De la región del Catatumbo o Casa del Trueno (en lengua Barí), en Norte de Santander, se ha escrito mucho y casi siempre sobre lo mismo: un conjunto de 10 municipios al nordeste del departamento que se extienden por la cordillera oriental y el Lago de Maracaibo para formar una región “transfronteriza”. Un corredor bañado por el río Catatumbo que alberga una fecunda biodiversidad biológica y que la NASA bautizó como “capital mundial del relámpago”.
De lo que no se ha dicho (o dicho poco) es de la presencia de esta región en la literatura española del Renacimiento. Hay una mención en las “Elegía de varones ilustres de Indias”, de Juan de Castellanos, a finales del siglo XVI. Pero es en 1598, en un poema épico escrito por Lope de Vega y titulado “La Dragontea”, donde el fenómeno natural conocido como el Faro del Catatumbo tiene una presencia relevante.
(El Faro del Catatumbo se refiere a una lluvia de relámpagos y truenos que de manera ininterrumpida se puede divisar desde ambos lados de la frontera colombo venezolana. Según los expertos, este fenómeno ayuda al fortalecimiento de la capa de ozono).
El poema de Lope de Vega surge a raíz de sus lecturas de las Relaciones de la Real Audiencia de Panamá (un tribunal de justicia del Imperio Español en las Américas), y está compuesto en octavas reales y dividido en diez cantos.
El poema cuenta la última incursión del pirata inglés Francis Drake por hacerse al dominio de los pueblos costeros de España, y su paso por lo que hoy se conoce como Colombia y Panamá. Su intención era dirigirse hacia Panamá, para luego emprender el dominio de Maracaibo.
Los españoles ya estaban avisados de las intenciones de Francis Drake, de modo que lo aguardaban con suspicacia porque sabían de su ferocidad en los combates.
Los ingleses llegaron a las aguas de Maracaibo, ocultos por una noche dura, espesa y apretada como un puño cerrado. La invisibilidad de la noche era su mejor carta. Pero no contaba con el fenómeno natural del Faro del Catatumbo, que entonces se conocía como Linterna de San Antonio o Faroles de Maracaibo. Y de pronto, reventó un relámpago en el cielo, y luego otro y otro y otro, hasta que una lluvia eléctrica fotografió la posición del enemigo y les desbarató el efecto sorpresa con que contaban.
Los españoles lograron divisar la posición de los ingleses bajo la luz plateada de los relámpagos, dominaron las aguas embravecidas por las lombardas del enemigo y redujeron toda la flota inglesa a escombros.
En el poema, Francis Drake muere a manos de sus propios hombres, aunque en la vida real muriera de disentería. Esta licencia y otras que usa Lope de Vega para darle cierto dramatismo heroico a su poema, es la base para que muchos historiadores desconfíen de la autenticidad de los hechos narrados. Pero hay que tener en cuenta que la verdad literaria puede no coincidir con la verdad histórica, y eso no significa que sea falso, sino que se trata de algo mucho más profundo y verdadero. Se trata de una realidad poética.