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Diana Marcela Díaz: “A la montaña se le pide permiso para entrar”

Diana Marcela Díaz lleva trabajando más de cinco años como guía turística en el Parque Nacional Natural El Cocuy, donde realiza recorridos de senderismo hasta el límite de nieve.

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Pablo Marín J.
05 de abril de 2025 - 02:00 p. m.
Diana Marcela Díaz ofrece sus servicios de guía de montaña en su cuenta de Instagram @snowy_mountain_lovers
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Foto: Archivo Particular
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¿Cómo llegó a ser guía de montaña?

Yo soy regente de farmacia de profesión. Trabajé en Bogotá durante 18 años y tuve mi último trabajo en la Fundación Cardio Infantil. Realmente ya estaba agotada de los ambientes laborales. Renuncié e hice un voluntariado en Parques Nacionales, ya que sabía que tenían un programa de guardaparques. Me postulé en 2017 y elegí tres áreas protegidas de mi interés: Chingaza, Iguaque y el Alto del Río Fonce, en Santander. Pasé un proceso largo de casi seis meses, con entrevistas y capacitación, y fui seleccionada para Chingaza. Al terminar, me informaron sobre vacantes en El Cocuy, así que hice maletas y me fui. Estuve tres meses, apoyando en el monitoreo ambiental. El paisaje me enamoró, entonces decidí quedarme. Conocí a la comunidad rural, en especial a la familia Cristancho Ibáñez, que tienen una finca con 400 ovejas cerca del sendero del Ritacuba Blanco, uno de los glaciares en el área protegida. En ese tiempo empecé a estudiar guianza de turismo en el SENA. Terminé en 2019 y empecé a trabajar como guía durante la reactivación económica luego de la pandemia.

¿Qué habilidades aprendió en el curso del SENA?

El curso de guianza de turismo del SENA es muy básico. Se aprende a hacer guiones turísticos, que consisten en seguir una estructura para mostrar un lugar y transmitir su historia a los visitantes. Aquí ese guion es principalmente cultural, pero también de naturaleza al abarcar el ecosistema del páramo y el glaciar. Me interesa mucho aprender sobre las plantas de páramo, porque esa fue la primera medicina de esta zona. Llegar a Güicán toma una hora en moto o carro, y hace cincuenta años era más tiempo a caballo. Aquí todo gira en torno al senderismo y la naturaleza. Es un ecosistema remoto, sin zonas urbanas cercanas. El vecino más próximo puede estar a hora y media a caballo.

¿Qué reglas hay para realizar senderismo en El Cocuy?

El turismo aquí es informal, y aún no está completamente estructurado. Por eso, recomiendo verificar la página oficial de Parques Nacionales, donde se encuentra un listado de guías capacitados por la ONG OpEPA. Estos guías han cumplido con una serie de requisitos para prestar el servicio de manera adecuada. También siempre hay que buscar un hotel que tenga el Registro Nacional de Turismo y cumplir las reglas de Parques Nacionales. Nosotros podemos llegar solo al borde de la nieve y la institución dice que solo aceptan personas entre los 10 y los 65 años, que hayan ingresado a una charla que ellos hacen sobre el manejo de residuos, vestimenta y alimentación y el pago de la entrada, seguro y un guía.

¿Cómo se inicia su día cuando tiene un grupo?

Desde antes yo preparo a los visitantes, con la aclimatación que es quedarse una o dos noches a esta altura, que son 4.000 metros sobre el nivel del mar. Yo también hago las reservas en Parques Nacionales, seguros, hotel, transporte, desayuno y almuerzo. Empiezo la jornada a las 3:00 a. m., organizando mi equipo de senderismo en alta montaña, que incluye mis botas, bastones, vestuario y botiquín, porque también estoy capacitada para ser rescatista en áreas remotas. Recojo a mi grupo a las 4:00 a. m. en el hotel y nos vamos en el transporte, para desayunar en el camino a las 5:00 a. m. Tratamos de ofrecer un desayuno contundente para montaña. Luego del desayuno, vamos al puesto de control de Parques y hacemos el ingreso. Parques Nacionales verifica que las personas registradas sean las que me acompañan. También tenemos otra norma: un guía solo puede entrar con cinco visitantes. El carro nos deja en el inicio del sendero y nosotros vigilamos el clima, porque es nuestro aliado o enemigo en un senderismo.

¿Cómo empieza el trayecto en la montaña?

Yo aprendí que a la montaña se le pide permiso para entrar. Me gusta hacer una oración antes de empezar. No todos tienen la costumbre, pero la gente local piensa que cuando uno le da una buena vibración o un buen deseo a la montaña, le va a ir bien. Pero si tiene un pensamiento negativo o una disposición negativa, la montaña nos genera todo para aprender una lección. Nuestro senderismo siempre empieza desde los 3.700 metros y termina a los 4.900 metros, la zona más alta permitida por la normativa de Parques. Es un senderismo complejo, con terreno irregular. Pasamos por la transición de tres ecosistemas: bosque alto andino, páramo, superpáramo y las nieves perpetuas. Pero solo llegamos hasta donde está la nieve. Con el cambio climático y el fenómeno de El Niño, cada vez tenemos que caminar más para alcanzar la nieve. Desde que trabajo aquí, hace cinco o seis años, el glaciar ha retrocedido casi 200 metros.

¿Cómo experimentan la nieve en la ruta?

Mientras ascendemos o descendemos, suele haber mucha nubosidad, neblina y vientos que pueden superar los 20 km/h. Para el visitante no es fácil, y nosotros como guías, aunque estamos acostumbrados, siempre debemos estar preparados. Aunque no hay riesgo de congelación porque no permanecemos en la nieve, sí existe riesgo de hipotermia, por lo que siempre debemos prevenirla. La clave es preparar bien al visitante antes de la expedición. Por eso, la preparación es muy importante: la gente debe aprender a vestirse en capas. Para los visitantes, la nieve es algo mágico, pero también es importante contar con el calzado adecuado. Las nieves temporales hacen que el piso, especialmente la roca, sea muy resbaloso. Si alguien no tiene botas adecuadas, les ofrecemos bastones y tomamos más precauciones para evitar accidentes. En la zona suele presentarse nevisca, que localmente llamamos “motear”, porque cae como pequeñas motas en forma de lluvia. También puede caer granizo, similar al de Bogotá, o un granizo más grande, lo que cubre todo de blanco y hace que el paisaje sea espectacular.

¿Usted prefiere el ascenso o el descenso al Cocuy?

Para mí, el ascenso. Dicen los montañistas —yo no lo soy— que es “la conquista de lo inútil”, que se sufre en la montaña solo para llegar a una cumbre. Pero las vistas desde la altura son maravillosas, casi mágicas. Es un ecosistema que, visto desde lo alto, es impresionante. Aunque uno es diminuto en esa inmensidad, la sensación es increíble. El descenso también es clave, y con la experiencia he aprendido que puede ser incluso más difícil. La gravedad juega en contra, y hay que luchar para no caerse y evitar accidentes, especialmente para quienes tienen vértigo o miedo a las alturas.

Pablo Marín J.

Por Pablo Marín J.

Profesional en Creación Literaria. Escritor de cuentos y novelas de ciencia ficción. Apasionado del cine y guionista de varios cortometrajes.pmarin@elespectador.com
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