La metamorfosis de Miguel Cárdenas

El artista colombiano expone la última muestra de sus obras en la galería La Balsa Arte, de Bogotá, hasta el 4 de marzo. En ella hace énfasis en el proceso creativo.

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Ángela Martín Laiton
15 de febrero de 2017 - 01:00 a. m.
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Un montón de papeles apilados en blanco, una habitación iluminada por el sol de la tarde cuyo espacio no ofrecía mayor divertimento que lápiz y papel. Volver de la adrenalina colegial y encontrar un espacio semivacío, iluminado por esa luz naranja de la tarde que coloreaba los muebles y las paredes. Esa montaña de papeles a la espera de una historia. Un niño de once años deja su maleta y sus libros, acepta los designios de la vida y empieza a dibujar. Veinte años después, con el cuerpo transformado, después de viajes, universidades, amores y vida, cierra los ojos y siente ese sol naranja brillante, poderoso y resignado al ocaso. Guarda la pila de papeles que una vez fueron blancos, ahora transformados en un diario, testigos íntimos del principio de su obra.

Hijo de Juan Cárdenas y Mónica Meira, el joven pintor lleva a cuestas el legado de una historia familiar atravesada por el arte y el amor al arte. Sus primeros recuerdos de la niñez están vestidos de olor a pintura, materiales extraños, la textura de los lienzos, las espátulas. No hay perfil que realicen con su nombre en donde se deje de mencionar la historia artística de su clan.

“Desde que me acuerdo, en la casa todo giró siempre alrededor de hacer arte. Yo recuerdo a mis padres preparando los lienzos. Trabajaban ahí y sí, crecí en el taller. Yo pienso que uno a veces cree que escoge lo que va a hacer o escoge el camino en la vida, y en realidad es la vida la que escoge las cosas. En mi caso todo estaba ahí y yo sí sentía una atracción muy fuerte hacia ese lenguaje. Entonces, en realidad, como que no lo pensé dos veces. Eso era lo que quería hacer y fue lo que hice”.

¿Cómo influyeron los viajes que hizo en su trayectoria artística?

Hay un momento en el cual uno siempre se quiere ir a buscar una cosa a otro lado. Yo me quería ir de Colombia; quería volver, pero mi deseo era ir a conocer el mundo. Entonces me fui y comencé a viajar, a ver que aspectos como el arte en otros países tienen otro desarrollo. En EE. UU., por ejemplo, la cultura tiene un valor enorme porque está más presente en la vida diaria de las ciudades.

¿Cómo se conjugan la formación y el talento en la vida y obra de un artista?

Pues yo creo que el talento es simplemente una facilidad que alguien tiene para algo. El talento sin un montón de trabajo y sin la curiosidad de aprender tampoco es que vaya para ningún lado. Entonces es una combinación. Si uno siente que tiene una afinidad hacia algo, pues también hay que trabajarlo muchísimo, y a mí me ha gustado mucho la academia, me interesaban mucho todos los temas del arte contemporáneo. Pensemos en este contexto, el artista está muy solo cuando acaba de estudiar, le toca buscar un taller y pensar qué va a hacer, y nadie le para bolas. Uno quiere compartir lo que está sucediendo y la universidad en ese caso es muy buena para eso. La academia funciona para la gente que de verdad está buscando y tiene algún afán de encontrar. Uno no sabe qué es lo que está buscando, pero sabe que está buscando algo, y ahí es donde aparecen los profesores y los libros y los cursos. Es una manera de acortar el tiempo. Si uno hiciera eso solo, sería eterno.

***
La metamorfosis

“Cuando Gregorio Samsa despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”, comienza La metamorfosis, de Franz Kafka. Perplejo, después de la transformación de Samsa, Miguel Cárdenas no podía salir del asombroso descubrimiento al que había llegado. Se podía hacer tal cosa con la literatura, reflejar esa sensación humana, esa mirada de la sociedad, de la familia, de la propia existencia. Sentía la necesidad de reflejar su sensación de alguna forma, y la forma llegó como ya la conocía. Primero plasmó una ilustración de la carátula, intentando hacer una tira cómica con el libro. Pero en el proceso llegó a pensar mucho más allá, se dio cuenta de que toda su obra era una especie de sucesión, los dibujos, las pinturas, las esculturas, todo era una infinita continuación, una transformación que Kafka y hasta el propio Ovidio habían llamado metamorfosis.

