La novela Cipriano, de Marta Orrantia, sorprende y atrapa desde sus primeras frases. El lector colisiona con situaciones insólitas, como la de una hermana y un hermano que ni siquiera se conocen, ni saben de sus existencias, pero mueren en el mismo accidente aéreo.Esta extraña coincidencia la descubre Medicina Legal cuando analiza la composición genética de los pasajeros que han fallecido en esta calamidad y encuentran que dos tienen el mismo ADN paterno. Cuando la aerolínea llama a Cipriano, el padre, para informarle que han encontrado los restos de sus dos hijos, este queda perplejo, y furioso les contesta que él solo tiene una hija.
Al principio Cipriano piensa que la aerolínea lo busca para embaucarle un muerto más, para que responda y pague unos costos funerarios. Pero no, el nuevo hijo está casado y su familia asumirá esos costos.
No obstante, la evidencia científica resulta irrefutable y de pronto debe aceptar una realidad que le estalla en la mano y que lo obliga a revisar todo su pasado. ¿Cómo podía tener un hijo que nunca conoció ni supo de su existencia? Ante las múltiples relaciones sexuales ocasionales que tuvo a lo largo de su vida, la mayoría terminaron cubiertas por el manto del olvido.
De pronto el viejo se ve forzado a escarbar en el fondo de sus memoria, las mujeres con quienes tuvo relaciones y asumir una responsabilidad que jamás contempló ni vio esa posibilidad. Y mientras escarba en su mente con quiénes compartió una noche, de pronto descubre que solo recuerda el olor del perfume de una de ellas, pero ni siquiera el nombre de la mujer. Empero, el perfume cumple un papel importante en esta novela, ya que un frasco de perfume barato, ocultado por Cipriano para otra aventurilla, que es descubierto por su mujer, se vuelve el fulminante que enciende una terrible pelea que lleva a la hija a solidarizarse con su madre, ante las infidelidades del padre. En últimas, el orgullo los aleja y ella decide dejar de hablarle.
En esta novela, Marta Orrantia, con gran habilidad, pone el dedo en la llaga sobre uno de los grandes problemas sociales que afronta el país: el donjuanismo y la paternidad irresponsable y súbita, que rompe familias y atraviesa transversalmente todas nuestras clases sociales. Pero quizá, debido a que en esta ocasión la irresponsabilidad viene acompañada de la muerte, adquiere giros inesperados. El machismo y el egoísmo por lo general se encuentran tomados de la mano y acompañan en buena parte estas acciones.
Por ello, Cipriano se ve obligado a confrontar lo que significa haber vivido una realidad sin límites, dentro de una informalidad carente de compromisos, pero no por ello libre de sorpresas. Y como el azar también se burla de los seres humanos, de repente sin esperarlo sus acciones revientan cuando menos lo esperaba. Y para darle otra vuelta a la tuerca, a una vida llena de extralimitaciones e intrépida como la que ha llevado Cipriano, quien se enamora como dice su hermano “veinticuatro veces al día”, no logra librarse de las ramificaciones que pueden conllevar sus amores, todos “flores de un día”. Por ello, otra de sus tantas “aventuras” esta vez con Alicia, la esposa de Néstor, su hermano mayor, pende tácitamente sobre su cabeza como una espada de Damocles.
Pero el hermano mayor, a pesar de las acciones de su hermano menor, ante las circunstancias que lo apabullan, no puede dejar de acompañarlo. Y aun cuando parezca extraño, el accidente también de manera insólita termina por unirlos de nuevo dándoles un motivo para vivir, una especie de búsqueda de un tesoro, con el agravante, como bien lo dice la autora, que el tesoro ya está muerto. Sin embargo, se les transforma en una idea fija: encontrar a la madre del muchacho, saber quién era, armar el rompecabezas y entender por qué le entregó el niño a Bienestar Familiar.
De pronto Cipriano le pregunta al hermano perplejo, pensando en la mujer que ha sido capaz de regalar a un niño: ¿Cómo pudo vivir con ese secreto? Y la pregunta abre las puertas a una de las escenas más conmovedoras del libro, en la que Néstor simplemente le responde: “Como si usted no hubiera vivido con sus secretos, Cipriano”. Revelándole con ello que él sabe de la aventura de su hermano con su esposa. Sin embargo, la autora no toma partido ante estas complejas situaciones. No estamos frente a una novela moralista, sino una que devela las ambivalencias del corazón y la complejidad de la condición humana, en donde un viejo roñoso, con sus tragedias, dolores e irresponsabilidades acaba por conmovernos.
Cipriano es una novela cargada de situaciones insólitas, donde cada una de ellas termina por reforzar la anterior, armando un cuadro inquietante, donde los silencios, vacíos y ausencias llenan la novela y en últimas gritan a lo largo de sus páginas. Néstor también vive una situación agobiante, en la que el olvido termina por ser la otra cara de los recuerdos y la memoria. Su mujer, Alicia, padece alzhéimer y se encuentra perdida “en un océano de jalea densa”, como nos cuenta la narradora. La atmósfera que rodea esta novela se llena de crucigramas y sudokus en medio de una soledad angustiosa.
Flaubert decía que: “Dios se encuentra en los detalles”. Y es en estos detalles donde la novela, con gran dominio, mantiene una sutileza y con símiles oportunos enfatiza las ambivalencias que le confiere un vuelo extraordinario.
Quisiera referirme a Hikaru, la japonesa, esposa de Felipe, el hijo que nunca conoció, pero cuyos nietos ante las circunstancias se vuelven el último eslabón familiar que le queda a Cipriano. Y de pronto le surge un afán por encontrar afinidades hereditarias en los dos nietos que supuestamente le permitirían identificarse y unirse a ellos. Hikaru, una extraña, con una cultura diferente, sin quererlo se vuelve en el único ser que en el fondo Cipriano siente que puede entender a fondo su tragedia, la única que puede ser cómplice de su dolor. Y, sin embargo, como todo en la vida de Cipriano, terminará también por ser otra relación trunca.
Cipriano es una novela escrita a partir de personajes bien desarrollados, gran manejo de lenguaje, precisión y fuerza contundente. Sin duda, Marta Orrantia, en su tercera novela, se perfila como una de las grandes escritoras colombianas.
* Autor de novelas como “Migas de pan” (Alfaguara) y “El rumor del Astracán”.