Cuenta el Evangelio según Mateo que, en los días posteriores al nacimiento de Jesús, los Reyes Magos llegaron hasta el trono de Herodes I el Grande, máximo gobernante de Judea, a preguntar por el que, según una antigua profecía, sería el “rey de los judíos”. La llegada de estos visitantes lo inquietó, pues sentía que esto podría ser una amenaza para su trono, por lo que en seguida ideó un plan. Indicó a los recién llegados el camino hacia el niño de Belén y les dijo: “cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore”.
Los magos llegaron con sus regalos para Jesús, pero antes de que pudieran volver, un ángel en sueños les advirtió de las verdaderas intenciones de Herodes: asesinar al pequeño que quería arrebatarle el trono. Entonces los magos decidieron regresar a su tierra por otro camino, mientras José, quien también había sido advertido, huía con su familia hacia Egipto.
“Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos”, relata el Evangelio según Mateo.
El 28 de diciembre, día del asesinato de estos “pobres inocentes”, fue adoptado por la Iglesia Católica como una fecha solemne, dedicado a la conmemoración de estos mártires que dieron su vida en lugar de la de Jesús. Sin embargo, a medida que el cristianismo se fue expandiendo por Europa, se cree que su celebración se mezcló con una fiesta pagana que se realizaba por esas mismas fechas: La fiesta de los locos.
Durante esta celebración, el pueblo dedicaba días de fiesta a burlarse de las tradiciones religiosas de la época. Los “locos” celebraban misas paródicas y gastaban bromas a costa de la Iglesia, lo que parece explicar cómo el “Día de los inocentes” pasó a ser una jornada de burlas más que una de luto.
Es necesario anotar que, si bien la “Matanza de los inocentes”, como es reconocida oficialmente por la Iglesia Católica, está incluida dentro del canon religioso, no cuenta con evidencia histórica que soporte su veracidad. Hay incluso historiadores, como el español Antonio Piñero, quienes consideran que el relato se adaptó de otra matanza bíblica, en la que un faraón intentó acabar con la vida del pequeño Moisés.
Sin embargo, prevalece el carácter teológico de esta historia, que además de dar origen a una tradición de bromas, sobre todo en países hispanohablantes, ha dado origen a varias representaciones artísticas. Una de ellas es el cuadro que ilustra esta nota, el cuadro “La Matanza de los inocentes” hecho por el pintor Peter Paul Rubens en el siglo XVII. Pero también hay esculturas, como las homónimas hechas por Josep Ginés (1768-1823).