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La cineasta Sahraa Karimi y Malala se pronunciaron frente a Afganistán

En medio de la situación que atraviesa Afganistán por la presencia de los talibanes, temiendo el establecimiento de un nuevo régimen del terror, la cineasta Sahraa Karimi, directora general de Afghan Film, y Malala se pronunciaron con respecto a lo que los afganos están viviendo, en particular los artistas y las mujeres, previendo posibles consecuencias a futuro y ofreciendo distintas formas de apoyo a la comunidad.

17 de agosto de 2021 - 11:11 p. m.
La cineasta Sahraa Karimi, directora general de Afghan Film, hace un llamado para “que el mundo no se olvide de Afganistán y alce sus voces en nombre de las mujeres, los niños, los artistas y los cineastas afganos”.
La cineasta Sahraa Karimi, directora general de Afghan Film, hace un llamado para “que el mundo no se olvide de Afganistán y alce sus voces en nombre de las mujeres, los niños, los artistas y los cineastas afganos”.
Foto: Wikipedia

En una publicación a través de Instagram, la periodista Jineth Bedoya compartió que la ONG Democracy Today le hizo llegar una carta en la que la cineasta Sahraa Karimi, directora general de Afghan Film, hace un llamado para “que el mundo no se olvide de Afganistán y alce sus voces en nombre de las mujeres, los niños, los artistas y los cineastas afganos”. Partiendo de la divulgación que el periódico El Tiempo hizo de la misiva, y considerando que Bedoya hizo pública la necesidad de “leerla, sentirla y compartirla”, publicamos la carta escrita por la cineasta afgana.

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“Mi nombre es Sahraa Karimi, una directora de cine y actual directora general de Afghan Film, la única compañía cinematográfica de propiedad declarada establecida en 1968. Les escribo con el corazón roto y la profunda esperanza de que puedan unirse a mí para proteger a mi hermosa gente, especialmente a los cineastas de los talibanes.

En las últimas semanas, los talibanes se han hecho con el control de tantas provincias. Han masacrado a nuestra gente, secuestraron a muchos niños, vendieron niñas como novias a sus hombres, asesinaron a una mujer por su atuendo, hirieron los ojos de una mujer, torturaron y asesinaron a uno de nuestros queridos comediantes, asesinaron a uno de nuestros poetas historiadores, asesinaron al jefe de cultura y medios de comunicación del gobierno; han estado asesinando a personas afiliadas al gobierno, colgaron a algunos de nuestros hombres públicamente, han desplazado a cientos de miles de familias.

Las familias se encuentran en campamentos en Kabul después de huir de estas provincias, y se encuentran en condiciones insalubres. Hay saqueos en los campamentos y bebés que mueren porque no tienen leche. Es una crisis humanitaria y, sin embargo, el mundo guarda silencio. Nos hemos acostumbrado a este silencio, pero sabemos que no es justo. Sabemos que esta decisión de abandonar a nuestro pueblo es errónea, que esta precipitada retirada de las tropas es una traición a nuestro pueblo y a todo lo que hicimos cuando los afganos ganaron la Guerra Fría para Occidente.

Nuestro pueblo fue olvidado entonces, lo que condujo al oscuro gobierno de los talibanes, y ahora, después de veinte años de inmensos logros para nuestro país y especialmente para nuestras generaciones más jóvenes, todo podría perderse de nuevo en este abandono.

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Necesitamos su voz. Los medios de comunicación, los gobiernos y las organizaciones humanitarias mundiales guardan convenientemente silencio como si este “acuerdo de paz” con los talibanes fuera alguna vez legítimo. Nunca fue legítimo. Reconocerlos les dio la confianza para volver al poder.

Los talibanes han estado brutalizando a nuestro pueblo durante todo el proceso de conversaciones. Todo lo que he trabajado tan duro para construir como cineasta en mi país está en riesgo de caer.

Si los talibanes se hacen cargo, prohibirán todo el arte. Otros cineastas y yo podríamos ser los siguientes en su lista de éxito. Despojarán los derechos de las mujeres, seremos empujadas a las sombras de nuestros hogares y nuestras voces, nuestra expresión, serán sofocadas en silencio. Cuando los talibanes estaban en el poder, cero niñas estaban en la escuela.

Desde entonces hay más de 9 millones de niñas afganas en la escuela. Esto es increíble: Herat, la tercera ciudad más grande que cayó en los talibanes, tenía casi un 50 % de mujeres en su universidad. Estos son logros increíbles que el mundo apenas conoce. Solo en estas pocas semanas, los talibanes han destruido muchas escuelas y 2 millones de niñas se ven obligadas a abandonar la escuela de nuevo.

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No entiendo este mundo. No entiendo este silencio. Me quedaré y lucharé por mi país, pero no puedo hacerlo sola. Necesito aliados como tú. Por favor, ayúdanos a conseguir que este mundo se preocupe por lo que nos está sucediendo. Por favor, ayúdanos informando a los medios de comunicación más importantes de tu país de lo que está sucediendo aquí en Afganistán.

Sean nuestras voces fuera de Afganistán. Con los talibanes en Kabul, es posible que no tengamos acceso a internet ni a ninguna herramienta de comunicación. Por favor, involucre a sus cineastas y artistas para que nos apoyen a ser nuestra voz.

Esta guerra no es una guerra civil, esta es una guerra por poderes, esta es una guerra impuesta y es el resultado del acuerdo de los Estados Unidos con los talibanes. Por favor, comparta este hecho con sus medios de comunicación y escriba sobre nosotros en sus redes sociales.

El mundo no debe darnos la espalda. Necesitamos su apoyo y su voz en nombre de las mujeres, los niños, los artistas y los cineastas afganos.

Este apoyo sería la mayor ayuda que necesitamos en este momento.

Por favor, ayúdennos a conseguir que este mundo no abandone Afganistán.

Muchas gracias.

Con respeto, Sahraa Karimi”.

Por su parte, Malala, quien a sus 15 años fue atacada por los talibanes mientras defendía el derecho de las niñas a asistir al colegio, mientras se convertía en una vocera del derecho al acceso a la educación de las mujeres, afirmó: “Temo por mis hermanas afganas”. En un ensayo publicado en la sección de opinión del New York Times, la activista recordó los tiempos en los que los talibanes llegaron al Valle Swat, en Pakistán, prohibiendo la asistencia de las niñas al colegio. “Escondí mis libros bajo mi largo y grueso chaúl y caminé a la escuela con miedo. Cinco años después, cuando tenía 15 años, los talibanes intentaron matarme por alzar la voz sobre mi derecho a ir a la escuela”.

Sin dar nombres, pero afirmando que se ha puesto en contacto con defensores de la educación en Afganistán, Malala comenta la situación que ellos atraviesan. La pérdida del contacto con maestros y estudiantes es una de las preocupaciones que hay, y la solicitud de ayuda humanitaria, desde los poderes regionales y de los países vecinos, son peticiones que, según cuenta, ha escuchado en reiteradas ocasiones. “Tendremos tiempo para debatir qué salió mal en la guerra de Afganistán, pero en este momento crucial debemos escuchar las voces de las mujeres y niñas afganas. Piden protección, educación y la libertad y el futuro que se les prometió. No podemos fallarles de nuevo. No tenemos tiempo que perder”.

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