 Ahora, su propia mirada a la metamorfosis está reflejada en lo que él ve de su obra desde su impresión como artista. En las paredes de la galería se van sucediendo imágenes relacionadas unas con otras, en las que se busca revitalizar también el proceso artístico y la transformación del arte. En palabras de Alejandra García Pinilla, de La Balsa Arte, galería donde se presenta la obra: “En esta exhibición, Cárdenas nos muestra diferentes objetos e imágenes sacados de contexto, en los cuales se perciben algunos elementos importantes, como la composición de la pintura, donde conviven lo real y lo abstracto; referentes a la historia del arte que pueden ser reconocidos en un perro con rasgos egipcios y un mural concebido a manera de petroglifo o pintura de las cavernas; elementos ligados al quehacer diario en los que se representa la existencia”.

¿Por qué “La metamorfosis”?

A mí me gusta mucho, cuando sucede una exposición, colaborar con toda la gente que empieza a llegar y que está metida en el proceso de la misma. Nunca tengo una idea fija de lo que debería ser la muestra, porque me parece que es importante que todo el equipo esté involucrado en el proceso. Me gustaba mucho ese libro de La metamorfosis. No creí que eso se pudiera hacer en un libro, eso fue como una revelación sobre lo que se podía hacer con la escritura. Me pareció fascinante. Creo que el arte es ese espacio para hacer cosas que parecen inimaginables. Luego, cuando el equipo vio lo que yo estaba haciendo con el libro y todo lo que de allí había resultado, dijo que en realidad todos los dibujos de la exposición se habían estado transformando uno en otro. Después había estado leyendo las Metamorfosis de Ovidio, entonces era también como una metáfora de la evolución del planeta, y así se llamó la exposición.

¿Siempre está pensando en literatura cuando crea su obra?

Sí, creo que la literatura es un complemento, hay algo de ese mundo que siempre me ha fascinado. Uno siempre está visualizando el texto. Leer es muy importante, al menos para mí. No me interesa ilustrar un texto, pero sí entender los elementos que tiene. Hay temas que se repiten. Los temas que le interesan a la humanidad siempre han sido cinco: la muerte, el nacimiento, la espiritualidad o el sentido de la vida, el sexo y el poder.

¿Usted cree que el artista nace o se hace?

Las dos. Por ejemplo, la gente que hace música tiene una afinidad; igual el que quiere ser deportista. Creo que todo el mundo tiene algo instintivo que lo lleva a hacer algo. En el arte pasa igual, hay un principio instintivo y también una formación que se necesita, disciplina.

¿Por qué es importante el proceso?

El proceso es una manera de dejar que la imagen salga por sí misma. Me interesa mucho de la obra que siempre haya algo inesperado que yo no sepa exactamente hacia dónde va, que la obra me sorprenda, que me diga algo, que me vaya diciendo algo.

¿Qué le dio Nueva York a su obra?

Por un lado, la posibilidad de pensar mucho más allá de algo que no se pueda hacer, que no se pueda conceptualizar. Después de ver la escala de los proyectos que la gente hace allá, uno se da cuenta de que uno puede hacer cualquier cosa, ese horizonte se me agrandó. Aquí todo es más difícil porque uno no lo ha visto, uno no ha visto que alguien haga algo extremo. Eso se lo debo a esa ciudad. Gracias a Nueva York entiendo mucho más la obsesión de esta cultura en la que vivimos por consumir, por vivir muy rápido ciertas cosas y fácilmente. Pero también está obsesionada por darle sentido a esa carrera, a ese correr, a ese trajín diario. Son dos cosas que están en choque constantemente y allá esto es palpable en exceso. Además, fue estando allá cuando me di cuenta de todo lo que me interesaba aquí, el tema de la naturaleza, los animales, el medioambiente. Estar a distancia de lo que nos interesa es muy bueno porque se puede entender mejor. Luego fue cuando viajé al Amazonas y empecé a ir a la selva muchísimo.

¿Qué es lo que considera más importante de la exhibición de “Metamorfosis”?

Lo interesante en esta exposición es ver la importancia del dibujo en la obra. El dibujo siempre es algo muy fácil de hacer, no se necesita un taller, no se necesita electricidad, no se necesita maquinaria sino una hoja de papel y un lápiz. Es algo que lo conecta a uno con la historia de cuando se empezaron a hacer imágenes. Es algo muy sencillo, directo y muy noble. Y a partir del dibujo salen las ideas que se van complicando mucho más, como las esculturas que son otros materiales, y son una combinación de formas y están en una mesa, en un espacio. Pero el dibujo es más sencillo, es simplemente tener un espectador viendo la imagen que alguien hizo.

¿Cómo se pueden impulsar los procesos artísticos en Colombia?

Es bueno para la generación joven de artistas desmitificar el arte extranjero o la obra de arte extranjera y de alguna forma valorar lo que también se está haciendo en Colombia, que los de afuera sepan lo que se está haciendo aquí. Impulsar el proceso artístico para que, en vez de que la gente vaya a pasear a un centro comercial, existan espacios para que pueda leer, ver una exposición, ver cine, cine en la calle.

Por Ángela Martín Laiton

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