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Las primeras notas de un ring tone de celular a la distancia fueron suficientes para que Erika Nickrenz identificara el sonido. En medio del bullicio del lugar y con la preocupación de enfrentarse a un público desconocido, dijo después de una carcajada expresiva “eso es de Cab Calloway”, demostrando que su mundo no podía ser otro distinto al musical. Siempre se ha movido dentro de las sonoridades clásicas, pero formar parte del denominado estilo erudito no ha sido impedimento para conocer otros géneros y poder detectar, por ejemplo, las canciones de este reconocido vocalista de jazz y director de orquesta, famoso por interpretaciones como Doin’ the rumba y Minnie the Moocher.
Nickrenz es grande en tamaño y enorme en talento. Su cabellera rubia casi pareja se mueve en su máxima expresión cuando ejecuta pasajes complejos al piano o cuando responde a los aplausos del público con una marcada reverencia. Afortunadamente, sus apariciones en esta versión del Cartagena Music Festival no han sido pocas, y cada movimiento interpretado confirma que ella es la portadora de una inmensa capacidad para transmitir la esencia de la música.
“Empecé a tocar el piano a los seis años y cuando escucho algunas grabaciones que conservo de la época me doy cuenta de que aún tengo muchos elementos originales. Mantengo la misma expresión, ahora con mayor técnica y conocimiento, pero mi espíritu es el mismo, aunque ahora tengo un hijo de siete años y ese suceso me ha hecho modificar toda mi vida y también ha influido en mi labor como pianista. No sabría definir muy bien de qué manera, pero ser madre contribuye en mi realización artística”, manifiesta Erika Nickrenz, quien nació en Nueva York y tiene estudios de Licenciatura en Música y una Maestría Musical en la legendaria Escuela Juilliard.
La pianista siempre ha sido muy exigente con ella misma y por eso en este maratónico festival se ha sentido muy cómoda con la intensa agenda de compromisos. Ella se pone metas y en este momento se siente como una atleta olímpica porque antes de pisar el escenario necesita conocer cada nota que va a interpretar. Por eso, todos los días emplea unas seis horas de práctica y cuando percibe la respuesta de la gente, se siente recompensada y eso la motiva para seguir con su labor.
Más de ochenta presentaciones y giras por América, Europa y Asia ratifican el excelente momento de esta mujer carismática, que ha tenido el privilegio de tocar con grandes figuras de la música como Joshua Bell, Stanley Drucker y Paula Robinson. Pero no sólo eso, ella es una de las fundadoras del primer trío musical femenino.
“Eroica trio es un sueño convertido en realidad. Con mis compañeras del grupo nos conocimos cuando teníamos nueve años, crecimos juntas y hemos desarrollado carreras paralelas. Me encanta tocar con ellas. Creo que ese trío es el vehículo perfecto para que yo exprese todo lo que pasa por mi cabeza y todo lo que tengo en el corazón”, asegura nostálgica la pianista, que ha alternado con las orquestas sinfónicas de Chicago, Houston, San Francisco y Budapest, sin olvidar su presentación con la Orquesta de Cámara de Praga.
Erika Nickrenz prefiere no hacer referencias sobre su vida privada. Para ella es suficiente desnudar su alma durante sus conciertos, en los que le toca interpretar obras complejas como Emociones caucanas, original del maestro colombiano Antonio María Valencia (1902-1952), con la cual logró identificar la rítmica de nuestro país.
Su universo no está adscrito a las palabras. Lo de ella son las notas, con las que se siente más que identificada. Y es que no es gratuito que hasta un timbre de celular la ubique de inmediato en lo que más le gusta hacer… y por fortuna está en Colombia para compartir sus talentos.