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La esquina delirante LVI (Microrrelatos)

Este espacio es una dentellada a la monotonía, mediante el ejercicio impulsivo y descarado de la palabra escrita. En tiempos fugaces, como los nuestros, en los que la inmediatez y la incertidumbre parecen haberse apoderado de nuestra cotidianidad, el microrrelato se yergue como eficaz píldora psicoterapéutica.

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Autores varios
26 de diciembre de 2020 - 10:15 p. m.
"Suerte navideña", "El avioncito de papel", "Pase por aquí, caballero", "Zombis", "Despertó", son los títulos de esta nueva edición de "La esquina delirante".
"Suerte navideña", "El avioncito de papel", "Pase por aquí, caballero", "Zombis", "Despertó", son los títulos de esta nueva edición de "La esquina delirante".
Foto: Angélica Villalba Cárdenas
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Suerte navideña

Lorena tardó toda la mañana en preparar los buñuelos. Los primeros que hizo salieron del aceite maldiciendo su negra suerte. Al tercer intento lucían más agradables pero su sabor dejaba mucho por desear. Aunque no demoró en desenredar las luces, veía tan pelado el arbolito de navidad que las ramas apenas podían sostener todos los adornos puestos para disimular el vacío. Por la tarde llovió a cántaros y quiso evitar lo que faltaba de la cena comprando un pavo a la vuelta de la esquina; nunca llegó esa señora a la que le encargó los tamales. Cuando llegó la noche junto con sus familiares, los villancicos sonaron huecos porque nadie se atrevió a digerir la comida y no hubo regalos. Lorena todavía guardaba la fe de que recibiría algún regalo y dejó un vaso de leche con unos buñuelos para Papá Noel. Al día siguiente sólo recibió un mensaje por WhatsApp de un número desconocido:

“Lo siento, chica. Este año no habrá regalos porque estamos en cuarentena aquí en el Polo Norte. Saludos”.

Sebastián Chavarro

Le sugerimos “Yoruga” y la carpeta de ideas de Federico Torrado

*

El avioncito de papel

Hoy cumplo siete años. Me trajeron hace dos. La guerra ha sido dura. Me llaman Fritz. Mis padres murieron tras el desembarco de Normandía por ser judíos. En este lugar estudiamos con pizarrones. Hay mucha pobreza, y apenas si hay que comer, los recursos son escasos. Ni siquiera hay hojas de papel para escribir. Hoy es Navidad, tampoco hay árbol, ni medias para llenar o dejar cartas. Mi sueño más grande es tener un avioncito, pero mis compañeros crueles por naturaleza se burlan de mi porque le pido a Santa todas las noches que traiga mi presente. La maestra nos habló de un lugar maravilloso, donde están los duendes y los renos que traen los regalos a los niños buenos. He sido piadoso, he hecho mis deberes escolares, me he aguantado las burlas de mis compañeros por la falta de mi brazo izquierdo y he recogido la basura cada día. Hoy he decidido escribirle: Querido Santa, mis compañeros dicen que tu no traerás nada como los años anteriores, pero ahora que sé escribir voy a pedirte mi regalo:

¿Quisieras traerme un avioncito pequeño, aunque sea de papel?

Deje la pizarra junto a mi almohada.

Julián Camilo Correa

*

Pase por aquí, caballero

Con el toque de queda, se ha activado un nuevo protocolo para Papa Noel. En primer lugar, debe dejar su uniforme en casa, afeitarse la barba y pasar desapercibido, nada de trineos. Llegará a mi casa en su coche, entrará como uno más, me dará los regalos en mano y se irá. Aquella noche, vino como lo habíamos acordado. No tenía gorro. Estaba afeitado, con un jersey de lana, unos pantalones de pana… Lo único, que se le olvidó cambiarse los zapatos rojos. Entró delante de los niños y ni se fijaron en él. Yo le pregunté por su mujer, y cuando se acercó a la cocina, le pedí los regalos, y se marchó, como si fuera uno más. Nadie se fijó en él. Ni siquiera los niños.

Celia Ortiz Lombraña

*

Zombis

Los humanos fueron a la casa antigua, cerca de Navidad y del año nuevo, en el apogeo del invierno. Caminaban en fila, sin saber más que ese era el camino, desconociendo lo que había a la derecha o a la izquierda. Iban en pos de algo, pero aun enigmático… Los pobres solo eran felices cuando veían el letrero de las ruinas que rezaba: se llenan memorias.

Lester F. Ballester (Cuba)

*

Despertó

Se despertó de golpe, con un tambor sonando rápidamente en su pecho, el ruido era estremecedor y le pareció ajeno el cansancio exagerado que sentía en su cuerpo junto a lo pesado que le parecía. Todo le era cada vez más extraño, como si aún estuviera en un sueño denso porque estaba segura de estar despierta y aun así seguía viendo borroso. A tientas intentó abrir la puerta con cuidado, estaba firmemente cerrada, tampoco hallaba un interruptor cerca. Empezó a respirar más rápido a punto de entrar en pánico, sino hubiera

sido por ese frondoso aroma que sentía que penetraba hasta la conjunción de sus ojos y su nariz. Era olor a leña, algo dulzón también se anunciaba que se cocía. Pero su momento de terror no había terminado, escuchó el movimiento metálico, provenía de la puerta, el horror se apoderó de ella de nuevo, un haz de luz enceguecedor que devoró la habitación entró de golpe.

Un pequeño que le llegaba a la rodilla se sostenía fuertemente de su pierna mientras sonreía.

—¡Abuelita!

—¡El niño se metió a la habitación, despertó a mi mamá!, entra tú, aún no me reconoce

Un rostro con sonrisa amable entró.

Christian Felipe Gómez Mejía

*

Para que su texto de máximo 200 palabras sea publicado, envíelo a laesquinadelirante@gmail.com. Síganos en Instagram: #laesquinadelirante.

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