
Foto: Viviana Velásquez Bello
Cuando se menciona la palabra “masculinidad” hay algo que pareciera empujarnos a pensar que la siguiente es “tóxica”. Somos irreparablemente violentos, se dice, fuera de contacto con nuestros sentimientos y ridículamente simples y básicos. Al hablar de masculinidad de manera “correcta” no nos queda más que hacer una caricatura de lo simiescos que somos, o en su defecto ese acto de abjuración contemporánea consistente de pararse en público para “renunciar a los privilegios”.
Pero es justamente la masculinidad no pensada la que nos ha traído...
Por Roberto Palacio
Conoce más