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La poesía clásica de Alfonsina Storni ahora es portátil

Fragmento de “La caricia perdida”, libro de la recordada escritora argentina, reeditado ahora en Colombia en la colección Poesía Portátil.

Alfonsina Storni * / Especial para El Espectador

15 de agosto de 2024 - 10:00 a. m.
Alfonsina Storni ​fue una poetisa y escritora representante de la corriente literaria del posmodernismo.​ Sus padres eran dueños de una cervecería en la ciudad de San Juan, Argentina, y regresaron a Suiza, su país de origen, en 1891. Por eso, ella nació el 29 de mayo de 1892 en Sala Capriasca, Suiza. Murió el 25 de octubre de 1938 en el balneario argentino de La Perla. / Archivo
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SILENCIO

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Un día estaré muerta, blanca como la nieve,

dulce como los sueños en la tarde que llueve.

Un día estaré muerta, fría como la piedra,

quieta como el olvido, triste como la hiedra.

Un día habré logrado el sueño vespertino,

el sueño bien amado donde acaba el camino.

Un día habré dormido con un sueño tan largo

que ni tus besos puedan avivar el letargo.

Un día estaré sola, como está la montaña

entre el largo desierto y la mar que la baña.

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Será una tarde llena de dulzuras celestes,

con pájaros que callan, con tréboles agrestes.

La primavera, rosa, como un labio de infante,

entrará por las puertas con su aliento fragante.

La primavera rosa me pondrá en las mejillas

–¡la primavera rosa!– dos rosas amarillas…

La primavera dulce, la que me puso rosas

encarnadas y blancas en las manos sedosas.

La primavera dulce que me enseñara a amarte,

la primavera misma que me ayudó a lograrte.

¡Oh la tarde postrera que imagino yo muerta

como ciudad en ruinas, milenaria y desierta!

¡Oh la tarde como esos silencios de laguna

amarillos y quietos bajo el rayo de luna!

¡Oh la tarde embriagada de armonía perfecta:

cuán amarga es la vida! ¡Y la muerte qué recta!

La muerte justiciera que nos lleva al olvido

como al pájaro errante lo acogen en el nido…

Y caerá en mis pupilas una luz bienhechora,

la luz azul celeste de la última hora.

Una luz tamizada que bajando del cielo

me pondrá en las pupilas la dulzura de un velo.

Una luz tamizada que ha de cubrirme toda

con su velo impalpable como un velo de boda.

No ad for you

Una luz que en el alma musitará despacio:

la vida es una cueva, la muerte es el espacio.

Y que ha de deshacerme en calma lenta y suma

como en la playa de oro se deshace la espuma.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Oh, silencio, silencio… esta tarde es la tarde

en que la sangre mía ya no corre ni arde.

Oh, silencio, silencio… en torno de mi cama

tu boca bien amada dulcemente me llama.

Oh silencio, silencio que tus besos sin ecos

se pierden en mi alma temblorosos y secos.

Read more!

Oh silencio, silencio que la tarde se alarga

y pone sus tristezas en tu lágrima amarga.

Oh silencio, silencio que se callan las aves,

se adormecen las flores, se detienen las naves.

Oh silencio, silencio que una estrella ha caído

dulcemente a la tierra, dulcemente y sin ruido.

Oh silencio, silencio que la noche se allega

y en mi lecho se esconde, susurra, gime y ruega.

Oh silencio, silencio… que el Silencio me toca

y me apaga los ojos, y me apaga la boca.

Oh silencio, silencio… que la calma destilan

mis manos cuyos dedos lentamente se afilan…

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La portada del libro de Alfonsina Storni, un poemario seleccionado por Esther Tusquets.
Foto: Cortesía de Penguin Random House

MIEDO

Aquí, sobre tu pecho, tengo miedo de todo;

estréchame en tus brazos como una golondrina,

y dime la palabra, la palabra divina

que encuentre en mis oídos dulcísimo acomodo.

Háblame amor, arrúllame, dame el mejor apodo,

besa mis pobres manos, acaricia la fina

mata de mis cabellos, y olvidaré, mezquina,

que soy, oh cielo eterno, sólo un poco de lodo.

¡Es tan mala la vida! ¡Andan sueltas las fieras!…

Oh, no he tenido nunca las bellas primaveras

que tienen las mujeres cuando todo lo ignoran.

En tus brazos, amado, quiero soñar en ellos,

mientras tus manos blancas suavizan mis cabellos,

mientras mis labios besan, mientras mis ojos lloran.

OYE…

Yo seré a tu lado silencio, silencio,

perfume, perfume, no sabré pensar,

no tendré palabras, no tendré deseos,

Read more!

sólo sabré amar.

Cuando el agua caiga monótona y triste

buscaré tu pecho para acurrucar

este peso enorme que llevo en el alma

y no sé explicar.

Te pediré entonces tu lástima, amado,

para que mis ojos se den a llorar

silenciosamente, como el agua cae

sobre la ciudad.

Y una noche triste, cuando no me quieras,

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secaré los ojos y me iré a bogar

por los mares negros que tiene la muerte,

para nunca más.

* Se publica con autorización de Penguin Colombia. Alfonsina Storni es una de las más grandes poetas del continente sudamericano. Nacida en Suiza, vivió desde muy niña en Argentina, donde murió arrojándose al mar. Dotada de una exquisita sensibilidad y de un temperamento depresivo, plasmó en su poesía la intensa lucha interior librada a lo largo de su vida. Preocupada por las desigualdades sociales, su talante asoma en sus primeros libros de poemas: La inquietud del rosal (1916), El dulce año (1918) e Irremediablemente (1919). Ocre (1925), poemario considerado su obra maestra en opinión de la crítica especializada, y que gira en torno al sentimiento de fracaso ante el amor y la vida, inicia su segunda etapa poética, caracterizada por el abandono de las formas poéticas modernistas y el acercamiento a una estética basada en el uso de elementos simbólicos: El mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938). Menos musical, y acaso menos intimista, marcada por la voluntad reflexiva y por el impacto de las nuevas vanguardias, la última etapa poética de Alfonsina Storni es una muestra de una inquietud creativa que busca renovarse. Poesía de una intensa humanidad, está siempre presente en ella el indignado sentir de la autora frente a la injusta situación de la mujer en una sociedad regida por hombres.

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Por Alfonsina Storni * / Especial para El Espectador

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