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Fernando Botero: las indicaciones para el manejo de sus obras

Lina Botero, hija del artista y curadora de la exposición “Fernando Botero, un maestro universal”, inaugurada el 14 de febrero en el Palau Martorell de Barcelona, habló en este chat sobre su relación con el arte y su labor en la preservación de la obra de su padre.

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19 de febrero de 2025 - 12:00 p. m.
Lina Botero comisarió la muestra “Fernando Botero, un maestro universal” que reúne 120 obras del artista.
Lina Botero comisarió la muestra “Fernando Botero, un maestro universal” que reúne 120 obras del artista.
Foto: Cortesía Fundación Fernando Botero
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¿En qué consiste su responsabilidad como curadora y comisaria de esta exposición?

Lo más importante es la selección de las obras, junto con el reto de darle un enfoque novedoso a cada exposición, invitando al espectador a ver la obra de Fernando Botero desde otra perspectiva. Por ejemplo, mi padre fue un gran dibujante y, para él, el dibujo era la base absoluta de toda su obra. También me encargo de comunicar la importancia de su obra a través de textos de sala concisos y precisos. Además, fui productora ejecutiva del largometraje Botero, el legado, presentado en Colombia, en teatros de varios países y en festivales de cine. Para esta exposición, realizamos un video de 10 minutos que resume los puntos principales de su obra.

¿Cómo fue el proceso de curaduría para la exposición en el Palau Martorell?

La idea principal era darle a esta exposición un enfoque diferente. Quise concentrarme en resaltar la diversidad técnica con la cual mi padre trabajó a lo largo de su carrera artística, porque en ese sentido fue descomunal. No muchos artistas, sobre todo de su generación, manejaban la cantidad de técnicas y con la maestría que él lo hizo. Me parecía muy importante resaltar ese punto. Y el segundo aspecto relevante era su relación con España, un lugar fundamental para él. España le brindó una de sus temáticas más importantes: la tauromaquia. Mi padre era un gran aficionado taurino y dedicó muchos años a pintar cuadros, acuarelas y dibujos centrados en este tema. Además, viajó a Europa por primera vez con 19 años, después de ganar el segundo premio en el Salón Nacional de Artistas. Con ese dinero compró un boleto en un buque en tercera clase, un viaje de un mes hasta Barcelona.

En la exposición hay un cuadro que usted buscó durante mucho tiempo y, a través de la casa de subastas Christie’s, lo encontró: ¿qué sintió en ese momento?

Fue extraordinario porque ese cuadro, Homenaje a Mantegna, lo pintó en 1958 y con él ganó el Salón Nacional de Artistas de ese año. Un cuadro excepcional en su pincelada, en su composición, en absolutamente todo. Pero en su momento se vendió y ya no volvimos a saber dónde estaba. A través de los años se convirtió casi en una obsesión ubicar su paradero o confirmar si aún existía. Cristian Padilla, un gran estudioso de la obra de mi padre y curador de varias exposiciones sobre su obra temprana, vio lo que parecía ser una esquina del cuadro en una publicación de Instagram. Entré a la cuenta y pensé: “Este podría ser el cuadro”. Logré contactar a la marquetería y me confirmaron que efectivamente estaba allí. No se había perdido ni dañado. A comienzos del año pasado, la casa de subastas Christie’s me llamó para informarme que acababan de venderlo en una venta privada a una colección importante en Estados Unidos. Fue maravilloso porque pudimos contactar al coleccionista y pedirle el cuadro prestado para esta exposición.

¿Hay alguna pieza de esta exposición que resalte para usted?

Hay muchas obras extraordinarias en esta exposición, ya que incluye la crema de la colección de mi papá. Tenemos una sala entera con estas acuarelas de gran formato y al menos cinco o seis obras inéditas, entre ellas Homenaje a Mantegna, que es extraordinario. También hay una acuarela en gran formato de un esqueleto con un ramo de rosas en la mano, que mide casi dos metros. Otro cuadro importante en la exposición es un retrato de Pedrito. Él fue mi hermanito, murió a los cuatro años en un accidente automovilístico. Este retrato, pintado al pastel, es de una belleza extraordinaria, con una paleta de una sutileza y armonía increíbles. Mi papá lo pintó cuando Pedrito tenía dos años y aún estaba con vida. Cuando el niño murió, mi papá envió todo lo que tenía en Nueva York a un depósito y no quiso volver a saber nada de ello, pues eran recuerdos demasiado dolorosos. Hace unos cinco años, decidió vender su apartamento en Nueva York porque la edad ya no le permitía viajar con facilidad. En ese momento pudimos abrir el depósito, que había permanecido cerrado durante 40 años, y descubrimos verdaderas joyas, entre ellas este retrato de Pedrito, que ahora forma parte de la exposición. Le dije a mi papá: “Hay un cuadro extraordinario”. Y él respondió: “El día que yo no esté, hagan con estas obras lo que quieran”. Por eso, incluir estas piezas inéditas en la exposición es parte de ese deseo.

¿Fernando Botero dejó algún lineamiento para el manejo de sus obras?

Sí, claro. Hay lineamientos muy claros. Primero, la creación de la fundación, que estamos en proceso de establecer. Es un tema lento porque implica cuestiones legales, pero en uno o dos meses quedará formalmente constituida la Fernando Botero Foundation. Se decidió el nombre en inglés por razones internacionales. Además, estamos trabajando en la creación de un catálogo razonado, un proyecto que tomará unos 10 años. Es un trabajo lento, no solo por la recopilación de las obras, que en cierto modo es lo más sencillo, sino también por la necesidad de documentar dónde han sido publicadas, en qué exposiciones han participado y en qué colecciones han estado a lo largo de su historia. Es un esfuerzo gigantesco que requiere la contratación de expertos en estos temas. Tenemos mucho trabajo por delante y estamos comprometidos con ello.

¿Usted cómo se relaciona con el arte?

Me desempeñé como decoradora de interiores durante, al menos, 25 años. A partir de 2012, cuando mi papá cumplió 80 años, comencé a trabajar a tiempo completo con él. Desde entonces, trabajé continuamente en todas sus exposiciones, en ocasiones como curadora; cuando no, colaboraba con curadores de distintos museos. Me preparé sabiendo que tendría que continuar con el legado de mi padre. Para mí, era fundamental entender a cabalidad cómo le gustaba que se presentara su obra y la comunicación en torno a ella, aspectos que consideraba muy importantes.

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