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                                                                                                                              La revolución de "Octubre"

                                                                                                                              Con esta película de Sergei Einsenstein, exhibida por vez primera en 1928, y que se convirtió con los años en el más fiel de los testimonios de lo que ocurrió en Rusia en el mes de octubre de 1917, comenzamos a publicar una serie (Cinema 90) sobre algunas de las películas más recordadas de los últimos noventa años.

                                                                                                                              FERNANDO ARAÚJO VÉLEZ

                                                                                                                              Afiche de la película ‘Octubre’, narrada en una de sus versiones por Orson Welles.

                                                                                                                               

                                                                                                                              Aunque en la realidad no hubo más de dos o tres disparos, y fueron al aire, y los revolucionarios rojos, apenas más de cien, subieron a tomarse el poder por una escalera muy angosta para refugiarse de posibles retaliaciones, en la ficción los bolcheviques irrumpieron en el Palacio de Invierno de Petrogrado a punta de tiros, palos, patadas y puños, y eran miles y dispararon contra guardias que jamás se les opusieron, e hirieron a algunos, y rompieron varios jarrones de Sèvres, y usaron la escalera que se había usado hasta entonces, 1917, para las procesiones estatales del zar. La realidad, diría Sergei Einsenstein, había sido demasiado poco creíble. Por eso él la maquilló. Contrató a miles de veteranos de la guerra civil y volvió Historia lo que imaginó. Cuando terminó de rodar la escena de la escalera y de la toma, un anciano que parecía haber estado allí desde los tiempos de Pedro el Grande le dijo: “Su gente fue mucho más cuidadosa la primera vez que se tomaron el palacio”.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Pasados unos días, él, Stalin, a través de su aparato burocrático de propaganda, atacó a Einsenstein y su filme porque no había héroes individuales que enaltecieran la revolución, porque el montaje había sido muy al estilo de la escuela formalista, condenada por el régimen, pues pretendía que el cine y el arte fueran fáciles; porque el papel de Lenin lo había interpretado un actor natural, un obrero de apellido Nikandrov, y por Trotski, sobre todo por Trotski, a quien le había declarado la guerra, a quien deportó, persiguió y acabó por asesinar en 1940 desde la mano y un piolet de un anarquista español llamado Ramón Mercader. “Nuestras películas deben ser ciento por ciento ideológicamente correctas y cien por ciento comercialmente viables”, era el eslogan del régimen soviético. El arte como instrumento empezaba a desplazar al arte por el arte. Desde Octubre, más allá de Octubre, el cine soviético se inundó de comedias románticas, musicales, aventuras bélicas y westerns, que en realidad eran easterns, como Chapaiev, la cinta favorita de Stalin, quien solía recitar parlamentos completos cuando se reunía, u ordenaba reuniones, con sus camaradas.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              En Octubre estaba él en cada uno de los bolcheviques, y estaba su padre, un importante arquitecto que se ufanaba de tener 40 pares de zapatos sólo para las ocasiones especiales. encima de los tejados o de los caballos disparándole al pueblo. Einsenstein escribiría, pasado mucho tiempo, que sus razones para haberse aferrado a la revolución tenían mucho más que ver con el odio a la tiranía de su padre y de todos los padres del mundo, que con las injusticias sociales. La revolución para él era derrocar a su padre, matarlo. Luego de que los bolcheviques se hubieran apoderado del Palacio de Invierno y del poder, y cuando los aristócratas rusos, unidos a los viejos terratenientes y a 14 ejércitos occidentales les declararon la guerra, él mismo se alistó como ingeniero en el ejército rojo, y peleó contra su padre, que se había enrolado en las tropas del bando blanco.

                                                                                                                              En Octubre, Einsenstein inmortalizó a los rebeldes, que eran él mismo, y plasmó las escenas de la Rusia de entonces, para que luego, una y mil veces, en diversas películas y documentales, se repitieran. Su película fue a la vez su testimonio, y su testimonio fue el punto de partida de la historia que se contaría sobre la revolución de los bolcheviques.

