Para el artista Jorge Luis Vaca, Colombia es un país sin retentiva. Su obra busca materializar esa memoria frágil en relación con los acontecimientos que nos han marcado como país.
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Esta preocupación por atrapar y recrear los recuerdos tiene que ver con su propia historia: desde los 19 años convive con la epilepsia y este diagnóstico tiene un impacto en su posibilidad de conservar los recuerdos. Su memoria, como él lo manifiesta, es caprichosa.
Actualmente se realiza una retrospectiva de su trabajo en la Galería MAP - Montenegro Art Projects, ubicada en el parque de la 93 en Bogotá, exhibición curada por Ana María Lozano, en la que Vaca pretende “resaltar, tanto el desarrollo plástico, como el interés artístico por la investigación y el proceso, teniendo en cuenta el contexto político de Colombia que vive un momento difícil, pero especialmente significativo”, como lo expresó.
El hackeo de los símbolos
De acuerdo con Ana María Lozano, investigadora de arte contemporáneo: “En las obras de Vaca se generan intersecciones entre la memoria individual, la memoria colectiva (aquella que se narra, que se habita) y la memoria oficial: la del Estado, la de la nación. Esta superposición de memorias implica también intervenciones en su construcción, lo que incluye las desmemorias y olvidos: olvidos necesarios, olvidos culposos, desmemorias imperdonables. En esos pliegues se juegan múltiples capas e intereses”.
Al visitar esta exposición se cumple uno de los deseos del artista: incomodar. Sacudir los recuerdos. Reinterpretar aquello que vemos a diario en las noticias o redes sociales o con lo que realizamos transacciones como son monedas y billetes que suelen aparecer en forma de palabras, titulares, estadísticas y cifras que evidencian el legado de una historia patria dolorosa. No lo hace con íconos evidentes de la violencia, sino con sutiles formas de representar momentos emblemáticos.
En esta exposición, abierta al público hasta el 29 de agosto, es factible encontrarse con piezas icónicas de Colombia. El mapa es una herramienta clave para entender la situación geopolítica y territorial en tiempos de guerra y Vaca los reinterpreta sobre papeles de marihuana y coca. Otra insignia como el escudo bordado en hilos de oro sobre papel, da cuenta de una mirada integral, en la que interviene no solo una extensa investigación previa por parte del artista, sino también la participación de profesionales de la ciencia y el arte que le permiten expresar sus ideas en torno al tiempo, al espacio, a la guerra y la paz, a la vida y a la muerte.
El trabajo en equipo es muy importante para mí, comenta el autor de la exposición. “Es una estrategia que he desarrollado y consolidado a lo largo de los años. Mi proceso como artista e investigador me ha llevado a plantear soluciones distintas según cada proyecto”. El arte conceptual sienta precedentes, llama la atención, invita a la reflexión y a la reinterpretación de los hechos que han marcado la historia reciente de Colombia.
El sonido sordo del tiempo y la muerte
En el marco de esta exposición resalta el sonido sordo del tiempo, de un tiempo de luto que resultó de una frase que caló en el espíritu del creador Jorge Luis Vaca, quien a pesar de tratar temas complejos y dolorosos lo hace con un estilo sutil lleno de metáforas. Cuando se cerró la Comisión de la Verdad y el padre Francisco De Roux pronunció su discurso de clausura, afirmó que en Colombia se debería guardar un luto de 17 años, tomando como indicador un minuto de silencio por cada persona fallecida en el conflicto armado con las F.A.R.C. “Esta frase se quedó conmigo y durante un largo tiempo busqué cómo materializarla y encontrar la forma adecuada de comunicarla. Para ello, junto a mi gran amigo e ingeniero César Hernández, mecatrónico y doctor en ingeniería, hackeamos un reloj con el propósito de generar una imagen que representara este luto”.
“En cuanto al bordado, me interesaba mostrar la riqueza y la fragilidad de los signos que representan al Estado. Después de visitar Popayán, me interesé en revisar la historia visual de los escudos y en explorar la posibilidad de bordarlos sobre papel. Este proceso requiere una gran habilidad técnica, por lo que pasé casi dos años buscando a la persona adecuada para realizarlo. Finalmente, encontré al artista Juan Manuel Cabrera, quien se hizo cargo de esta materialización. Desde mi perspectiva, esto confirma que es más importante construir buenas metáforas a través del trabajo en equipo, que perseguir un estilo característico como creador”.
La memoria, un discurso continuo
Jorge Luis Vaca entiende la construcción de la memoria como un discurso continuo, un proceso que ocurre en el presente y que se reescribe constantemente. Su obra se nutre de libros, recortes, visitas a lugares, conversaciones. Todo está articulado desde esta perspectiva. Al usar fuentes primarias e información vinculada al presente, suele encontrar elementos que detonan intereses en su quehacer, especialmente si se considera que Colombia es un país profundamente indolente, como lo define el artista.
“A propósito de la palabra considero que ésta tiene poder en sí misma y al señalarla, es posible potenciar otras ideas que invitan al espectador a salir de su espacio de comodidad. Para ello utilizo, en ocasiones, frases propias; otras veces, apropiaciones de otros artistas, o citas de personas y medios de comunicación que comparten este interés en las reflexiones en torno a la paz. La palabra puede cambiar tanto el presente como el futuro”.
De acuerdo con Lozano, “en esta obra meticulosa —producto de largos procesos de estudio, ensayo y revisión de medios, dispositivos y recursos—, Vaca examina de manera constante estadísticas e información numérica, otra forma de mirar al Estado-nación desde la abstracción: se dicen con números los líderes asesinados, los desplazamientos, los kilómetros de territorio en disputa”.
A propósito de la retrospectiva, Vaca señala que esta coyuntura de tener 40 años le permite confirmar la definición de sus intereses y modelo de trabajo. Sin embargo, hacia adelante tiene al menos tres o cuatro décadas de producción artística. Esta muestra le permite desafiar el futuro convencido de que lo mejor está por venir. “Básicamente, busco crear un espacio que invite a la incomodidad, a la reflexión y a la posibilidad de construir y pensar un país diferente” concluyó.