
La sonrisa que me abraza, es mi abuela y no hay un final más triste que no corresponder a la alegría de volverla a ver.
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Y si, lo fue porque ya no está en este mundo. Ella nos acaricia, cuando extrañamos su presencia en casa, porque desde que murió nada es igual y el duelo lo percibo en cada lágrima derramada por mi madre. La sonrisa que me abraza, es mi abuela y no hay un final más triste que no corresponder a la alegría de volverla a ver.
Por Carlos Andrés Martínez Buelvas
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