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Del puesto de información a la dirección de la Fiesta del Libro de Medellín

Juan David Vélez comenzó repartiendo folletos con un contrato de 10 días y 300 mil pesos. Nunca imaginó que terminaría al frente de uno de los acontecimientos culturales más importantes del país. Está convencido de que, más que libros, lo que ofrece la Fiesta es una oportunidad para imaginar al otro.

Laura Camila Arévalo Domínguez
17 de septiembre de 2025 - 01:00 p. m.
Juan David Vélez además estudió en Filosofía y Letras.
Juan David Vélez además estudió en Filosofía y Letras.
Foto: Eventos del Libro de Medellín
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Un chat con Juan David Vélez, director de los Eventos del Libro de Medellín

La Fiesta del Libro siempre tiene sus énfasis, como homenajes culturales o aniversarios. ¿Cómo deciden qué temas destacar y cómo se elige la identidad de cada año?

Hubo preguntas necesarias. Y no solamente coyunturales y de contextos muy importantes —cambio climático, las guerras, la convivencia— sino que pensamos en un personaje de la literatura que no hubiese estado en la Fiesta y que fuese importante para iluminarnos: El Principito. Sus cuestionamientos tienen que ver con la amistad, el hogar, los amigos. Por otra parte, Zapopan, la ciudad más grande del estado de Jalisco (invitado de honor de este año), tiene políticas públicas muy poderosas dedicadas a las infancias, y en ese hermanamiento con nuestro primer Festival del Libro Infantil y Juvenil empezamos a abrir puertas y a aprovechar mejor esa conexión.

¿Por qué esta edición también se centró en “el mañana”?

Pensamos en la reflexión sobre patrimonio, historia, pasado… Es decir, nos preguntamos por cómo llegamos a ser la sociedad que somos, pero también nos ocupó la pregunta por lo que venía después de 350 años. En ese sentido, le sacamos mucho el cuerpo a otro concepto hermano del mañana, y es el futuro. Opinamos que ese era un escenario muy frío, muy lejano, muy duro. Casi siempre pasa que el futuro uno se lo entrega a otros, pero el mañana te convoca, te importa, puedes incidir en el mañana.

Cada evento del libro en el país se distingue por algo. A mí, por ejemplo, me parece que la Fiesta del libro de Medellín puede describirse con palabras como “naturaleza”, “frescura”, “comunidad”…

Me gusta mucho. Yo a las tuyas le agregaría una muy importante, y es el espacio público. La Fiesta del Libro es una declaración sobre el espacio público. Por eso es tan importante lo que ha pasado en la avenida Carabobo: generalmente allí pasan taxis, carros particulares, motos, buses… Cerrar esos metros de la avenida y convertirlos en un lugar donde hay libros, conversaciones, programación artística y reflexiones sobre la memoria, es muy significativo. Es una transformación muy poderosa.

Por otra parte, cuando la Fiesta llegó al Jardín Botánico, muy pocos eran los convencidos de que ese era el lugar idóneo, porque justamente los eventos relacionados con libros están acostumbrados a ser muy feriales, muy de pabellón, muy de techos, tapetes. Ahora yo creo que la ciudad cada vez se siente más orgullosa y entiende mejor que esta es una característica fundamental que hay que mantener en el tiempo. Por eso lo espacial, ingresar a ese lugar, lo que tú sumas de naturaleza, me encanta.

¿Cómo se convirtió en el director de los Eventos del Libro de Medellín? Y más que por su carrera, me interesa lo que lo acercó a los libros y, por ende, a su cargo…

Comencé mi carrera en un punto de información repartiendo folletos. Fue un contrato de 10 días de prestación de servicios, como por 300 mil pesos. Ese fue mi inicio. Y ya después, al año siguiente, después de muchas cosas, pude entrar en otro rol dentro de la Fiesta: coordinador de auditorios. Trabajé en el área de promoción de lectura de públicos dirigidos, fui asistente de dirección y luego coordinador de proyectos especiales. O sea, en buena medida, mi carrera profesional se empezó a forjar dentro de la Fiesta del Libro y la Cultura. Me fui un tiempo, pero regresé el año pasado. Es increíble pensar en este rol tan importante, cómo es ir de un punto de información a pasar al frente. Yo nunca lo anticipé, no lo calculé, no lo busqué, no hacía parte. Pero fue un hallazgo y me hace muy feliz. Mucha responsabilidad, pero me hace muy feliz.

Hay quienes piensan que, más allá de vender libros, estos eventos no tienen nada más para ofrecer. ¿Qué les diría?

La fiesta del libro de Medellín rompe cotidianidades. Podría hablar de datos, ramas económicas y todas estas cosas que hacen parte de las razones por las que uno mueve un evento de estos, pero, en el fondo, para mí es un despertar de momentos mágicos, una propuesta de que se puede vivir de una manera diferente.

Medellín se ha narrado a través de sus dolores, de un humor negro muy característico, pero también de sus montañas, su pujanza y su profundidad… Sus autores nos han ofrecido una ciudad con muchas capas. Para quienes quisieran conocerla, ¿qué autores y obras les sugeriría?

No sé qué me gusta más cuando hablo de Gilmer Mesa: escucharlo hablar de sus libros o leerlos. Me encantaría que Tomás González nos acompañara en la Fiesta del Libro. Le tengo mucho cariño a Juan Diego Mejía, porque también él en su momento fue el director de Fiesta y me formó en muchas cosas, como escritor lo respeto mucho. Inés Posada es una de las voces femeninas que tuve la oportunidad de conocer incluso como estudiante de literatura, que muestran unas miradas muy desprevenidas y distintas de la ciudad y de la cotidianidad.

¿Y usted? Cómo se ven sus intereses en términos literarios a la hora de leer y crear…

Yo me formé en Filosofía y Letras y mi investigación tenía que ver con asuntos de carácter filosófico. Me interesé por el concepto de imaginación ética: cómo activar la imaginación en función de generar empatía con el otro, con las circunstancias del otro. Y eso es la Fiesta: cuando uno se mete en el universo que hay en un libro conoce un contexto distinto. Se necesita mucha imaginación ética, despierta y activa, para salir de nuestra burbuja, de nuestras propias afecciones, y ponerse en el lugar de la otra persona o del personaje que está construido en esa novela. También diría que producto de la gestión que estuvimos haciendo con muchos invitados e invitadas de la Fiesta, llegué a Kim Thúy, una autora de Periférica, una voz que con muy poco dice mucho.

Laura Camila Arévalo Domínguez

Por Laura Camila Arévalo Domínguez

Periodista en el Magazín Cultural de El Espectador desde 2018 y editora de la sección desde 2023. Autora de "El refugio de los tocados", el pódcast de literatura de este periódico.@lauracamilaadlarevalo@elespectador.com
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Carlos Muñoz(05507)18 de septiembre de 2025 - 07:41 p. m.
Que comentario mas bobo!!!
Joaquín Jaramillo Hurtado(37695)17 de septiembre de 2025 - 01:33 p. m.
Encomiables todos los esfuerzos por promocionar la cultura escrita. No obstante, las altas temperaturas que se dan en el Jardín Botánico, aumentadas por la concurrencia masiva a la Fiesta de libro, le merma al goce de la apreciación bibliográfica. Yo fui el pasado sábado, después de las 4 de la tarde, y me expulso el calor.
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