La indignación y pasión del Cholo Valderrama por los Llanos en “Jinetes del paraíso”
“Jinetes del paraíso” será el primer estreno online de una película colombiana en Cineplaymax, la primera sala virtual en Colombia. Este documental, que fue narrado por el Cholo Valderrama, registra las costumbres más íntimas de la vida en los Llanos.
Laura Camila Arévalo Domínguez
“Qué nos van a venir a enseñar, si la Tierra ya nos enseñó todo”, dijo el Cholo Valderrama. Se veía indignado. Cuando soltó la frase, arrugó los ojos. Los labios se le tensaron. Su gesto era una mezcla de desconcierto y burla. No entendía qué era lo que los citadinos podían enseñarle sobre el Llano, si, por ejemplo, todavía creían que los llaneros estaban descalzos por pobres. No concebía cómo el amor por la Tierra era mejor practicado por los que vivían aislados que por ellos, los que, como él dijo, “nacieron casi que en el lomo de un caballo”. Si los llaneros estaban descalzos, era para sentir la Tierra debajo de sus pies, para saber que, aunque no la controlaban, sí la habitaban, la gozaban y vibraban con ella. Si los llaneros se indignaban cuando de la ciudad llegaban a criticar sus costumbres, era porque no toleraban el atrevimiento de los que, según ellos, no tenían ni idea de cómo se sobrevivía en medio de la rudeza de la naturaleza.
Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.
“Qué nos van a venir a enseñar, si la Tierra ya nos enseñó todo”, dijo el Cholo Valderrama. Se veía indignado. Cuando soltó la frase, arrugó los ojos. Los labios se le tensaron. Su gesto era una mezcla de desconcierto y burla. No entendía qué era lo que los citadinos podían enseñarle sobre el Llano, si, por ejemplo, todavía creían que los llaneros estaban descalzos por pobres. No concebía cómo el amor por la Tierra era mejor practicado por los que vivían aislados que por ellos, los que, como él dijo, “nacieron casi que en el lomo de un caballo”. Si los llaneros estaban descalzos, era para sentir la Tierra debajo de sus pies, para saber que, aunque no la controlaban, sí la habitaban, la gozaban y vibraban con ella. Si los llaneros se indignaban cuando de la ciudad llegaban a criticar sus costumbres, era porque no toleraban el atrevimiento de los que, según ellos, no tenían ni idea de cómo se sobrevivía en medio de la rudeza de la naturaleza.
“Jinetes del paraíso” es justamente sobre eso: la rudeza del Llano. Pero, además, sobre la relación de un jinete con su caballo, y sobre la vida de ese caballo en la llanura. Sobre la convivencia de un matrimonio en medio de hatos y coleos. Sobre los amores ambientados por arpas y narrados con canciones. Sobre sombreros. Sobre mujeres que, con ayuda de un burro, trasladan ollas que brillan para cocinarles a los llaneros. Sobre las pieles morenas que, orgullosas, defienden sus costumbres de los que quieren cambiarlos, de los que dicen que la forma en la que viven está mal. Sobre domar bestias. Sobre las que no se dejan domar. Sobre los pasos para que ninguna se resista.
Actualmente, la directora, Talía Osorio, tiene ocho meses de embarazo. Su parto será doble: película y Teo, su bebé. Al hablar de su filme deja escapar suspiros y, con frecuencia, recalca que después de los 10 años en los que duró grabando, logró ser la mujer que soñaba. Que ahora se siente fuerte, realizada, entera. Esta película, que se estrenará virtualmente el próximo 19 de junio, es la prueba de que incomodarse para romper los paradigmas que se creían inamovibles, vale la pena. A ella sí que le tocó incomodarse para grabar la "bella tosquedad" del Llano. Dice que, por ejemplo, intentó cabalgar descalza como lo hacían los demás, pero que el dolor, al principio, fue insoportable. “Yo, que necesitaba una niñera para dar dos pasos en esa llanura, me sentía mínima al lado de esas mujeres. Eso me costó mucho”.
La idea de esta película llegó después de que Osorio leyera la tesis de una amiga suya sobre el Llano. “Era bellísima. Al poco tiempo nos invitó a su finca, que era un hato muy reconocido en la región. Ese lugar tiene 40.000 hectáreas. Ahí fue cuando comencé a ver la inmensidad de un lugar que para mí era absolutamente desconocido”. Y además de sorprenderse con el tamaño de la finca de su amiga, se quedó pasmada con su incapacidad para seguirle el paso a sus hábitos. “Yo había sido montañista. En ese momento ya podía decir que había subido al Nevado del Tolima. Me sentía una mujer aguerrida, pero cuando llegué al Llano, todo me disminuía mucho. Montar a caballo ocho horas era muy pesado. Yo estaba muy abrumada de que, en esa tierra, no podía ser valiente”.
