones que llego a última hora.”, relató ferran.
Tras la renuncia, el equipo fue contactado al día siguiente por Alejandra Sarria, quien expresó sorpresa por la decisión y argumentó que no hubo un diálogo previo. El equipo aclaró que, a pesar de haber enviado varios correos las semanas previas, no recibieron respuesta, lo que fue determinante para su decisión. Desde el ministerio argumentaron que hubo problemas con los correos, que fueron enviados al spam, debido a un hackeo en las cuentas.
ferran recordó que Sarria intentó retomar la conversación y propuso buscar una solución, sugiriendo que el proyecto podría comenzar la semana siguiente. Sin embargo, el equipo dejó claro que los contratos estaban llenos de errores, no se contaba con los recursos necesarios y las condiciones no eran las adecuadas.
En un comunicado emitido el 20 de septiembre de 2024, el ministerio reconoció los errores y pidió disculpas. “Desde el Minculturas, reconocemos las dificultades que retrasaron el inicio de esta ejecución hasta finales de julio, a pesar de que estaba previsto para mayo”, expresaron.
En una entrevista posterior con Juan David Correa, tras su renuncia al ministerio, se le preguntó por este caso y explicó que hubo respuestas formales, pero que la interlocución se realizó principalmente con el curador y no directamente con los artistas, quienes no se pronunciaron hasta que renunciaron colectivamente. “Le propusimos al curador incluir la investigación y el proceso en el catálogo que recogerá todos los regionales”, agregó.
Desde el equipo del salón se realizó una contrapropuesta al ministerio: “Producir un texto actualizado que de cuenta precisamente del proceso de implementación de este proyecto curatorial tras su fase de investigación. Nos parece importante reflexionar sobre la crítica institucional, sobre todo porque entendemos que nuestro proyecto reproduce y expande los modelos planteados por una nueva institucionalidad, posibilitando dispositivos que interroguen e interpelen. Incluir un texto sobre el proyecto en el catálogo estaría muy acorde con el gesto que planteamos en la propuesta de socialización de la investigación porque subrayaría la importancia del hecho de que la “institución” o “instituirse” solo existe en un sentido nominativo, es decir, que es el resultado performativo de los actos del habla y la escritura”, a lo que el ministerio aceptó.
ferranElOtro, por su parte, dejó claro que el texto en el que está trabajando es un ejercicio para reflexionar sobre la situación y que sus palabras no buscan ser un reclamo o denuncia. Sin embargo, reconoció que el problema principal sigue siendo la burocracia, algo que espera se pueda superar, sin que continúe siendo usado como excusa para no avanzar.