Hace unos días se conoció que el Museo de Arte Moderno de Medellín envió una propuesta al Banco de la República para realizar el proceso de enajenación o venta de dos obras de Débora Arango que se encuentran en la colección del museo.
Las obras en cuestión son “Madonna del silencio” y “Rojas Pinilla”, las cuales fueron donadas al museo entre 1986 y 1987 gracias a la gestión de Alberto Sierra, gestor de la obra de Arango. En 1986 fueron donadas 187 obras y en 1987 otras 46. Tras un cuerdo con la sobrina de la artista, el MAMM conservó 233 piezas.
El proceso de enajenación depende actualmente del Ministerio de Cultura. El 4 de junio, la directora del Museo de Arte Moderno de Medellín, María Mercedes González, envió una carta al ministerio en la que argumentó que el Banco de la República es una identidad idónea para la enajenación de estas piezas.
“En esa solicitud al Ministerio, el MAMM justificó esta cesión argumentando que la Ley de Patrimonio permite la enajenación, incluso de Bienes de Interés Cultural (BIC), primero en favor del Estado, y si este no tiene recursos, la segunda opción la puede tener una entidad pública, que en este caso sería el Banco de la República, que tienen la mayor colección de bienes y patrimonio cultural de la nación. Una vez en su poder, el MAMM considera que se aumentaría la posibilidad del conocimiento y divulgación de la obra de la maestra antioqueña, más si se sabe que frente la programación y organización en su nueva sede en Industriales, no le es posible mantener en exhibición permanente a Débora Arango”, reportó la Revista Papel de Medellín.
De acuerdo con lo registrado por la revista, uno de los argumentos por los cuales el MAMM quiere realizar la enajenación se basa en ampliar la difusión del trabajo de la artista y que los recursos obtenidos de esta enajenación “son necesarios para la preservación de la colección de la maestra, del cumplimiento general de la misión y funciones sociales y culturales del MAMM”, citó la revista la carta de la directora.
La propuesta que hizo el museo al Banco de la República ingresó a través del buzón para recibir obras de arte.
Por su parte, el ministerio respondió a la solicitud el 25 de julio y negó la enajenación bajo el argumento de que la obra de la maestra fue declarada Bien de Interés Cultural en 2004 y que la donación al museo se había hecho de manera irrevocable, demostrando el interés de que fuera esta institución la que resguardara la obra de Arango. Además, advirtió que las obras de la artista que conserva el museo deben ser vistas como “unidades indivisibles” y que separarlas podría afectar sus valores en conjunto.
“El museo tiene hoy 246 obras de Débora Arango, y esas obras son el grueso de su producción. Para nadie es un secreto que los museos exhibimos más o menos el 10% de nuestra colección, y este es un museo que, como otros, tiene unas limitaciones de espacio, humanas, administrativas, financieras. Entonces, para nosotros que Débora Arango esté presente en colecciones públicas es parte fundamental de esa estrategia”, le dijo González a El Colombiano.
Frente a la negativa, según la revista, el museo radicó un recurso de reposición y apelación. El caso continúa en revisión.
El Espectador contactó al Ministerio de Cultura, el Banco de la República y el Museo de Arte Moderno de Medellín, sin embargo, por el momento comentaron que no darán declaraciones.
La respuesta del Consejo Internacional de Museos
El 10 de septiembre, el Consejo Internacional de Museos (ICOM, por sus siglas en inglés) emitió un comunicado en el que se opuso a la posible venta de las dos piezas de Débora Arango al Banco de la República.
“Comprendemos que el MAMM pueda estar en una situación financiera compleja, similar a la que padecen todos los museos colombianos, pero su deber es preservar su patrimonio. Hacemos un llamado al Estado colombiano y al sector privado para que aúnen esfuerzos en pro del fortalecimiento de los museos y la preservación de sus patrimonios, que son testimonio de las transformaciones de nuestra historia nacional”, aseguró la entidad en el comunicado.
Adicionalmente, resaltó apartados del código de deontología del ICOM, en el que se lee: “Cada museo debe adoptar una política que defina los métodos autorizados para desprenderse definitivamente de un objeto de sus colecciones mediante donación, transferencia, intercambio, venta, repatriación o destrucción, y que permita la transferencia de título sin restricción alguna a la entidad beneficiaria. Se deben llevar registros completos en los que se consignen todas las decisiones en materia de baja, los objetos interesados y la manera en que se ha dispuesto de ellos. Por regla general, toda baja de un objeto debe hacerse primero en beneficio de otro museo”.
Aunque advirtieron que estos lineamientos no son una norma, sino principios éticos rectores para el comportamiento de los profesionales y los museos, dio varias recomendaciones frente a esta situación. Una de ellas fue: “la creación de alianzas interinstitucionales, la gestión y movilización de recursos entre los sectores público y privado, y la creación de dinámicas de préstamos, comodatos, memorandos de entendimiento y compromisos de cooperación. Estas acciones deben prevalecer sobre decisiones de carácter irreversible, como las comerciales, que anteponen el valor económico de un bien a sus valores culturales y de apropiación local”, promovida desde ICOM Colombia.