¿Cómo eligió dedicarse al negocio de las plantas?
Muchos años de mi infancia estuve en fincas, en ganadería y luego de los 30, estuve trabajando en cultivos de flores. Todas esas actividades me dejaron una gran enseñanza en la agronomía. Decidí trabajar con el municipio y las alcaldías, enseñando en escuelas rurales con el programa “Semilleros de amor”, que les mostraba a los niños cómo cultivar, cuidar y mantener una planta. Luego trabajé con adultos mayores, también en capacitaciones del agro, y entré a trabajar con orquídeas. Desde ahí empecé a enfocarme en las plantas ornamentales y es hoy mi gran emprendimiento.
¿De dónde vino su gusto por las orquídeas?
Estaba dictando talleres de huerta, y me contrató un señor para que le ayudara con sus huertas en Bogotá. Ahí ya venían trabajando con las orquídeas y él me empezó a capacitar, entonces me involucré en el tema. Duré ocho años trabajando con él, dictando asesorías del cuidado y mantenimiento.
¿Qué retos ha encontrado al propagar y cuidar orquídeas?
Las personas creen que es muy difícil cultivar una orquídea, que son plantas muy susceptibles. Pero con el paso de los años, me he dado cuenta de que no lo son, sino que hay que manejarlas en el medio que les corresponde, o sea el medio de siembra y el hábitat, para que puedan resistir, porque ellas son muy fuertes.
Usted tiene un vivero...
Sí, tengo uno pequeño. Ahí dicto la mayoría de mis talleres, hago la propagación de las plantas y las traigo para comercializarlas, cuando ya están en su proceso de floración.
¿Cómo es su día a día?
Me levanto y reviso que no haya por ahí ninguna plaga o un insecto que esté haciéndoles daño a las plantas. Hago el riego, trasplanto algunas si es necesario, y esa es mi mañana. Luego salgo para la tienda, donde, además de vender, les doy la información a los clientes de los cuidados de las plantas, y en eso se me va la tarde.
¿Cómo elige qué especies vender?
En ocasiones, es por el clima. Aquí es frío, entonces trato de traer especies nativas que lo aguanten, y es lo que más se comercializa acá. Aunque hay personas que me encargan plantas para tierra caliente y les ayudo a conseguirlas y las traemos desde sitios más cálidos.
¿Cómo consigue los implementos para propagar las orquídeas?
Gracias a que mi emprendimiento tiene todos los papeles al día y me dieron el registro ICA, pude contactar a otros viveros certificados para adquirir semillas y plantas para propagar. Algunos laboratorios también me colaboran con un poquito de la propagación de las semillas. En el caso de las orquídeas, se demoran de siete a ocho años desde que germina hasta la planta.
¿De dónde surgió el interés de realizar talleres?
Desde que trabajé en Bogotá tenía la mentalidad de no quedarme con lo que estoy aprendiendo, porque ha sido una trayectoria de muchos años. Entonces empecé a montar talleres, que eran de unas cuatro o cinco horas, y se empezaron a extender a medio día o el día completo. Me llegan muchos grupos que quieren tener sus plantas bien cuidadas. Ahí les doy mi conocimiento, y cuando me preguntan por alguna enfermedad de la planta o plaga que les aparece y no sé, me apoyo en los agrónomos que conozco para que me ayuden.
¿Cuáles son las plagas más usuales que encuentra en su vivero?
Lo más común en las orquídeas son las babosas. Como es una planta que se demora mucho en florecer, uno tiene que esperar casi un año y de pronto encuentra un tallo que está creciendo. Pero al otro día ya no tiene cabeza porque se lo comió alguna babosa o un caracol. No les aplico cosas fuertes a las orquídeas porque no lo requieren, solo es tener bien la parte fitosanitaria y controlar la aparición de estos animales, áfidos o cualquier otro insecto que les haga daño.
Hay gente que dice que “tiene la mano pesada” para las plantas, ¿qué opina de eso?
Es verdad. No todos tienen como esa chispita para tener plantas. Ellas son muy sensibles a la energía. Hay personas que con solo mirarla o tocarla, la planta siente algo y ella muere o se va deteriorando hasta que se acaba.
¿Cuál diría que es la planta más sencilla para cuidar?
Para los que están empezando con las orquídeas siempre es mejor que elijan una nativa, porque las Phalaenopsis, que son las más comunes en los mercados, se mantienen perfectas durante la floración. Cuando termina esa etapa, la gente deja de ver las flores y a veces la sacan al basurero, entonces por eso recomiendo las nativas, porque son más resistentes, generan más hijos y brotes, pero una orquídea es de mucha paciencia.
¿Con qué especie de orquídea aprendió usted?
Empecé con los Cymbidium, que son asiáticos. Fue la primera especie que veía muy resistente y se ha ido adaptando a muchos microclimas. Sus flores duran mucho, como unos cuatro o cinco meses, pero demora un año para volverle a ver otra. Es una cuestión de paciencia, pero es muy hermoso. Para los que entramos en el mundo de las orquídeas se termina convirtiendo en un hobby. Una cosa que nos dicen a los que somos apasionados por las orquídeas es que somos “orquidiotas”, porque compramos una y queremos seguir comprando para coleccionar muchas.
¿Cuántas orquídeas tiene en su colección?
Ahorita tengo por ahí unas cincuenta y quiero llegar por lo menos a dos mil. Pero es complejo por las especies de clima caliente, porque hay que adaptarlas al frío de acá. Las que he podido adaptar lo han hecho muy bien.
Hablemos de ese proceso de adaptación...
En el vivero tengo distintos espacios. Hay una zona que está cubierta con polisombra y ahí las pongo cuando llegan. Luego pasa al invernadero, que está cubierto con plástico, y ahí se siente un poquito más el calor y se van adaptando. Es muy complejo manejarles la temperatura, porque los espacios son pequeños.