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La historia de cómo Crepes & Waffles descubrió 14 tumbas mientras hacía un colegio

El descubrimiento de 14 tumbas, algunas de alrededor de 2.000 años de antigüedad, en Cajamarca, abrió una ventana hacia la vida de una comunidad milenaria de la que hoy en día no se sabe mucho.

Santiago Gómez Cubillos

14 de febrero de 2025 - 09:00 a. m.
Algunas de las tumbas encontradas fueron reubicadas fuera del lugar de construcción del colegio, mientras que las "especiales" fueron dejadas en el lugar donde se encontraban originalmente.
Foto: Cortesía Crepes & Waffles
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Cuando los trabajadores de la construcción de la Institución Educativa La Leona tuvieron que parar de repente sus actividades, el chisme que corrió por Cajamarca era que habían encontrado oro. Esto ocurrió el 19 de agosto de 2020, cuando Crepes & Waffles adelantaba la reconstrucción de un colegio cuya antigua estructura había sido declarada en riesgo de deslizamiento en 2012. La empresa se había comprometido a entregar una nueva institución como parte del programa “Obras por impuestos”, pero con lo que no contaban era que ese terreno se volvería el centro de un hallazgo arqueológico sin precedentes.

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No era oro, en el sentido literal de la palabra, eran las tumbas de una civilización antigua que hacía más de 3.000 años habitaba el cañón de Anaime, donde queda la vereda La Leona. Cuando estaban haciendo el trabajo de remoción de suelos para levantar la nueva edificación empezaron a aparecer lajas enormes de piedra. Cada una de alrededor de tres metros de alto y con un peso de más de tres toneladas. En ese momento la empresa no tuvo más opción que detener el proyecto ante la alta posibilidad de estar en presencia de un descubrimiento importante.

Fue entonces que recurrieron a un equipo de la Universidad de los Andes, encabezado por la arqueóloga Lucero Aristizábal Losada, que se puso a la tarea de determinar qué era lo que había escondido en ese terreno. “Fuimos y vimos que las lajas que ellos habían encontrado correspondían a seis tumbas de cancel, que son estructuras de piedra típicas de la región muy similares a un ataúd de hoy en día en el sentido de que también cuentan de piso, paredes y techo”, explicó Aristizábal. En ese momento fue que les informaron que debían reportar el hecho al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), pues son ellos quienes deben dar el permiso para una intervención arqueológica.

“Normalmente los proyectos que requieren de una licencia ambiental tienen un presupuesto para arqueología, pero este proyecto inicialmente no necesitaba un permiso de este tipo. Cuando ocurrió el hallazgo creo que fue una situación compleja para ellos porque el ICANH tiene la responsabilidad de garantizar que el titular del proyecto realice las actividades arqueológicas necesarias en este tipo de casos. Ellos pueden decir que no tienen plata para eso, pero eso significa que no pueden continuar con el proyecto”, explicó Juan Pablo Ospina, coordinador del grupo de arqueología de esta institución.

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La empresa tuvo que tomar una decisión, o hacían lo que les estaban pidiendo y asumían todos los costos de investigación y preservación de estos objetos o perdían la posibilidad de continuar con la construcción del colegio que habían prometido para alrededor de 400 niños de la región.

“El hallazgo fue un tesoro y a la vez una responsabilidad demasiado grande”, contó Felipe Macía, gerente de Sostenibilidad de Crepes & Waffles, quien tuvo que trabajar con el equipo de arqueólogos que hizo la propuesta de investigación y conservación al ICANH para poder continuar con el proyecto. “Había veces en las que yo me preguntaba, ¿en qué momento Crepes se puso a excavar tumbas y a contratar arqueólogos? Pero lo asumimos con gratitud”, afirmó.

Los primeros resultados de hallazgo arqueológico

Fueron tres años en los que el equipo de arqueólogos estudió el terreno y fue desenterrando, poco a poco, cada vez más objetos. Ya no había solamente piedras, sino que aparecieron restos óseos de humanos y animales, piezas en cerámica, telas y herramientas. “Fue un proceso muy dispendioso porque la arqueología requiere hacer las cosas con mucho cuidado”, dijo Aristizábal. En el segundo semestre de 2023 fue que se determinó que se trataba de tumbas de una civilización prehispánica que databan de un periodo entre 500 a. C. y 1.500 d. C.

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“De esas 14 tumbas que encontramos identificamos dos ‘especiales’ y las llamamos así porque su disposición es una que nunca habíamos visto antes. Hay unas similares en Asia, lo cual es muy llamativo, pero no podemos entrar a especular”, explicó la arqueóloga jefe del proyecto. Además, aclaró que se encontraron 4.082 piezas dentales, 140.359 piezas cerámicas y 3.785 elementos óseos de fauna.

Ahora bien, estos hallazgos no estarán disponibles para el público pronto, pues no se logró encontrar una institución que fuera capaz de albergarlos. Es por eso que la empresa optó por reenterrarlos como método de preservación. Sin embargo, a través de fotografías y modelajes en 3D, los investigadores podrán seguir explorando las posibilidades de este terreno.

Esta semana se volvió a hablar del tema porque la compañía está lanzando la campaña de divulgación de lo que han arrojado las investigaciones de los últimos cinco años. Estos se pueden consultar a través de su página web, se pueden ver en un documental realizado al respecto y estarán también pronto en la revista del ICANH en la que se expondrá con más detalles lo que ha significado el desarrollo de este proyecto para la región y para el país.

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“Ojalá este hallazgo lleve a reflexiones sobre la gestión del patrimonio y que se vuelva algo accesible para todo el mundo y no algo que se queda en papeles e investigaciones”, afirmó Macía. En esto concuerda José David Toro, vicepresidente de la junta de acción comunal de La Leona y vecino del colegio, pues cree que es importante seguir implementando estrategias de divulgación con su comunidad porque, a su parecer, esto ha sido insuficiente hasta el momento.

“La historia no es para ‘chicanear’ o para dejarla durmiendo el sueño de los museos, sino para que nos catapulte al presente y nos ayude a entender qué es lo que estamos viviendo y por qué. Si no sabemos de dónde venimos, pues no sabemos en dónde estamos ni mucho menos para dónde es que tenemos que coger”, concluyó Toro.

Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98sgomez@elespectador.com
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