El Magazín Cultural

“La postal”, una danza entre la fotografía y los relatos

26 de mayo de 2020 - 11:18 p. m.
A partir de las fotos de Vanegas, tomadas en ciudades como Nueva York, La Habana o Bogotá, Salas construye historias en las que los protagonistas dan vida a esos espacios, han estado en ellos o se convierten en los detonantes del relato.
A partir de las fotos de Vanegas, tomadas en ciudades como Nueva York, La Habana o Bogotá, Salas construye historias en las que los protagonistas dan vida a esos espacios, han estado en ellos o se convierten en los detonantes del relato.
Foto: Cortesía

Desde el próximo viernes 29 de mayo el portal Ruta Literaria, una plataforma cultural a través de la cual se visibilizan los diferentes actores alrededor del libro, presenta el especial “La postal”, un especial en el que la fotografía y los relatos se conjugan, explorando nuevas formas de narrar.

Según los organizadores, "La postal es el resultado de un ejercicio creativo entre la escritora caleña Isabel Salas y el fotógrafo bogotano Michael Vanegas, que tiene como propósito contar las posibles historias que una fotografía puede esconder. A partir de las fotos de Vanegas, tomadas en ciudades como Nueva York, La Habana o Bogotá, Salas construye historias en las que los protagonistas dan vida a esos espacios, han estado en ellos o se convierten en los detonantes del relato".

Ruta Literaria es una plataforma cultural a través de la cual se visibilizan los diferentes actores alrededor del libro: escritores, editores, libreros, ilustradores, entre otros. ‘La postal’ se suma a iniciativas como ‘Ruta Literaria Radio’, programa de radio transmitido por la emisora del Instituto Caro y Cuervo y con Podcast en Spotify, y Rutas Librescas, una serie de transmisiones en vivo vía Facebook para destacar el oficio de los libreros independientes del país.

Grand Central Terminal

Fui en invierno porque quería sentir la nieve en la cara. Sobre el pelo y la ropa, debajo de las botas. Habían pasado nueve días desde mi llegada a Nueva York y ni un solo copo había caído. El martes anunciaron en las noticias una tormenta de nieve próxima, en dos o tres días; en dos o tres días, ya me habría ido.

Ese día me puse la chaqueta, el gorro, la bufanda y los guantes. Eran mis primeros menos dos grados de temperatura.

Como lo había hecho en los últimos nueve días, Lu llegó puntual y me esperó en la puerta del hotel, creo que mis movimientos eran más lentos que de costumbre, me sentía como Bibendum, el muñeco Michelin preparado para recorrer el ártico. Caminamos por la Quinta Avenida rumbo al MET, le conté un par de chistes en el camino y con uno de ellos logré una carcajada. Se detuvo un par de veces, cansada de caminar, e intentó sentarse en el andén sin grandes resultados, al instante daba un brinco y se paraba.

- Es como poner las nalgas sobre hielo- dijo la segunda vez.

Sabía que no le gustaba el frío. Sabía que no se comía el borde de la pizza. Sabía que solía decir que no soportaba la música de Lady Gaga, aunque a veces la escuchara. Sabía que amaba el pan caliente con coca cola. Sabía que con las gafas oscuras no tapaba las ojeras como le decía a todo el mundo, tapaba una pequeña manchita en el párpado izquierdo que nadie más que ella notaba. Sabía que prefería a los gatos, antes que a los perros. Sabía que se presentaba como Lu, porque Lucrecia le parecía nombre de señora.

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