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La importancia histórica de que el galeón San José salga a flote

Cuando se cumplen 10 años del hallazgo del naufragio, la “Operación Poseidón” le permitió al Gobierno Nacional mostrarle al país los primeros cinco objetos del galeón más importante de la época colonial, con los que empieza una fase de pruebas científicas para determinar qué más partes se extraerán del fondo del mar Caribe colombiano.

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Nelson Fredy  Padilla
23 de noviembre de 2025 - 12:00 a. m.
La ministra de las Culturas, Yannai Kadamani, le muestra al presidente Gustavo Petro los escudos y relieves del cañón del galeón San José.
La ministra de las Culturas, Yannai Kadamani, le muestra al presidente Gustavo Petro los escudos y relieves del cañón del galeón San José.
Foto: @mincultura
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Después de 317 años fue rescatado uno de los 64 cañones de bronce del galeón San José, hundido en inmediaciones de las Islas del Rosario el 8 de junio de 1708. Es un hecho histórico, porque se trata de una de las naves más importantes del fin de la era colonial, más que por el tesoro suramericano que llevaba a bordo para la Corona española por su significado para el patrimonio cultural sumergido de Colombia.

Quienes hemos investigado este tema durante las últimas dos décadas, entendemos las emociones que se vivieron a bordo del buque de la Armada Nacional ARC Caribe, donde un equipo interdisciplinario trabajó día y noche durante la última semana para lograr la extracción de los cinco primeros objetos del San José, incluidas tres macuquinas o monedas y una taza de porcelana. Entre aplausos, vivas y lágrimas vieron lo que en un momento parecía imposible: extraer el cañón de dos toneladas y media de peso desde 600 metros de profundidad con ayuda del brazo de un robot, izarlo con una grúa sobre las aguas del mar Caribe colombiano y ponerlo a salvo en la cubierta en el proceso científico y preciso más exitoso del proyecto “Hacia el corazón del galeón San José”. (Vea una charla entre Nelson Fredy Padilla y Héctor Abad sobre el galeón San José).

No exageró el presidente Gustavo Petro cuando publicó en la red X una foto suya revisando con lupa la pieza de porcelana de una vajilla de origen chino que los expertos lograron extraer sin daño: “Es quizás el mayor descubrimiento arqueológico submarino en América”. Sí, al San José los arqueólogos submarinos y los cazatesoros lo han considerado “el Santo Grial de los galeones”. Como le explicó al presidente Petro la ministra de las Culturas, Yannai Kadamani, mientras le mostraba los escudos e inscripciones en relieve de la Real Fábrica de Artillería de Sevilla, que hacen único un cañón del San José, ahora el estudio en tierra de cada objeto de la nave permitirá que los expertos y los colombianos aprendamos más de nuestra historia.

Esto ocurre cuando se cumplen 10 años desde que el naufragio fue localizado durante el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, pues la extracción de los primeros objetos se dilató por líos contractuales con la firma europea Maritime Archaeology Consultants (MAC), encargada del operativo de localización a finales de 2015, la cual demandó este año al Estado colombiano por USD 50 millones ante un tribunal en Washington, Estados Unidos, por considerar que no se le pagó lo justo por su trabajo.

A esto se sumó un nuevo litigio con la firma estadounidense Sea Search Armada (SSA), reclamante de la mitad del tesoro a bordo del San José, que algunos llegaron a tasar en USD 10.000 millones por el oro, la plata y las esmeraldas a bordo, alegando que es la firma descubridora del naufragio desde los años 80. Aunque ya ha perdido demandas en ese sentido en EE. UU., para el año entrante está pendiente un fallo de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya sobre sus posibles derechos, que el Estado colombiano considera infundados, pero que podría determinar el futuro de los bienes del yacimiento arqueológico.

En este ambiente de intrigas y demandas se ha debatido el caso del galeón San José desde 1982 hasta que el actual Gobierno Nacional aprobara el presupuesto para el proyecto de investigación “Hacia el corazón del galeón San José”, en el que trabajan profesionales del Ministerio de Defensa, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, la Armada de Colombia, la Dirección General Marítima (Dimar) y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH). Ellos son los especialistas que se ven en un video oficial celebrando el éxito de una operación que se planeó a partir de las expediciones de 2023 y 2024, y que ahora muestra sus primeros resultados en tierra.

Basados en la fase de prospección arqueológica escogieron primero uno de los cañones que están más expuestos sobre el lecho oceánico, porque si hay algo que identifica a una nave de mar son sus cañones y, en el caso del San José, la conservación es total. Lo primero que vimos del galeón a finales de 2015 fue una fotografía de la Presidencia de la República impresionante: mostraba cuatro cañones intactos; el bronce y las bocas de fuego marcadas por la pólvora usada durante la Batalla de Barú, en la que los ingleses hundieron el galeón español. Resistiendo al paso de los siglos, sobresalían de entre la arena en la que permanece enterrada la mayor parte del naufragio, como si quisieran apuntar todavía hacia la superficie.

