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“El fútbol de salón debería ser el deporte nacional”


El entrenador antioqueño, Juan David Acevedo, habló sobre la reciente victoria de la selección sub-20 de fútbol de salón en el campeonato mundial, los retos de ser entrenador y su carrera en este campo.


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Andrea Jaramillo Caro
19 de marzo de 2025 - 12:00 p. m.
Juan David Acevedo es docente de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) en el pregrado de Gestión Deportiva.
Juan David Acevedo es docente de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) en el pregrado de Gestión Deportiva.
Foto: Archivo Particular
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¿Cómo fue la experiencia de ganar el título mundial de fútbol de salón?

Se juntaron varios aspectos. Primero, el sueño de ser campeón mundial en Europa, en un deporte que es la representación del pueblo colombiano, porque es uno de los deportes más jugados y es el logro de todo profesional del área: ganar un mundial en el deporte del cual se ha especializado.

¿Cómo fue el partido que les dio la victoria?

La final fue muy significativa, porque enfrentamos a Paraguay, que es el clásico rival en el fútbol de salón, y también fue vencer a un entrenador a quien ya conocía. Habíamos jugado contra su equipo en el mundial sub-17, el cual ganamos en Paraguay en 2016, y ellos nos ganaron en el mundial del 2018 sub-20 en Colombia. El partido representó también esa historia que ya teníamos, la estructura de ambas selecciones era la tradicional y Colombia llegó con un fútbol de salón bien jugado, deportistas muy ricos técnicamente que están dando el paso a la evolución del alto rendimiento y de ser muy organizados tácticamente. Más allá del logro deportivo, que se determinó ganando la final después de quedar 3-3, ir a tiempos extras y ganar los penales, lo mejor fue la satisfacción de ver a los muchachos ganar, lograr lo que habían soñado (porque son muchachos de estratos socioeconómicos muy humildes) y culminar lo que habían manifestado. Los quería ver llorando, pero no de tristeza, sino de satisfacción.

¿Cómo comenzó en el fútbol de salón?

Empecé como entrenador cerca de los 18 años, en un colegio femenino llamado el San José de Itagüí, dirigiendo la categoría de intercolegiados; me empezó a ir bien. Pasé al INEM José Félix de Restrepo, uno de los del colegio más grandes de Medellín, empezamos a hacer esos procesos formativos: ganar intercolegiados en la categoría A y B, y quedar campeones en esas categorías. Empezamos a ganar los torneos interligas en las categorías juveniles. Llegué a la selección de Antioquia como preparador físico y también alterno el tema académico y dirijo universidades en futsal. Luego se me dio la posibilidad de ser el entrenador de la selección de Antioquia sub-17 de fútbol de salón, después de hacer un proceso de cuatro años acompañando a un preparador físico, quedé campeón en Pitalito en esa categoría, y ahí ya no la soltábamos, ganábamos la sub-17, la sub-19, sub-20, sub-21. Pasé a Juegos Nacionales, y sacamos a Antioquia con medalla de oro después de más de 30 años que no ganaba esa medalla, ganamos el mundial sub-17 y, por último, este mundial sub-20 que tuvimos la fortuna de ganar en Balaguer, España, con la selección de Colombia sub-20.

¿Qué es lo más emocionante de ser entrenador de fútbol de salón?

Hay aspectos cualitativos y cuantitativos. Desde lo cuantitativo, los logros deportivos, porque es la manera de finiquitar el trabajo y la experticia de lo que se ha trabajado a lo largo del tiempo. Desde lo cualitativo es ver la transformación social. El deporte cambia vidas. Me ha tocado ver deportistas que han delinquido, han vivido en pagadiarios, han estado en temas de guerrilla, de vandalismo, en extrema pobreza y con el deporte han podido cambiar sus vidas. Me alegra poder transformar las vidas de esos muchachos y aportarle a la sociedad y a una mejor Colombia.

¿Cómo ha cambiado su vida el deporte?

La ha cambiado en el sentido que se ha producido una transformación desde lo académico. Hoy en día soy docente universitario: alterno el tema del entrenamiento y el alto rendimiento con la docencia universitaria en un pregrado de Gestión Deportiva, y me ha permitido crecer desde el conocimiento, las relaciones interpersonales, los liderazgos deportivos para la sociedad y brindarle una estabilidad a mi núcleo familiar: a mi padre, mi madre y mi hermana; en un mejor lugar, tener unas comodidades y hacer lo que me gusta, que también incluye el tema filantrópico, que mi mamá me inculcó: ayudarles a las comunidades a que logren sus sueños y mejoren su calidad de vida.

¿Qué es lo más difícil de ser entrenador?

Lo más difícil es ser transparente con uno mismo y no dejarse permear por otras cosas para no tomar las decisiones correctas. A veces hay que tomar decisiones muy complejas en torno a que todos los niños y niñas tienen sueños de poder ser campeones, llegar a una selección departamental o nacional y es muy duro tener que decirles no, que no están preparados para ese momento. Pero pienso que también hace parte de la ética. Muchas veces las personas dicen que para ese tipo de situaciones hay que hacer las cosas sin corazón. Pienso que, por el contrario, uno las tiene que hacer con mucho corazón para que haya la sensibilidad de no romper los sueños, de no generarles una tristeza muy grande a esos deportistas. Lo más duro es cuando toca romper los procesos de un objetivo que es más grande.

¿Qué fue lo primero que le llamó la atención del fútbol de salón?

Fue el acercamiento y la influencia que tenía el entrenador en las acciones de juego, en la parte táctica y estratégica. También dirigí fútbol, y veía la variabilidad y la influencia que tenía el entrenador. Además, en Colombia hay más canchas de fútbol de salón que iglesias. Uno se da cuenta del poder que tiene este deporte en una nación. No hay barrio, vereda, municipio o colegio que no tenga una cancha de fútbol de salón. Es maravilloso porque es la representación real del deporte colombiano. Para mí el fútbol de salón debería ser el deporte nacional, como para los estadounidenses el fútbol americano.

¿Cuál es una lección que ha aprendido de los deportistas que ha entrenado?

La perseverancia. Yo pongo el ejemplo siempre de un deportista que, cuando empezamos en el INEM, era el suplente de los suplentes; era un niño que había sufrido la violencia y perdió a su madre en una cancha en Andalucía por una bala perdida. Ese joven tenía sueños y metas desde los 12 años, entrenaba fútbol de salón y no era un jugador brillante, siempre era suplente del suplente, pero estaba ahí y con su disciplina terminó siendo campeón con la selección de Antioquia, ganando esa medalla de oro después de 32 años en los Juegos Deportivos Nacionales en fútbol de salón masculino con Antioquia y quedó también campeón mundial siendo el asistente técnico de la selección de Colombia sub-20. Eso me enseñó la importancia de la perseverancia y la disciplina para poder conseguir los logros.

Andrea Jaramillo Caro

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com
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