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Entre floreros y molinos

Reseña de ‘La bufanda de Isadora y otros narradores inauditos’ de Juan Fernando Merino, publicado por Panamericana Editorial.

Luna Salomé García Reyes

02 de mayo de 2022 - 09:53 a. m.
'La bufanda de Isadora y otros narradores inauditos' fue escrito por Juan Fernando Merino y presentado en la FILBo 2022.
Foto: Panamericana Edi
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¿Y si empezamos con una frase?

“Después de gozar de la gran ventura de converger por un breve espacio en el cuerpo magro y el espíritu sublime del mío caro Enrico Caruso, he vuelto aquí, a este espacio insondable, en los confines entre el extravío y la esperanza, donde las voces de los grandes tenores aguardamos el tiempo que sea necesario la feliz aparición de un excelso tenor digno de acogernos.

Atentas.

Vigilantes.

Al acecho”.

Juan Fernando Merino (Cali, 1957), es escritor, traductor y viajero de mundos. Realizó estudios en Colombia, México y Estados Unidos. Ha sido ganador del Premio Jorge Isaacs (1995), con su libro Las visitas ajenas, de siete concursos de cuento en España, incluyendo: “Bilbao”, “Ponferrada y León” y hasta una beca nacional de novela. Por su lado políglota, ha sido jefe de traductores del Festival de Cine de Valladolid, traductor de planta de la editorial Anaya de Madrid, y el encargado de la sección cultural “Diario vivir” de El Diario la Prensa de Nueva York. Entre sus novedades literarias está La bufanda de Isadora, una obra en plena cocción de la Panamericana Editorial, que recopila 34 relatos cortos narrados en primera persona: la prueba viviente de una narrativa con sustancia. En palabras del autor: “En el fondo es una variación de un tema que me ha inquietado siempre, desde los seis, siete años, empecé a escribir relatos e invariablemente habían objetos que hablaban, que se movían, que tenían pensamientos: objetos vivientes”. Obras como La vida íntima de los encendedores de Ignacio Padilla, uno de sus autores favoritos, nunca había sido narrada desde la perspectiva del objeto mismo, como reflexiona Merino.

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¿Te has imaginado un molino de viento brioso? El juego pulido, concienzudo, medido, que nos plantea este autor a partir del recurso de la personificación, partiendo de un simple molino de viento hasta el barco de Noé, el florero de Llorente o esos sartenes quemados, resistentes, con tradición pero benditos entre las cebollas y el pescado, deja que nosotros los lectores naveguemos por esas tibias corrientes, que no solo nutren nuestros huesos, como tal vez diría Cervantes, sino que oxigenan nuestras aspas, para que flo tem os hasta las páginas de La Mancha y nos quedemos así, suspendidos, como las espigas sobre los arroyos.

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La bufanda de Isadora es tal vez una de las más infames, absurdas, y bellísimas elucubraciones narrativas que he leído este año —por cuestiones del azar—. ¿Me creerían si les confieso que lloré por La Cebolla y no por una cebolla? O por ese vacío enfermizo que deja una cama plana, sin la compañía fogosa de unas plumas envueltas en tela… Me pregunto, ¿cuántas infidelidades llevas, señor lector? Porque al igual que Juan Merino, soy una persona de una sola almohada.

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Este excéntrico hombre que ha viajado por más de una década, nos plantea unos personajes quejumbrosos, medio amargados, inconformes, como deben ser los personajes, ¿no? La vida es injusta de tanto en tanto, sobre todo con los objetos. Pude notar que la editora Alejandra Sanabria se compadeció de las pobres letras capitales, por fin alguien les permite ser las estrellas de esta obra. Ese Juan Merino nos contagia a todos.

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De entre todos los cuentos, podría jurar que si lees “Sueños” —uno de mis favoritos, si me permiten agregar—, deberás pedirle perdón a tus plantas, sí señores, las macetas son para ellas lo que para los muertos son los ataúdes; pero si las tienes en algún jardín, junto a un precioso árbol de mango o un cultivo de aguacates, ni el él ni yo, tendríamos queja alguna. Aunque, ¿sería muy egoísta conservarlas unos años más? Serían como los recién nacidos de la nueva generación, niños-árboles que se alimentan de las hojas dentadas, que duerman en camas de pasto y necesitan del amor y la luz para sobrevivir, tal vez le plantee la idea.

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Para resumir, lean, ¡lean mucho y relean más! Hasta que se hastíen de las oraciones, los artículos, las conjunciones y la prosa poética, sobre todo de narrativa colombiana, bébanse esos párrafos y endúlcense, pero sobre todo y lo más importante, lean a Juan Fernando Merino, para que se enamoren como yo me enamoré de La bufanda de Isadora.

Por Luna Salomé García Reyes

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