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La ópera prima de la directora argentina Sol Berruezo es una prometedora pieza dramática de múltiples implicaciones emotivas, que esquivan el tono discursivo y los excesos de verbalización emocional, para edificar con austeridad una historia que se construye alrededor del duelo y el primer contacto con la adultez. La directora evalúa las brechas de género que constituyen a la industria y experimenta con un equipo en el que detrás y delante de cámara todas son mujeres: actrices, productoras, maquilladoras y técnicas juntas en una sororidad audiovisual.
La película es protagonizada por Cleo, que con sólo doce años afrontará la pérdida de su hermana Erin, quien muere en un trágico accidente en la piscina de su casa quinta en lo que deberían ser unas agradables vacaciones de verano. A lo largo de la película nos encontramos con un espacio en que los adultos se hunden en sus propias complicaciones y deambulan con melancolía atrapados en sus propios límites. Cleo, quien es emocionalmente rescatada y acompañada por sus tres primas, Nerina, Manuela y Leoncia formarán una relación de fraternidad y cuidado haciéndole frente al complejo y tan poco abordado mundo de la pubertad femenina, este grupo de chicas junto con otros personajes que van ingresando en el relato comparten sus miedos, inseguridades y etapas de crecimiento en donde Cleo es representada como una observadora silente y aprendiz de estas mentoras que a su corta edad comparten sus saberes y sus percepciones del mundo protegiéndose las unas a las otras.
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Con una destacable atmósfera fotográfica y sonora, la ópera prima de Berruezo es una envolvente experiencia sensorial que aunque esté regida bajo la fantasía y la desbordante imaginación infantil, el sentimiento de pérdida y la ausencia casi terroríficas parecen sofocar a todos los personajes que se ven inmersos en esta tragedia.
A lo largo del film de aproximadamente cincuenta y ocho minutos, es predominante la sororidad. La directora Sol Berruezo contó con un equipo realizador compuesto exclusivamente por mujeres, confirmando la incursión de la mujer en el ámbito cinematográfico y su lucha por conquistar y ganar una condición laboral no subordinada.
Con algunos puntos de contacto con directoras como Celina Murga y Milagros Mumenthaler, Mamá, mamá, mamá es una película realizada con corrección política hacia la reivindicación de la intimidad familiar, un tema frecuente en los últimos años del cine argentino. En la que lo más destacable es la dirección artística, no por magníficas y grandilocuentes interpretaciones, sino por todo lo contrario: su naturalidad y honestidad que en todo momento se sienten como una delicada e íntima poesía audiovisual en la que uno flota suave y delicadamente, abrazado por una potente carga femenina.