Ahora uno de estos cañones está en el laboratorio de Patrimonio Cultural Sumergido del Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas del Caribe, a cargo de la Dirección General Marítima, Dimar, de la Armada. Según uno de los especialistas a cargo: “Pasaremos de haber visto cañones coloniales exhibidos con ostentación en fincas de hacendados caribeños que pagaban por el saqueo de naves hundidas en aguas poco profundas, a estudiar y aprender del galeón más importante de nuestra historia”. Explica que antes de que los colombianos puedan ir a Cartagena a ver en directo el cañón del San José primero se cumplirán etapas como la estabilización de materiales para evitar que se alteren por el cambio entre el entorno marino y el terrestre, establecer el ambiente ideal de conservación, hacer el análisis directo de arqueólogos con experiencia en galeones coloniales y, finalmente, disponer el bien en una sala de exhibición. “Esto último será el primer paso hacia un museo interactivo que enseñe la importancia de este y de decenas de naufragios en los siglos XVII y XVIII que reposan en los océanos de nuestro país”. Alhena Caicedo Fernández, directora del ICANH, confirmó: “La recolección de estos objetos arqueológicos abre la posibilidad de que la ciudadanía pueda aproximarse, a través del testimonio material, a la historia del galeón San José”.

Se ha avanzado mucho desde hace 15 años cuando fui testigo de un operativo de la Policía Nacional a través de la Dirección de Investigación Judicial (Dijín), en la que incautaron en la isla de Tierra Bomba, al lado de Cartagena, tres cañones de bronce de un galeón colonial hundido cerca a la costa, descubierto durante faenas de pesca y cuyo metal iba a ser vendido a COP 5.000 por cada kilo. Hasta comienzos de este siglo, allí era normal ver allí a “gringos” o comerciantes oportunistas llevándose cañones, anclas de barcos históricos y hasta monedas de plata de ocho reales. Gracias a campañas educativas del Ministerio de Cultura y de fundaciones en defensa del patrimonio cultural sumergido, promovidas por la primera generación de arqueólogos submarinos de Colombia, los nativos empezaron a concientizarse del error cometido y crearon grupos como “Buceadores de la historia de los cañones”, para investigar, a puro pulmón o con equipos básicos de buceo, los naufragios de Galerazamba. Hoy, ellos sueñan con que los tengan en cuenta para los proyectos culturales que se avecinan, incluido un museo donde se reivindique la historia marítima ligada a su cultura afrodescendiente y caribe.

Por la trascendencia del caso del galeón San José la Armada bautizó esta etapa de extracción como “Operación Poseidón”, en memoria de uno de los dioses griegos del mar. La importancia del San José es tal, que el escritor Gabriel García Márquez lo convirtió en un mito literario al incluirlo con nombre propio en su novela “El amor en los tiempos del cólera”. Allí Florentino Ariza, sin saber nadar, le promete a Fermina Daza que recuperará ese tesoro para demostrarle cuánto la ama: “Contó, ahogándose por el propio ímpetu de su imaginación, que el más fácil de distinguir era el galeón San José, cuyo nombre era visible en la popa con letras de oro, pero que al mismo tiempo era la nave más dañada por la artillería de los ingleses. Contó haber visto adentro un pulpo de más de tres siglos de viejo, cuyos tentáculos salían por los portillos de los cañones, pero había crecido tanto en el comedor que para liberarlo había que desguazar la nave”.

Quienes sacaron a flote el primer cañón no encontraron en su interior un pulpo centenario, pero uno de los científicos advirtió a este diario que el proceso de extracción del resto del naufragio, si así se aprueba en los próximos meses y gobiernos, “debe ser tan lento y delicado como requiere un área arqueológica protegida, con una metodología ya establecida que permitirá subir a flote el máximo de piezas completas para que constituyan un tesoro que, según la Constitución, es de todos los colombianos y de nadie más”.

Ya hay estudios avanzados sobre el origen de las vajillas de porcelana, del periodo Kangxi, en China, y de las macuquinas o monedas rescatadas, fabricadas por el Virreinato español en Lima, en 1707, destinadas a la Flota de Tierra Firme, de la cual el San José era su nave capitana. Los lideran historiadores del ICANH como Antonio Jaramillo y se completarán con la revisión de los materiales extraídos esta semana.

Habrá que tener paciencia de arqueólogo. Falta que se resuelvan las demandas en curso y que se aprueben nuevos presupuestos, porque cada expedición de una semana cuesta aproximadamente USD 5 millones, que el tema del San José y de los demás galeones que se encuentren deje de ser un secreto de Estado, como pidió una vez El Espectador en su editorial, y que se convoque a los colombianos a Cartagena para que conozcan de primera mano una parte de nuestra identidad como nación.

* Autor del libro “El galeón San José y otros tesoros”, sello editorial Aguilar.

Nelson Fredy  Padilla

Por Nelson Fredy Padilla

Periodista desde 1989, magíster en escrituras creativas, autor de cinco libros, catedrático de periodismo y literatura desde 1995, y profesor de la maestría de escrituras creativas de la Universidad Nacional, del Instituto de Prensa de la SIP y de la Escuela Global de Dejusticia.@NelsonFredyPadinpadilla@elespectador.com
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Constanza Jaramillo(15576)23 de noviembre de 2025 - 12:17 p. m.
No se les olvide que las monedas de oro que iban en el San Jose sumaban once millones. Cada moneda fundida vale 4 mil dolares, Esos son muchos millones. Ojo pues. Fer
Usuario(63255)23 de noviembre de 2025 - 07:05 a. m.
Ese galleon es un objeto cultural colombiano, de nadie más. Acá fue donde se encontró, acá fue donde los habitantes del caribe pasaron muy malos tratos por culpa de su tripulación
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