El Magazín Cultural

La sublimación el exódo

Con una obra en el infrecuente género de la “ópera coreográfica”, el joven compositor colombiano Pedro Garcia-Velázquez conquista el Teatro Nacional de Chaillot, templo de la danza francesa.

Ricardo Abdahllah / París
13 de diciembre de 2017 - 01:50 a. m.
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Foto: Getty Images/iStockphoto - mprihoda

En otra época y en otro escenario, pero la obra era esta misma, había un hombre encapuchado que se desnudaba, tomaba su sexo con una mano y se lo volaba con el disparo de un arma que llevaba en la otra mano. Esta noche el público que asistirá a la función de Initio (Live) en el Teatro Nacional de Chaillot, en París, no lo verá. El hombre encapuchado no está más y no hace falta.

“Por supuesto que en el surgimiento y en las metamorfosis de una sociedad siempre hay violencia, pero no pensábamos que fuera necesario mostrarla de una manera tan explícita. Lo que buscábamos lograr con la coreógrafa, Tatiana Julien, era que en medio de las fuerzas que se oponen, y del caos del viaje de esa comunidad fuera naciendo, fuera creándose, una especie de comunión. Que surgiera algo luminoso”, dice Pedro García-Velázquez.

Nacido en 1984, el colombiano es el compositor de la obra que ha calificado en el difícil género de “ópera coreográfica” y cuya versión inicial fue presentada el año pasado en el Teatro de la Ciudad Internacional Universitaria de París. Tras esa primera temporada siguió un proceso de reescritura y expansión, que incluyó la llegada de la soprano Léa Trommenschlage, como compañera en escena del tenor brasileño Rodrigo Ferreira y la incorporación de músicos y coros en vivo antes de aterrizar, el pasado 29 de noviembre, en el Teatro Nacional de Chaillot, el palacio que fue la sede inicial de la OTAN y la ONU, en el que se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y que hoy en día el templo de la danza contemporánea francesa.

“Tuvieron que excavar en la roca de la colina para abrirle espacio a esta sala y la construyeron como una caja dentro de otra caja para aislarla de cualquier sonido que pudiera venir del exterior”, dice Velázquez-García. Ha pasado las últimas horas de la tarde calentando en escena no sólo con los bailarines, lo que para un compositor ya tiene su mérito, sino con sus músicos. Si la tradición dicta que los instrumentistas deben permanecer en un costado del escenario, García-Velázquez y Julien los sacan de la caja dentro que los encierra en el primer acto y los lanzan a hacer parte de la coreografía.

“Cuando uno asiste a un espectáculo con músicos en vivo va primero que todo a escucharlos, también los ve, claro, pero ese aspecto escénico y al final de cuentas, humano, termina por perderse. Nosotros queríamos liberar esa belleza física del músico” explica “En las formas más tradicionales, la danza está ahí para ilustrar la música y el texto, y el libreto se pone al servicio de la composición. Con Tatiana y el libretista Alexandre Salcède imaginamos que los tres componentes tenían que ir de la mano, no como capas, sino como una totalidad”.

Si como en una ópera, cada personaje presente en el escenario tiene un papel, la construcción de los roles no es dramática sino coreográfica. La misma lógica se aplica a la iluminación que con juegos de sombras, desdobla los personajes y la escenografía, sobria en apariencia, pero que va ganando en presencia a lo largo del espectáculo, cuando las placas colgantes, que podrían pasar por decoración, se convierten en instrumentos durante una memorable secuencia en la que las decenas de bailarines que participan se lanzan a formar un remolino que podría ser la clave, el ritual, para el final del éxodo y la llegada a la tierra prometida.

Porque si Initio (Live) reivindica su juego con los arquetipos (el mesías, el largo camino, el paraíso perdido, las ceremonias de invocación, las sibilas como mensajeros de las divinidades), los elementos se van descubriendo en crescendo a partir de ese “¿Existe ese lugar?” que el tenor instala como motivo en el primer acto. No nos es dado conocer las razones por la que esos seres abandonan su tierra y ni siquiera si viven en el pasado lejano o después de uno de los apocalipsis que nos tocará vivir, pero estamos frente a un desplazamiento con vocación de universal, forzado no sabemos si por la nostalgia o la curiosidad y por eso mismo cargado de una tensión que va creciendo conforme los peregrinos crecen desde sus movimientos torpes y lentos, casi de manada, a la gracia que hace pensar que terminarán por volar, antes de llegar al éxtasis de la última escena.

Le Balcon: re-inventar la música.

El término “ópera coreográfica” hace pensar en Pina Bausch y Sasha Waltz. García-Velázquez reconoce además la influencia del ciclo de siete operas Licht de Karlheinz Stockhausen, el titánico compositor alemán que, para García-Velázquez “casi definió a varias generaciones de compositores”.

García-Velázquez pertenece además a una generación (y aquí hablamos no sólo de tiempo sino de geografía) que difícilmente podía darse el lujo de escuchar en vivo la música clásica y tuvo que descubrirla a través de discos. Esa limitación aparente le llevó a ser consciente de las posibilidades de la tecnología de grabación, y sobre todo de amplificación, como parte de la composición.

La exploración de la tecnología como esencia de la obra y no sólo como un medio pasivo de difusión es uno de los ejes principales de Le Balcon, la estructura detrás de la puesta en escena de Initio (Live) y que se define como “Orquesta amplificada de geometría variable”. García-Velázquez fundó Le Balcon en noviembre del 2008 junto al director de orquesta Maxime Pascal, el pianista Aphonse Cemin, el ingeniero de sonido Florent Derex y el compositor, también colombiano, Juan Pablo Carreño.

Entre las composiciones de García-Velázquez montadas por Le Balcon antes de Initio (Live) están Lieux perdus (Lugares perdidos), un “teatro acústico” repartido por toda la ciudad de Compiègne, en el norte de Francia, en el que los espectadores, además de escuchar en vivo a los músicos recibían un par de audífonos con sonido binaural 3D que los acompañaba en sus desplazamientos entres las diferentes locaciones en las que se interpretaba la obra, y C'est déjà le matin (Ya ha amanecido), un cuento de hadas onírico presentado en la Filarmónica de París que incluía músicos que se desplazaban entre los espectadores, un coro final en el que cada miembro del público participaba y un unicornio gigante.

“En C'est dèjà le matin exploraba también esa posibilidad de darles a los músicos un rol escénico, pero había mucha más libertad para improvisar. En Initio (Live) sus movimientos deben ser precisos. La coreografía nos permite ese lenguaje. Es parte de lo que hemos venido trabajando con Tatiana Julien desde que empezamos a imaginar esta obra por allá a mediados del 2012” explica García-Velázquez “Hoy ya no es un trabajo en progreso. Hemos logrado lo que queríamos y estamos satisfechos”.

Y en la sala del Palacio de Chaillot no hay una sola butaca libre para la función de esta noche.

Por Ricardo Abdahllah / París

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