Se sintió desafiada. Ya no tenía que escalar montañas, sino acostumbrarse a la velocidad del caballo. A su rudeza. A lo salvaje que podía ser una bestia y a su ignorancia sobre eso y las miles de cosas más que componían un lugar que ella imaginaba fácil de domar. Ni las bestias ni el Llano: Osorio tuvo que aprender con paciencia y humildad que no sabía, que era una analfabeta rural, que su piel era demasiado delicada para el lomo de las bestias, que las pirañas de los caños la asustaban, que no quería enseñar nada, sino aprender, solo aprender.
Después de un tiempo, comenzó a conquistar pequeñas batallas: ya sabía montar a caballo, hacer las entrevistas sobre ellos, grabar grupos de 600 bestias y registrar rodeos de miles de reses. También, para ese momento, tenía más cámaras y un dron.
Después de tener toda su película editada y casi lista, se encontró con el Cholo Valderrama, a quien ya conocía. Después de volver a hablar con él, se dio cuenta de que tenía que estar en su película: “El Cholo es el narrador de mi documental musical porque comprendí que para entender el Llano o el campo, se necesitaban metáforas. Si escucharas la frase ‘Si el cielo es un paraíso, tendrá que tener un llano’, estoy segura de que verás algo. El Cholo estaba lleno de eso, así que decidí devolverme dos años en el proceso de la película: necesitaba esos versos y esas canciones. Ahí estaba resumido mi trabajo”. Después de que le dijera que sí estaría en su película, el Cholo se convirtió en su cómplice. Si el filme necesitaba músicos, allá llegaban. Si necesitaba grabar un coleo, de algún modo lo armaban. Si necesitaba que llovieran, bueno, conversaban hasta que la lluvia cayera.
Las costumbres que para nosotros, los citadinos, se ven bruscas, para ellos son hábitos que les permiten sobrevivir a esa llanura que aman, pero que podría comérselos vivos. Osorio lo entendió rápido y además quiso registrarlo. Dijo que uno de los objetivos de este filme es demostrar que con el llanero y el campesino, “hay una gran desconexión”.
¿Por qué cree que no comprendemos la vida campesina?
Talía Osorio: Porque pensamos que acostumbrarse a la naturaleza es fácil y no, no es nada fácil. No es decirle a la res: "venga, vaquita, venga para acá". Para nada. Un gran ejemplo de eso es el coleo: una práctica de la sábana en la que llevas un rodeo de muchas vacas y si se te salen algunas, el caballo tiene que correr mucho. Lo que hace el hombre es atrapar al animal de dos formas: una soga o cogiéndolo de la cola y volteándolo. Eso, para nosotros, es maltrato. Para ellos es su gran proeza, es ser llanero de verdad. Hay muchas cosas que no entendemos, como el hecho de que anden descalzos.
El Cholo Valderrama dijo que la mujer llanera era frágil y hacendosa, pero también “dura”. También hay una historia en la que, después de mucho tiempo viviendo juntos, una pareja se casa. Ella, la novia, además de mantenserse arreglada para la ocasión, se encarga de las comidas y la atención de los invitados ¿Uno podría hablar de machismo en el Llano? ¿Usted qué cree?
Talía Osorio: El cowboy que nos han mostrado es el hombre, pero las mujeres de allá saben hacer las mismas cosas. Uno podría pensar que "pobrecitas" porque se deben quedar en la casa. Ellas, por un lado, saben hacer todas las cosas que hace un hombre, pero deciden ocuparse de su familia. Pienso que no son más machistas que en la ciudad. No creo que ya vivamos en sociedad de igualdad, pero, curiosamente, nosotros los vemos a ellos más machistas de lo que son aquí con nosotras.
Además de su fascinación por el Llano y sus costumbres, ¿para qué hizo esta película?
Talía Osorio: Para que, por lo menos, la gente se pregunte por los paradigmas que tiene sobre los campesinos y su supuesta rudeza con la Tierra. Que reflexionáramos por qué pensamos que sabemos más que ellos.