Esta imagen de la artista Laura Jiménez Galvis hace parte de su proyecto “La Anatomía de M.” que ha venido desarrollando desde 2012 y que tiene origen en las fotografías que hace durante sus recorridos por los Museos de Ciencias Naturales. La M en el título de la serie alude a mamíferos, montañas y melancolía; asuntos que se perciben formal y poéticamente en las piezas. Las fotos no son fragmentadas en procesos de postprroducción, desde un inicio ella las captura así, pues su motivación es trastocar las formas majestuosas de esos animales disecados, petrificados en el tiempo. Su decisión de seccionar la corporeidad de los mamíferos que están instalados en esos fondos naturales artificiosos es definitiva para constituir unas formas paisajísticas con sentido dramático. El horizonte – idea sustancial en la experiencia contemplativa – es vital en esta imagen; de igual manera, la fotografía - como lenguaje visual que fractura lo que observamos - nos despierta el deseo por lo no visto, por eso que está “fuera del encuadre”, a la final ese animal es una ficción, una cosa muerta.
Sobre la contemplación, dice J. Vernant (estudioso de la configuración de lo invisible) que tiene relación con el “quedarse viendo”, acto determimante donde aparecen cosas que entrever y no meramente la cosa visible (evidente): “digo entrever que no quiere decir ver menos bien, sino, al contrario, ver desde el punto de vista de las relaciones íntimas y secretas de las cosas, las correspondencias y las analogías”. Laura Jiménez nos incita a la contemplación en términos de Vernant, nos enfrenta a la dualidad naturaleza-artificio a través del lenguaje fotográfico, su imagen – que proviene de su experiencia en un museo – es una construcción, es el doble falseamiento de un objeto inanimado y encima de todo, fragmentado; hazaña que no es ajena a su obsesión por la teatralidad de la imagen fotográfica.