Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Crecer bajo la sombra de la mítica y potente figura que fue su madre, La Faraona, y ser la hija menor de una gran familia de artistas, su padre Antonio González, El Pescaílla; su hermana, la actriz y cantante Lolita Flores y el ya fallecido cantautor Antonio Flores, puede parecer muy conveniente y a la vez muy complicado. Conveniente porque lleva el sello de artista tatuado en la piel desde que nació y porque su casa siempre fue un yacimiento de talento un tanto anómalo. Complicado porque siendo la menor tenía que ser reconocida por lo que era Rosario y no la hija, ni la hermana. Le costó al principio salir del molde de un apellido que pesaba y que tenía luz propia.
La primera vez que se montó en un escenario, tanto ella como su familia desconocían la fuerza y la energía que desprendía la pequeña de la casa con el lenguaje mágico de la música. Sin duda alguna la herencia de su madre salió a flote entre las luces y el público. “Mi madre dejó un halo de luz y de amor, que nos alcanza a llegar. La gente nos quiere por haber pertenecido a esta familia, así no cantemos”, confiesa Rosario. Cuando se le pregunta por el legado de su hermano, afirma que ese ser que parecía más de arriba que de abajo dejó toda su música para siempre, su amor y su generosidad.
Rosario ha sido una luchadora de su arte que ha sabido mantener su carrera con éxito, ese que ella describe como el poder vivir de su música por siempre.
Hoy, Rosario cuenta con ocho discos y varias participaciones en la pantalla grande. Desde que filmó Hable con ella, la película dirigida por Almodóvar, no ha vuelto a aparecer en el cine. “Estoy esperando a que me den alguna película bonita, una participación interesante, pero hasta el momento nada me ha convencido”, asegura.
El próximo 5 de marzo vuelve a tierra colombiana junto con Antonio Carmona para dar un concierto en el Coliseo Cubierto El Campín. Según Rosario, Colombia fue uno de los países con los que trabajó cuando empezó su carrera y de los que más sintieron su música. “Siempre que he ido me han recibido con los brazos abiertos. Todo el público cantando mis canciones, bailando mis rumbas; sé que me quieren, que me sienten y eso es lo más importante y lo que más me gusta”.
La música de Rosario es una consecuencia de lo que ella oía en la calle como el funk y el rhythm and blues y lo que había dentro de casa, que era rumba y flamenco. Este último son palabras mayores. Precisamente esas bulerías y soleá son fuente y base de su trabajo, pero lo suyo es la rumba, un ritmo más sencillo que se mezcla con la música latina.
Su último trabajo, Parte de mí, es un disco de versiones que cuando se lo propusieron no le entusiasmó por tener tanta música nueva y tantas ideas por mostrar y compartir. Sin embargo, las versiones que había hecho anteriormente, como la de Lucía de Serrat, habían tenido mucho éxito. Al final, con la insistencia de la gente, se decidió por este trabajo de otros que a la vez es una entrega muy íntima. “Son las canciones que han sido parte de mi vida, que yo había vivido, las que había escuchado de pequeña camino al colegio… Cuando las escuché por primera vez las sentí y cantarlas es un privilegio. Las siento ya muy mías”.
Desde Manzanita hasta Juan Luis Guerra, estas canciones son las que le tocaron el corazón.
De la mano con Antonio Carmona, a quien considera uno de los mejores artistas actuales, Rosario cantará con su voz privilegiada llegando a ese público que la acompañó en sus comienzos.
Jueves 5 de marzo Coliseo Cubierto El Campín, 7:00 p.m.Boletería: www.tuboleta.com