“Para un creyente que quiera sinceramente entrar en diálogo con la cultura de su tiempo, o simplemente con la vida de personas concretas, la literatura se hace indispensable”, escribió el papa Francisco en una carta publicada en julio de 2024. Entre citas de Jean Cocteau, T. S. Eliot, referencias a García Lorca y a los Hechos de los Apóstoles, el sumo sacerdote ofreció, una vez más, un vistazo a su relación tan cercana con la literatura.
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En esa misiva, se refirió a la importancia de la literatura y la lectura “en el camino de maduración personal”, no solo de agentes de la Iglesia, también de cualquier cristiano. Más allá de la formación, el obispo de Roma aseguró que “la literatura tiene que ver, de un modo u otro, con lo que cada uno de nosotros busca en la vida, ya que entra en íntima relación con nuestra existencia concreta, con sus tensiones esenciales, sus deseos y significados”.
Su relación con los libros y los autores que ha citado en muchas ocasiones es de vieja data y, aunque la sigue compartiendo a través de cartas y textos publicados durante su pontificado, hubo un momento en el que transmitió el amor por la lectura a jóvenes argentinos en un salón de clases. Entre 1964 y 1965 fue profesor de Literatura en un colegio jesuita en Santa Fe. Atendiendo al pedido de sus estudiantes por leer a García Lorca, decidió que su obra sería estudiada en el salón, mientras que cumplían con el estudio de El Cid en casa. Otra de sus anécdotas incluye al escritor argentino Jorge Luis Borges, a quien invitó a dar cátedra a sus alumnos y luego a escribir un prefacio para un libro que publicó con los relatos de los jóvenes.
Estaba de acuerdo con el escritor en que “lo más importante es leer, entrar en contacto directo con la literatura, sumergirse en el texto vivo que tenemos delante, más que fijarse en las ideas y en los comentarios críticos” y que, a la larga, “habrían escuchado la voz de alguien”. La preferencia del santo padre por esta visión de la literatura permite entender que la lectura es para él un acto comunitario.
Para Olenka Piotrowska, filósofa y escritora, “el papa Francisco ha asumido la literatura desde su visión a partir del encuentro. La literatura es un arte y un acto de creación; siempre y cuando uno está en oración con Dios, esos puntos de encuentro llevan a la reflexión. Él siempre ha tenido una mirada y una reflexión a partir del reconocimiento y la apertura. Es una invitación que nos hace a todos los que estamos en el proceso de crear y escribir, de aportarle a nuestra sociedad”.
En la misiva, continuó diciendo que la lectura no ha pasado de moda y que, a diferencia de los medios audiovisuales, “el lector es mucho más activo. En cierta forma él reescribe la obra, la amplía con su imaginación, crea su mundo, utiliza sus habilidades, su memoria, sus sueños, su propia historia llena de dramatismo y simbolismo, y de este modo lo que resulta es una obra muy distinta de la que el autor pretendía escribir. Una obra literaria es, pues, un texto vivo y siempre fecundo, capaz de volver a hablar de muchas maneras y de producir una síntesis original en cada lector que encuentra”. La relación del papa Francisco con la literatura podría, entonces, verse también como algo vivo y que se transforma.
La carta del papa Francisco no solo habló de varios autores y pasajes que lo han acompañado, también instó a la escogencia de lecturas, basándose en criterios como el amor al conocimiento. “No les pido que lean lo mismo que yo he leído. Cada cual encontrará aquellos libros que digan algo a su propia vida y se conviertan en verdaderos compañeros de viaje. No hay nada más contraproducente que leer algo por obligación, haciendo un esfuerzo considerable solo porque otros han dicho que es imprescindible. No, debemos seleccionar nuestras lecturas con disponibilidad, sorpresa, flexibilidad, dejándonos aconsejar, pero también con sinceridad, tratando de encontrar lo que necesitamos en cada momento de nuestra vida”, se lee en la misiva.
Para Piotrwoska, esto refleja el puesto de alta importancia que ha dado el santo padre a la literatura. “La literatura nos permite comprender las diferentes dimensiones humanas, esas sombras y esas luces en la fe y la razón. Y también nos permite mirar más allá de lo que nosotros mismos podemos vivir. Ese espacio de lectura y reflexión de la lectura nos invita a mundos imaginarios, pero que no están lejos de lo existente”, aseguró la filósofa.
El acercamiento de un papa a la cultura no es algo nuevo. Benedicto XVI, en palabras de Piotrowska, era un “hombre virtuoso que demostraba un amplio conocimiento racional”, mientras que Juan Pablo II fue dramaturgo y poeta. Pero el papa Francisco se ha acercado a la literatura desde el encuentro con el otro, “el trabajo, el amor, la muerte, la vida, la comprensión, el dolor, el engaño, la superficialidad, son cosas que él reconoce en la literatura. Y cita a Borges, pero en sus textos, por ejemplo, también ha aparecido Dostoyevski”, dijo.
La literatura, vista desde el encuentro, también se podría entender como una herramienta o un recurso de conexión no solo con agentes de la Iglesia o fieles católicos, también con miembros de otras culturas y religiones, donde la filosofía y la literatura actúan como puentes entre la Iglesia y el ser humano. Como lo escribió el sumo pontífice, hablando sobre el apóstol Pablo: “Él comprendió que ‘la literatura descubre los abismos que habitan en el hombre, mientras que la revelación, y luego la teología, los remontan para mostrar cómo Cristo viene a atravesarlos e iluminarlos’. En la dirección de estos abismos, la literatura es, pues, una ‘vía de acceso’ que ayuda al pastor a entrar en un diálogo fecundo con la cultura de su tiempo”.
*Nota del editor: recirculamos este artículo publicado originalmente el 3 de marzo de 2025, a propósito de la noticia del fallecimiento del papa Francisco.