                                                                                                                              * Esta es la primera entrega de la serie Cinema 90, con algunas de las películas más emblemáticas de los últimos 90 años de cine. 

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                               

                                                                                                                              Afiche de la película ‘Octubre’, narrada en una de sus versiones por Orson Welles.

                                                                                                                               

                                                                                                                              Aunque en la realidad no hubo más de dos o tres disparos, y fueron al aire, y los revolucionarios rojos, apenas más de cien, subieron a tomarse el poder por una escalera muy angosta para refugiarse de posibles retaliaciones, en la ficción los bolcheviques irrumpieron en el Palacio de Invierno de Petrogrado a punta de tiros, palos, patadas y puños, y eran miles y dispararon contra guardias que jamás se les opusieron, e hirieron a algunos, y rompieron varios jarrones de Sèvres, y usaron la escalera que se había usado hasta entonces, 1917, para las procesiones estatales del zar. La realidad, diría Sergei Einsenstein, había sido demasiado poco creíble. Por eso él la maquilló. Contrató a miles de veteranos de la guerra civil y volvió Historia lo que imaginó. Cuando terminó de rodar la escena de la escalera y de la toma, un anciano que parecía haber estado allí desde los tiempos de Pedro el Grande le dijo: “Su gente fue mucho más cuidadosa la primera vez que se tomaron el palacio”.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Pasados unos días, él, Stalin, a través de su aparato burocrático de propaganda, atacó a Einsenstein y su filme porque no había héroes individuales que enaltecieran la revolución, porque el montaje había sido muy al estilo de la escuela formalista, condenada por el régimen, pues pretendía que el cine y el arte fueran fáciles; porque el papel de Lenin lo había interpretado un actor natural, un obrero de apellido Nikandrov, y por Trotski, sobre todo por Trotski, a quien le había declarado la guerra, a quien deportó, persiguió y acabó por asesinar en 1940 desde la mano y un piolet de un anarquista español llamado Ramón Mercader. “Nuestras películas deben ser ciento por ciento ideológicamente correctas y cien por ciento comercialmente viables”, era el eslogan del régimen soviético. El arte como instrumento empezaba a desplazar al arte por el arte. Desde Octubre, más allá de Octubre, el cine soviético se inundó de comedias románticas, musicales, aventuras bélicas y westerns, que en realidad eran easterns, como Chapaiev, la cinta favorita de Stalin, quien solía recitar parlamentos completos cuando se reunía, u ordenaba reuniones, con sus camaradas.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              En Octubre estaba él en cada uno de los bolcheviques, y estaba su padre, un importante arquitecto que se ufanaba de tener 40 pares de zapatos sólo para las ocasiones especiales. encima de los tejados o de los caballos disparándole al pueblo. Einsenstein escribiría, pasado mucho tiempo, que sus razones para haberse aferrado a la revolución tenían mucho más que ver con el odio a la tiranía de su padre y de todos los padres del mundo, que con las injusticias sociales. La revolución para él era derrocar a su padre, matarlo. Luego de que los bolcheviques se hubieran apoderado del Palacio de Invierno y del poder, y cuando los aristócratas rusos, unidos a los viejos terratenientes y a 14 ejércitos occidentales les declararon la guerra, él mismo se alistó como ingeniero en el ejército rojo, y peleó contra su padre, que se había enrolado en las tropas del bando blanco.

                                                                                                                              En Octubre, Einsenstein inmortalizó a los rebeldes, que eran él mismo, y plasmó las escenas de la Rusia de entonces, para que luego, una y mil veces, en diversas películas y documentales, se repitieran. Su película fue a la vez su testimonio, y su testimonio fue el punto de partida de la historia que se contaría sobre la revolución de los bolcheviques.

                                                                                                                              * Esta es la primera entrega de la serie Cinema 90, con algunas de las películas más emblemáticas de los últimos 90 años de cine. 

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                               

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                                                                                                                              Ver todas las noticias
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